Ayer 27 de febrero nevó en media España, también en la Zarza.
Por la tarde noche llovió, después durante la noche llovió, nevó y heló. Lo
hizo todo de una tacada. Amaneció con los carámbanos de antaño, cuando
andábamos en pantalón corto.
Se produjeron fenómenos meteorológicos raros para no ser
menos que el enrarecimiento de la vida política reinante en Hispania, Tabarnia
y Tractoria…
Con el peso del hielo sufrieron las ramas de los árboles
tronchándose alguna por aquí y por allá.
Los olivos sufrieron por el peso del hielo del que les costó separarse a pesar
de la lluvia que cayó a mansalva entorno al mediodía. Las escobas estaban
vencidas de mala manera, desgajadas, dislocadas, una rama por un lado, otra
tumbada por otro besando el suelo, con carámbanos espesos y brillantes como
diamantes. No recuerdo haber visto algo parecido. Nevó, llovió , heló encima, después
apareció niebla lloviendo a la vez, algo insólito también. De modo que el mes
se despide recordando el refrán: “Febrero el loco, si un día está malo, peor
está el otro”.
¿Serán los signos del tiempo desquiciado que se acomodará en
este mundo nuestro no menos desquiciado?
Tras la larga sequía,esto. Menos mal que están los braseros para socorrernos.