Conocido es que España está malita, muy malita, y ahora buscan el mejor doctor para curarla, o por lo menos para que no se agrave más su estado. Pero los doctores que tratan este mal no nos dicen toda la verdad ¡Tiene narices!, somos nosotros los que pagamos las medicinas y ellos hacen y deshacen sin darnos cuentas del resultado. Lo único que sabemos es que está muy malita. Y claro su estado repercute a la vez en los más débiles, los que de verdad la sostienen y amparan, los otros son mercaderes que andan de un lado para otro, atentos a la que se cae.
Por fin, los que mandan en ella se han puesto de acuerdo para que decidamos los que no mandamos, cual de los dos doctores que nos proponen (Rubalcaba o Rajoy) debe aplicar el tratamiento.
Ocurre que ya conocemos las mañas de los dos, por consiguiente nada nuevo, pero hay que elegir. ¿Y si no se elige, qué pasaría? Simple quimera. Así que siguiendo el reparto, como aquel con el que tanto gozábamos de chavales en el pueblo al repartir las peras del árbol que habíamos asaltado:”esta pa ti, esta pa mi, esta pa ti,” y así. Pues en la política es lo mismo: ahora te toca a ti y después me tocará a mí, y después a ti, y a eso llaman democracia. Treinta años llevamos con esta cantinela, unos se lo llevan crudo y los de abajo a comer crudo. Ajo y agua dicen los más resignados.
Pero ahora hay que tratar a España urgentemente, porque está muy malita y el día 20- N se sabrá, (aunque dicen que ya se sabe) quien será el doctor o más bien cirujano porque ya se oye que si hay que meter la tijera, que si más bien el bisturí…
Parece ser que le tocará a Rajoy ser el cirujano, pues mirándolo bien lo de rajar no se le dará mal. Pero mucho ojo con el pulso, que es fundamental.
Así que ya veo a Rajoy en el quirófano, manos a la obra, sin perder tiempo, decidido y con el pulso templado.
-“Pásame la caja del instrumental, ese juego donde había algún instrumento de plata y alguno bañado en oro, ¿te acuerdas? ¡Sí hombre! , aquella con la que tan buenos resultados obtuvimos la última vez que operamos.”
-Si, lo recuerdo perfectamente. Pero por más vueltas que doy no la encuentro. No está. Solo hay material ordinario, se la habrán llevado, o vendido los anteriores gestores, ¡vete a saber!, seguro que para pagar deudas, dijo su ayudante.
-¡Joder qué tropa! , soltó el cirujano, y todos se echaron a reír.
-Mas vale tomarlo con humor dijo el anestesista, que preguntó si la operación iba a durar mucho.
-Más de lo que yo pensaba porque la cosa está jodida, peor de lo que me habían dicho los doctores salientes.
-El banco de sangre está bajo mínimos para mayor inri, añadió el anestesista.
- Bueno, pues hay que tomar medidas drásticas, avisar a la población para que se ofrezca a donar sangre, porque tengo que seguir operando.
-Ya han donado mucho, dijo el asistente.
-Ya lo sé, pero no hay otro remedio, hay que decir la verdad.
Nadie pudo aclarar cuanto tiempo iba a durar la operación, pero el cirujano dijo: “Con lo que tengo que extirpar quedará bastante disminuida, pero podrá llevar una vida normal, aunque no nos engañemos, nunca volverá a ser la de años atrás, hay tejidos muy dañados y otros simplemente irrecuperables.”
Los que gobernaban mientras se puso malita, todos ellos con buena salud, sin embargo, la miraban con tristeza y pasaban ahora su tiempo, alguno tumbado en una hamaca viendo pasar las nubes; los más debatiendo la forma de volver a gobernar pronto la que fue la dama cubierta de joyas y perlas preciosas que, a fuerza de despojarla, quedó casi desnuda, y claro, se constipó, y empeoró, y desde entonces la pobre no ha levantado cabeza. Así que volverán cuando les toque el turno, a ser posible cuando vaya mejor, porque cuando se le ha cogido el gusto a la mamandurria y al reparto, ya se sabe…”esta pa ti, esta pa mi, esta pa ti, ¡qué ricas que están esta peras!”
Félix.