23 septiembre 2013

La peña el Lagarto

                                          " Mamacabras", que me vino a saludar .Así lo llamábamos de pequeños a esta lagartija

  El título no tiene nada que ver con la célebre  y bullanguera (para bien de las fiestas en San Lorenzo), peña “El Lagarto”, que tanto se ha prodigado y tan buenos recuerdos nos ha dejado. No, mi peña es de otra índole; es rocosa, granítica  para más señas.  Aunque mirándolo bien, mi peña, algo tiene que ver con este reptil (no el de la foto) que, diezmado como tantas especies de nuestro entorno, sigue apareciendo tímidamente para decir que ahí sigue.


Así que  a finales de agosto volví a visitar el altozano de las Tejoneras para ver qué atuendo lucían ahora las peñas con las que comparto algunas soledades. Y claro que me recibieron con una vestimenta ligera, que es lo   propio  del verano; el verde oliva destacaba en su conjunto. Aunque unas porciones de amarillo  azafrán, sellaban el granito como el marchamo  inequívoco de la pureza  del aire, según los expertos en estas cosas del Medio Ambiente. Que aire puro en aquel teso rocoso es  lo que sobra.

                                             la mancha verde lagarto que cubre la peña

Pero lo que más me llamó la atención fue precisamente una mancha bastante amplia de un verde lagarto calcado. No solo el verde revelaba el mimetismo lagartero, sino que la textura adherida al granito era también idéntica a la rugosidad de la piel de dicho reptil.
“Mucho misterio tiene esto” pensé, imaginando un lagarto restregarse en la peña y, ésta, a modo de recuerdo, fijar la impronta para formar parte de su  indumentaria estival. Misterios de la Naturaleza que nos agasaja con estas bellezas tan singulares.
El mundo seguirá por los derroteros que quiera, pero las peñas de mi pueblo seguirán el curso de la historia al margen de los avatares humanos, ofreciendo belleza y paz a quien desee compartir con ellas un  rato.  Félix
                                           Cabeza decapitada de erizo sin púas.