12 julio 2013

las peñas de mi pueblo

Siempre me ha cautivado el misterio de las peñas. Sobre todo las de mi pueblo porque con ellas crecí, unas veces subido en la Peña de la Vela desde donde se oteaba el horizonte, otras veces disfrutando de la Peña Resbalina o rodeando en el centro del río a la Peña Singuilina, a la que era imposible subirse porque es lisa como un huevo.
Hay más peñas pero estas son las más famosas, de modo que ahí llevan millones de años viviendo, porque vida tienen. Y a lo largo del año se van vistiendo con distintos atuendos, con coloridos que representa cada  estación del año, y es que así viven, evolucionando como el resto de seres vivos.
Hoy me he parado a fotografiar unas peñas anónimas, de esas que nadie le presta atención porque su forma no resulta atractiva y  nada nos ofrecen de particular.
Así que yo las presento con su colorido de verano, dominando los tonos grises y pardos. Han dejado atrás los verdes primaverales y los musgos de invierno y en ellas han nacido plantas y líquenes que han estado esperando su momento. Por eso me parece a mí que las peñas sí tienen vida aunque lleven ahí quietas millones de años.
Estas peñas anónimas de mi pueblo siempre están ahí para ofrecer su encanto,
si es que alguien se para a mirarlas. Yo las he mirado y me he tumbado en ellas un rato boca arriba, mirando al cielo y recibiendo su energía en la espalda, que es otra forma de comunicar en silencio.
Félix