29 diciembre 2010

El día después de Navidad.

Lavandera blanca,perenne todo el año,compañera generosa.

La Zarza. Las diez de la mañana del 26 de diciembre de 2010. Sol, brisa suave; dos bajo cero, campo, naturaleza entre muerta y viva, avefrías haciendo su invierno, sanantona(lavandera blanca )y yo en medio del campo, todo mío, los ojos para disfrutar y el olfato para grabar en el recuerdo las sensaciones irrepetibles porque así son los aromas de mi pueblo ;distintos según sea mañana, tarde o noche.
Caminaba hacia Valdemayas, junto a la carretera del Salto desgastada y solitaria, dejando aflorar los rollos(cuarcita) que hace más de cincuenta años esparcieron los obreros de mi pueblo y otros, como quien siembra la mies porque ese era su pan.
Cercana a la carretera, una pequeña charca helada como toda el agua estancada.
De repente, una sanantona (lavandera blanca) como decíamos los chavales, se posó a unos diez metros de mí, realizó unas sesiones rápidas de patinaje artístico para mí. Apenas me dio tiempo a sacar la cámara y solo pude sacarle una foto antes de emprender el vuelo.
Lámina de carámbano que paulatinamente se quebaría con el sol.
Le agradecí el detalle y seguí caminando. El carámbano estaba presente en los vados. La noche con su gélida temperatura había tejido en el carámbano unos motivos arabescos dignos de cualquier artista.
Seguí mi caminar. Se respiraba el aroma fresco de la hojarasca de roble, del musgo que se despojaba del hielo y se calentaba al sol según su
Regato manso,compañero de adolescencia.
orientación, El agua corría mansa por el regato y las hierbas fenecidas hermanadas con las nuevas verdeantes desprendían un aroma suave que junto al musgo, a la hojarasca, a la corteza de los robles y a las escobas circundantes conferían un aroma denso, fresco; hasta el hielo evaporándose añadía su perfume escurridizo. La brisa lo abrazaba todo en el silencio solo roto por el suave murmullo del agua y el piar de alguna avefría saltarina que picoteaba en la tierra y alzaba el vuelo en una mañana plena de serenidad, en una mañana que se iba desperezando con el sol que iniciaba de nuevo el recorrido hasta alcanzar día a día el solsticio de verano.
Día a día la naturaleza labra su camino, y esta mañana del 26 de diciembre me uní a ese caminar
, solitario, aunque no tanto, por el ancho campo de mi pueblo. Félix

23 diciembre 2010

Mi postal navideña.


A todos/as los que habeis visitado esta página tan bien amueblada por Manolo,a lo largo del año,
os deseo unas felices fiestas navideñas.Y que el año venidero nos permita seguir disfrutando de ella y de este rincon bloguero.
Quisiera terminar con una dedicatoria escrita por mi primo Adolfo en uno de sus primeros libros allá por los años 70 y que me parece apropiada para cada momento,sobre todo en este:

"A todas las personas de buena voluntad y de sincero
respeto hacia los necesitados ".


¡Feliz año 2011! Félix.

18 diciembre 2010

Llega la Navidad


“En el portal de Belén hay estrellas sol y luna” dice el villancico popular.
En el ayuntamiento de Madrid hay estrellas, luceros, galaxias y, lo que es peor, agujeros negros.
Es la Navidad, y al anochecer miles, cientos de miles de luces (cuatro millones y medio este año) iluminan las calles y plazas.
Es un espectáculo que nos invita a disfrutar con tantas figuras, diferentes en cada zona, que contribuyen a crear un ambiente de paz que nos reconforta en nuestro ajetrear cotidiano.
Probablemente en nuestro transitar, nuestra mirada se quede con la imagen bucólica y no menos artificial del cielo que cubre nuestros cabezas que no es azul, tampoco negro; es un cielo multicolor de ensueño; es el estallido de la primavera cromática y fría que llega siempre a destiempo por la Navidad.
Luz calida o fría, según se mire. Calida probablemente en los corazones pero fría por la temperatura invernal y por más cosas .En todo caso, es la luz que cada año anuncia la Navidad y con ella vemos las cosas de distinto color.
Es la luz de la esperanza, de la ilusión, del cariño, del amor, a menudo aparcado durante el resto del año que se reactiva y aflora cada noche.
Y ya inevitablemente al anochecer, las luminarias nos envuelven en su magia encantadora. Los escaparates nos envían también los destellos que surgen de infinidad de figuras adornadas para atraparnos en ese goce visual. Luz de la esperanza que lo ilumina todo o casi todo. Porque esas hileras celestes no llegan a todos los rincones. Probablemente seria demasiado costoso, o quizás simplemente no interesa que iluminen los agujeros negros de esa constelación en la noche madrileña. Agujeros negros del ayuntamiento porque todo lo rige y administra él. Los agujeros negros son suyos y del conjunto de nuestros administradores. En su gestión gasta millones de euros para engalanar el cielo, sin escatimar recursos económicos pagando diseñadores de prestigio que perciben minutas millonarias. El ayuntamiento es pues generoso con su dinero, aunque proceda de nuestros bolsillos y lo administre según sus deseos que no siempre coinciden con los nuestros. De este modo las luces no llegan, no iluminan allí donde a mi me gustaría que lo hicieran. Y no llegan y no iluminan esos pasadizos y otros rincones donde se puede observar un bulto que resulta ser una persona arrebujada en una manta o bajo unos cartones. Esos bultos, a veces solitarios, a veces en grupo, están diseminados por centenares en los lugares oscuros, y a veces no tanto, donde no llegan las luces porque para esos bultos la Navidad simplemente no existe. Esos son los agujeros negros del cosmos donde gravitan los desheredados.
Navidad, luces, neones, torbellino de colores en la noche cálida para unos, terriblemente gélida para aquellos donde las luces del alcalde no llegan, o no han querido llegar. Y esos agujeros negros seguirán su dinámica como cada año. Algunos de sus habitantes se marcharán para siempre a otra vida mejor en otra galaxia más acogedora, tal vez, sin saber que ha llegado la Navidad. El Niño Jesús nacerá como cada año para traernos el mensaje de amor, de paz, de esperanza. A los cuatro vientos se difundirá el mensaje de “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.
A mí me gustaría que esa buena voluntad se tradujera en la erradicación de esos agujeros negros de la galaxia madrileña en este caso, poniendo el mismo empeño pecuniario que con las luminarias; esas luminarias que nos deslumbran impidiendo que veamos eso: los agujeros negros donde palpitan corazones olvidados.
Cuando la luz de la esperanza llegue por fin a esos rincones, solo entonces se habrá cumplido el precepto navideño de PAZ, AMOR, FRATERNIDAD. Solo entonces cobrarán su auténtico sentido estas palabras mágicas.
Félix.

