Está lloviendo sobre el remojado
del mojado y el agua rezuma por todas partes en nuestro pueblo. La primavera a
estas alturas no se puede decir que sea buena pues el sol escasea y la
temperatura no acompaña, de modo que la hierba crece en terreno encharcado y el ganado no puede aprovecharla como debiera. Mala primavera
para el campo según se mire, pues el exceso de agua creo que es preferible a la
sequía primaveral. Quizás mayo sea florido y hermoso. Veremos. Ante la escasez
de lluvia en primavera sacábamos a san Isidro para atraer a la lluvia, pero
para calmarla no hay santos que yo sepa, de modo que salí al campo con la idea
de calmar a los regatos cantándole unas canciones, pero ni con esas, porque ha
seguido lloviendo, y nos espera San Marcos que nos manda más agua desde Cerezal. Creo que nunca se
haya visto a las puertas de mayo abrir las compuertas del salto de Aldeadávila,
lo que da una medida de la lluvia que se ha cebado con nuestra Castilla y León Seguiremos
esperando el sol que se nos niega por estos lares y la temperatura que madure
los frutos.
20 abril 2016
06 abril 2016
COSAS DE LA PRIMAVERA
La primavera hizo como que
llegaba y nos engañó. De modo que la Pascua Florida no estuvo a la altura y nos
defraudó. Razón tiene el señor lagarto de tomarla con la señora del tiempo, que
con su predicción nos hizo la pascua de verdad. Ha llovido a gusto estos días
pasados, también de noche para que los agricultores no se enfaden demasiado,
con viento y frio, tiempo hosco, huraño, sombrío, rácano a más no poder, invitando a no
despegarse del sofá.
Los regatos han vuelto a correr como en sus mejores días,
las ranas dejaron de cantar en las charcas, los pájaros que habían regresado
anunciando ,como el cuco, su llegada, callaron, las flores recogieron velas y
esperaron, la luna se escondió en su guarida, los gatos pendencieros se refugiaban
en las tenadas, todo parecía el inicio
del invierno, pero no, estamos en primavera, lo ha anunciado hasta la saciedad
la señora del tiempo, la que se gana el sustento mirando llover tras los cristales
del estudio tomando un café, mientras el campesino sopesa las inclemencias de
ese tiempo anunciado y gasta pienso y forraje esperando que la señora del
tiempo le anuncie sol, sol y sol. Cada quien en su sitio.
Por fin, esta mañana amaneció
vestida de primavera, de la de verdad, ¡alabado sea el Cristo de los Faroles!,
con un sol radiante, el aire en suspenso, pero la noche dejó su pellizquito de
helada, apenas visible, aunque avisando de que abril puede revolver el rabo.
Entonces salí al campo con mi
perrita Mona, para celebrarlo. Cielo limpio, azul profundo, las flores
silvestres amarillas abrían sus ventanas al sol, el cuco me saludaba “cú, cu y
otra vez, cú, cu”, y yo lo escuchaba a lo lejos en los distintos parajes; en
los Navazos, en Valdemayas, en el Camino Cerezal, un cuco en cada zona; he
pensado que a lo mejor era cuca, “¿y si todas fueran cucas, o todos cucos?”, me
dije, pero creo que no, que deben regirse por la paridad que promueve el Gobierno.
Volvió la sinfonía primaveral, y la abubilla con su “bu, bu, bu”, el ruiseñor por su parte está
haciendo las maletas para cruzar el estrecho de Gibraltar. Lo espero ya con
impaciencia porque siempre anida al lado de casa, por algo será, digo yo. Los
gatos tomaban el sol y yo me recreé sacándoles fotos.La primavera ya no es la que era por estos lares zarceños del oeste salmantino rayando con Portugal. Antaño, en los años cincuenta y parte de los sesenta, el mes de abril era esplendoroso, por lo general, si jugabas al futbol te sobraba el jersey. Yo iba cada mañana para asistir al cura en la misa, con mi tupé, pantalón corto, respirando el aroma de los huertos y después en la sacristía la colonia de la buena del señor párroco, orondo él, como casi todos en la posguerra, lo que contrastaba con el paisaje. Olía muy bien, ya lo dije, lo que es de agradecer, muy parecido a la fragancia de la Marisol que era un moza jaquetona, decía mi abuelo (palabra más sobria que jacarandosa), hija única, de padre funcionario, de vestir elegante, de peinados pomposos de altas lacas, y que disfrutó de una primavera perenne. El cura celebraba la primavera a su manera: alzaba el cáliz y echaba un trago de vino mistela, que bien rico que estaba porque lo probé una vez.
De modo que hoy es un gran día porque el sol ha vuelto y resucitan las primeras margaritas en el prado de al lado de casa. Esperaban ansiosas.
Yo también.
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