30 noviembre 2008

Bodas de diamante







Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Quizás la segunda sea la más emblemática ya que cierra el ciclo de varias generaciones : bisabuelos y bisnietos.



Las bodas de diamante de mis padres Deogracias y Esperanza que celebramos hace poco más de un año, fue sin duda la recompensa a toda una vida de esfuerzos y sacrificio.


Hace diez años celebramos igualmente las de oro. Esta vez acudimos los mismos desde París, Andorra, Madrid, pero además se añadieron a la fiesta los que nacieron entre tanto: los bisnietos, lo que significó una alegría añadida para todos, pero en especial para mis padres.


Con ellos la saga de los Carreto asegura la continuidad, de momento, porque nos hemos vuelto algo perezosos o cómodos.



Sesenta años de matrimonio no son pocos y en el camino recorrido hubo rosas y espinas como en todo caminar. Y lo importante es que todos los nacidos estuvimos para celebrarlo. Aunque mirando hacia atrás pudo no haber sido así, pues respecto a mi en dos o tres ocasiones la tragedia estuvo en un tris de consumarse pero en ese lance salí vencedor porque el destino así lo quiso.


Una vez cuando adolescente el dia de carnaval,e ufóricos por el ambiente festivo, enredábamos mi hermano Isi y yo en la panadería de mi abuelo Angel. En un rincón descubrí la escopeta de mi abuelo cubierta de polvo de harina; la empuñé y pensando que estaba descargada apunté hacia mi hermano y emulando una secuencia de película del oeste le dije; te voy a matar. Entonces un ángel se cruzó en mi mente y me recordó que con un arma no se juega aunque esté vacia. Convencido la dejé en su lugar. Acto seguido mi hermano la empuñó imitándome, y de nuevo un ángel me avisó del peligro. Di un salto desesperado y me coloqué del otro lado de la jamba de la puerta, fue entonces cuando salió el disparo haciendo saltar trozos de piedra de la pared mientras mi hermano se retorcía de dolor en el vientre por el culatazo inesperado. Me habia librado de una muerte segura.


En otra ocasión, el dia que salí de París de vacaciones,c amino de la Zarza, con mi flamante descapotable que sólo disfruté unas horas, un coche desbocado me embistió brutalmente rompiendo el coche en dos. Mi hermano salió despedido aterrizando sobre la hierba. Yo al cabo de unos segundos de aturdimiento, salí de entre el amasijo de hierros con sólo un pequeño corte. Los curiosos atraidos por la violencia del choque se quedaron perplejos el verme salir con vida. Ironia del destino, había un deguace justo al lado y alli quedaron los cohes. De nuevo la baraka fue mi aliada.



Atrás quedan sesenta años desde que mis padres emprendieran ese viaje rumbo a lo desconocido. Sesenta años que mi padre comenzó a trabajar en la mina de Barruecopardo para procurarnos sustento: doce kilómetros andando para llegar, diez horas de trabajo y doce kilómetros de vuelta a casa. Eran años de posguerra, de racionamiento y de pan duro.


Después de sesenta años de viaje, el final fue feliz y el barco atracó en puerto seguro.



Hoy mis padres disfrutan desde su jubilación de una paz bien merecida. Mi padre es feliz cultivando cada primavera, año tras año, el huerto que linda con la casa y con dos huertos transformándolo en un auténtico paraiso. Paraiso es porque en el fondo, a la derecha, hay unos frodosos fresnos donde llegada la primavera el ruiseñor se afana con su cante hasta bien entrada la noche, y en el fondo a la izquierda hay un chopo alto como la torre de la iglesia que cobija a una tórtola que cada primavera recoge del huerto pajas y raices secas para recomponer su nido. Y canta por las mañanas, y cuando mis padres se sientan en la terraza del huerto a tomar el fresco, mientras el sol se esconde detrás del Torreón, arrulla si cesar. Por eso y por más cosas, el huerto es el paraiso del que participo siempre que puedo.



De modo que, estas bodas de diamante que celebramos un dia soleado de agosto, fue el colofón, con broche de diamante, claro, a esos sesenta años de viaje con feliz llegada.