27 noviembre 2010

El otoño se nos va.















Aquí presento algunas fotos de nuestro campo zarceño en este otoño que no ha sido muy pródigo en colores. A las plantas les faltó agua al final de la primavera y durante el verano, de modo que las hojas han perdido parte de su lozanía. Después con las últimas lluvias y el viento se han desprendido prematuramente, antes de madurar, así que a los colores le falta el vigor de otros otoños. Solo parece haberse beneficiado el maraojo que luce su verde más esplendoroso, el que confiere al paisaje, más bien árido, un aspecto de tierra fértil .La parte positiva es que las ovejas celebrarán un buen banquete con este maraojo que quedará trasquilado para cubrirse de blanco con las heladas. Félix.

01 noviembre 2010

Recordando a mi primo Adolfo


“Hoy no es el día de la muerte sino de la vida” (Adolfo Carreto)



Aquí seguimos, querido primo, caminando, unas veces con alforjas llenas, otras vacías, y también sin ellas, ligero de equipaje cuando las circunstancias lo exigen.
Decías que no necesitabas un día para recordar porque cuando se quiere se quiere siempre, y es verdad, pero este día para el recuerdo de los seres queridos que nos dejaron, nos obliga al menos a hacer un alto en el camino, una pausa en este mundo ajetreado que nos toca vivir.
El tiempo no se detiene y hace ya dos años que nos dejaste, pero solo físicamente porque el recuerdo perdurará.

Seguimos caminando unidos por unas convicciones, por las que tanto luchaste para intentar que la justicia llegara allí donde estaba ausente: a los olvidados, a los marginados, a los que no tenían voz. Y a este respecto, querido primo, todo sigue igual; las cosas se repiten, las generaciones pasan y cometen los mismos errores y caen en la trampa tendida por los mercaderes de la política que dirigen los destinos de los demás, cuidándose mucho de proteger los suyos. Qué te voy a contar que tú no sepas, si este camino lo anduviste ya y te posicionaste decididamente del lado del más débil. A veces pienso que de nada sirve predicar, que es perder el tiempo, pero luego caigo en la cuenta que el tiempo mejor perdido es el que le dedicas a los demás, y comprendo mejor el tiempo que le dedicaste desde siempre a las victimas de tantos abusos, porque tu voz llegó a ellos a través de la radio y de la prensa escrita ,o escribiendo más de un libro para denunciar tanto oprobio, tanto desprecio y ,posicionarte a su lado , eso hizo que la justicia, aunque timorata, se acordara de ellos aunqe luego los olvidara de nuevo. Por eso pienso que es una batalla constante, porque las cosas no cambian en el fondo. Tú fuiste fiel a tus convicciones y tu ausencia como la de otros compañeros tuyos de igual ideario, algunos también ausentes, es suplida por otros que piensan igual, y continúan con la misma misión, y esa es mi esperanza; que la justicia tantas veces ausente sea obligada a actuar. Pero no es menos cierto que, paralelamente, los que cometieron tantos abusos, unos ausentes, otros no, también han encontrado sus sustitutos y por eso las cosas en el fondo nunca cambian.

Mal pinta el panorama, querido primo, por esta España que nadie sabe hacia donde va, lo mismo que en tu Venezuela querida, con tanto despotismo.