Esta congregación familiar al completo, única e irrepetible por lo que representa, ha sido un regalo de la Providencia a la que sólo queda agradecer tan exquisito trato. Félix

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22 noviembre 2008

Tiempos raros







Comentaba Agustin en su directo Zarza el extraño comportamiento de algunos animales;l a zorra sorprendiéndonos con sus hábitos metiendo su hocico hasta las mismas puertas de las viviendas. ¡Qué descaro! O es una inconsciente o se pasa de moderna. Algo raro está ocurriendo porque otros animales siguen los mismos pasos, aunque siempre hubo excepciones.

Ya comenté en un artículo de Agustin que una abubilla anidó y tuvo durante un tiempo sus crías en el sobrado, a unos dos metros de mi cama. Pero lo de ahora ya no son excepciones.

Algo raro sucede: la zorra paseándose entre las casas y los gatos domésticos peseándose por el campo, como si se hubieran puesto de acuerdo para desconcertarnos.

Las plantas también siguen esa línea. Las dedaleras que florecen en mayo y se marchitan en junio o poco más, no es raro verlas florecer en octubre o noviembre o incluso en diciembre si las heladas no aprietan, desafiando y sorteando los hielos por si acaso pueden sobrevivir a contracorriente, o no.

Los gordolobos que florecen en mayo y junio, lo mismo. No es raro verlos en octubre, tiernos y hermosos con su deslumbrante flor amarilla atrayendo infinidad de abejas.

Y qué decir de esa rata que se mofa de los urbanitas en la acera de una calle basante transitada, saliendo de su escondrijo para ofrecerse un banquete de empanada ¡Qué empanada tiene la tía! Algo raro sucede.

Ya sabemos que el sol quema la piel y hace treinta años no. Agujeros debe de haber por ahí arriba, y muchos; lo que no sé si eso afecta o no directamente al coco de los terrícolas porque también en la prensa uno lee cosas raras: "un juez autoriza a un maltratador a compartir de nuevo la vivienda con su victima porque este no tiene donde cobijarse o algo así...O un hijo ya madurito que quiere echar a su padre que que le da cobijo en su casa....O el aumento a la par del número de ricos y de pobres en sociedades (sin ir más lejos la nuestra) que se autodefinen progresistas. O sea ,raro,raro,raro . Felix

14 noviembre 2008

AL RITMO DEL OTOÑO



Las uvas que tanta alegría nos dan después de fermentar, están a buen recaudo en los toneles y barricas. Mientras tanto la vid, caminando el otoño, nos ofrece con la despedida de sus hojas cromatismos encantadores en función de la luz y la hora como esta parra en La Zarza al atardecer y las cepas a primera hora en el vecino Masueco.
En nuestro pueblo hubo viñas pero se marchitaron con el tiempo. Hoy solo queda parras que han trepado lo suficiente para que sus racimos no los alcance la zorra que como se ve nos visita a diario. El itinerario de la zorra me lo conozco: entra en el pueblo por Vallito Redondo, pasa por la nave de Jesús por si algún cordero saca la pata de su sitio, después se pasea por el huerto de Agustín por si hay algún trozo de queso descuidado, de ese queso tan bueno que hacía su madre, y después se dirige hacia las casillas de Manuel ya en las afueras del pueblo para terminar en la nave de Adolfo por si alguna gallina saca el pico y aunque solo sirva para relamerse con el olor a gallina . Pero, claro, para eso tuvo que atravesar la carretera y, por desgracia para ella, a los coches no los burla como a los perros con los que juega al escondite como quiere.

02 noviembre 2008

TE RECUERDO ADOLFO

Siento no poder tenerte a mi lado, pero no importa porque seguiré hablando contigo de esa otra manera, como decia el otro dia. Hace cuatro meses que nos dejaste y, quiero recordar que hace un año, en este dia de los fieles difuntos, en esta página de Manolo, escribías lo siguiente: "Todos llevamos a un difunto en nuestro interior, del que no queremos desprendernos, del que no podemos... Yo llevo pegada a mi cuerpo una eternidad reciente... de veintitrés años que hace unos dias se me fue y supe retenerla". Tu hija te dejó, nos dejó, y tú hace cuatro meses también y por lo mismo yo intento retenerte.
Recordabas que no necesitabas un dia especial para recordarla porque la recordabas cada dia. Tu recuerdo también está presente en mi antes y después de este dia y seguirá siendo asi. No es facil acostumbrarse a vivir con las ausencias, pero en tu relato doloroso y sereno a la vez, nos haces ver que el misterio está ahi; vivir en la eternidad y eso no es facil entenderlo, al menos para mi.
Te sigo leyendo con fruición porque entre otras cosas aprendo mucho de ti y seguirás siendo mi maestro. Tu pensamiento está ahi en miles de páginas. ¿Será eso tal vez eternizarse?
En algunos de tus innumerables relatos elogias la vida de Gandhi, ese indú de aspecto fragil, en su empeño por conseguir la paz y ayudar a los más humildes sin emplear la violencia, primero como abogado defensor de los pobres en África y después en su propio pais, consiguiendo la libertad para su pueblo. Elogias también la vida de San Lorenzo, patrono de nuestro pueblo, diácono en la Roma Imperial, que vendia los bienes de la Iglesia para ayudar a los pobres y por eso fue perseguido y martirizado. Tú también has sido el portavoz de los más necesitados, la voz de quien no la tiene, sin alaracas, sin protagonismo, empleando siempre la palabra y el respeto como únicas armas, y siempre predicaste con el ejemplo.
Recuerdo cuando regresabas de Venezuela de vacaciones a casa de tus padres, y tus vacaciones eran levantarte a las seis de la mañana para ayudar a tu padre a amasar el pan, y sacabas tiempo para todo. Y el año pasado cuando regresaste de nuvo para dedicarle las veiticuatro horas del dia a tu madre sospechando que, debido a su precaria salud, el final se acercaba, como asi sucedió. Recuerdo que debido a su escasa audición, con la paciencia del santo Job, le repetias una y mil veces si fuera preciso la misma hasta que la entendiera. Cuánto cariño, qué paciencia. Tu vida transcurrió asi, viviendo para los demás. Y cuando el destino te golpeó duramente arrebatándote a tu hija a sus veintitrés años, cuando en ella florecia la primavera más hermosa, tu corazón quedó herido para siempre pero conservaste el temple y asumiste tan aciago destino de la mejor manera; llevándola contigo, eternizándote en ella, buscando ese misterio que dices de la eternidad. Es enriquecedor tu ejemplo. Es además un orgullo para nosotros. Por todo lo expresado y por más cosas, para mi, tú eres como Gandhi, como San lorenzo; un santo, sí, mi santo particular, y quizás también para quienes te conocieron profundamente, y para eso no es preciso ser izado a los altares.
Tu paz nos dejaste, y la paz reinará dondequiera que estés. Precisamente buscando esa paz me he acercado a la casa donde viviste tu primera infancia para poner un ramo de flores en el ventanuco de la fachada, porque ese ventanuco eres tú. Porque en ese ventanuco colocabas ilusionado tus zapatos la noche de Reyes esperando que los Reyes Magos te regalaran algo, aunque sólo fuera una naranja o un mazapán pero que en años de posguerra sabian a gloria.
Porque ese ventanuco lo cerrábamos con todas nuestras fuerzas para que no se colara el frio invernal en una de aquellas noches mágicas como era la cena del dia de la matanza del cerdo, como mágica era la atmósfera que caldeaba el brasero en aquel cuarto, y la luz mortecina que iluminaba la ristra de membrillos colgados del techo perfumando el ambiente; mágicos los higos pasos y las castañas y las uvas pasas y otros manjares que con abundancia degustábamos sólo ese dia porque eran tiempos de escasez pero también rebosantes de ilusión y de cariño. Por eso he depositado un ramo de flores ahi donde tú estás, flores que simbolizan el colorido, el aroma, el amor y la frescura de la vida misma, como así fue tu pensamiento.








Ventanuco florecido
que atesoras los recuerdos,
desde la más tierna infancia
hasta el ocaso del tiempo.
Ventanuco florecido
donde duermen los recuerdos,
de mi primo al que tanto quise
de mi primo al que dentro llevo
Ventanuco florecido
de mil primaveras rosas
cubiertas de cielo añil,
Tú que alimentas mi alma
con barrotes de marfil,
eres testigo perenne
de mi pesar,
de mi sentir.

Terminabas, Adolfo, tu relato, en este dia diciendo: "Hoy no es el dia de la muerte, sino de la vida". Al menos para mi. Asi es para mi también. Hoy es, simplemente, un dia más para el recuerdo, querido primo del alma, querido Adolfo nuestro. Félix