Tengo entre mis manos tu extraordinario libro:”El pecado de ser pobres” que escribiste hace más de treinta años, y me detengo en un párrafo donde aludes al lamento prolongado de Job que el relato bíblico describe así:


¿Por qué el Todopoderoso no se entera de lo que sucede y sus fieles no comprueban su justicia? Los malvados cambian los linderos, roban el rebaño y su pastor. Se roban el burro de los huérfanos, toman en prenda el buey de la viuda. Se arranca al huérfano del pecho materno, se toma en prenda el hijo del pobre. Los mendigos tienen que apartarse del camino, todos los pobres del país han de esconderse .Como los burros salvajes en el desierto, salen a buscar su alimento porque, trabajando todo el día, no tienen para sus hijos .Salen de noche a segar el campo y a vendimiar la viña del malvado.Pasan la noche desnudos, sin tener qué ponerse, sin un abrigo contra el frío. Están empapados por la lluvia de las montañas, sin tener donde guarecerse se sujetan a las rocas. Andan desnudos, sin ropa, y sienten hambre mientras llevan las gavillas. Con sed mueven el molino para exprimir el aceite y pisan la uva de los lagares. En la ciudad, gimen los moribundos, y los heridos piden socorro. Pero Dios no atiende a sus súplicas”.
“Este canto desesperado de Job nos muestra la radicalidad absurda de la pobreza. Es la miseria en su forma descarada. Pero como una primera aportación ya podemos sacar algunas conclusiones. Y la primera conclusión es que la miseria tiene una causa. Y que esa causa es la injusticia. La segunda conclusión es que hay dos clases de personas: los míseros y los causantes de la miseria. El relato de Job está planteado en términos totalizantes y en términos concretos. La miseria es un estado provocado. ¿Provocado? ¿Por quien? (…) La causa de la miseria es la explotación. Y quienes sufren esta explotación son: los pastores, los huérfanos, las viudas y los trabajadores en general. La queja de Job es justa: ¿Hasta cuando? ”

Honda reflexión, querido primo. Esto y más cosas están escritas en la biblia desde hace miles de años y tu las desmenuzas para mostrarnos lo que muchos no quieren ver, porque es molesto, porque vivir en la opulencia es la consecuencia de que otros vivan en la pobreza. Cierto es que la ciencia y la tecnología nos permite vivir más años y disfrutar más de la vida, aunque a medio mundo no. Cambian las formas pero no el fondo que es lo importante, porque eso solo cambiará, a mi entender, cuando la mente del ser humano haya cambiado, si es que dentro de unos miles de años ha cambiado, pero soy bastante escéptico.
Digo que las cosas no han cambiado sustancialmente, al menos en el fondo, desde hace miles de años, porque el relato de Job es de actualidad.
Hace miles de años que los griegos inventaron la democracia y nosotros la disfrutamos solo desde hace unos treinta y mira por donde esto se desmorona como en el tiempo de Job. La corrupción en todas su formas nos asedia, desde la costa” Malaya” hasta la gallega. Y solo nos enteramos de una parte. Y aparecen implicados miembros de todas las instituciones del Estado, y la Iglesia no se libra con sus escándalos de pederastia y otros por aquí y por allá. Alguien dirá: es que así es la condición humana. Ya, pero repitiendo el lamento de Job: “¿Por qué el Todopoderoso, en este caso terrenal, no se entera de lo que sucede…?”¿Qué medios pone para que esto no suceda? Y vemos que el lamento de Job, que es el de los curritos sigue vigente. Y los curritos se van al paro por cientos de miles, y Cáritas atiende en un año a un millón de personas desprovistas de todo, y en las puertas de las iglesias los domingos hay mendigos, de los que ya hablabas en este libro hace más de treinta años. Mientras tanto, los banqueros siguen engrosando sus cuentas, y otros siguen organizando monterías de lujo, donde acuden en coches de lujo, para terminar en banquetes de lujo.
Nunca la tecnología permitió crear tanta riqueza y almacenar tantos miles de millones en tan pocos años ¿Donde ha ido ese dinero? ¿Quien lo retiene para que ahora nos digan que hay que apretarse el cinturón por no decir que toca pasar hambre? ¿Por qué? Y termino repitiendo tu interrogante: ¿Hasta cuando?
Qué te voy a contar que tú no sepas, querido primo, si este camino ya lo anduviste tú, y conoces de sobra cada recodo, y cada cuesta, y cada llano.
Así vamos caminando, querido Adolfo del alma, y así te recuerdo yo en este día. Félix

30 septiembre 2010

Los/as mejores ministros/as del mundo

¿ Vaca loca?
En España, de un tiempo a esta parte, tenemos los/as mejores ministros/as del mundo, lo que pasa es que no sabemos valorarlos/as.
Tuvimos que enfrentarnos a la epidemia de las “vacas locas” allá por los años 2000 y 2001 y llegó la ministra de Sanidad del presidente Aznar, doña Celia Villalobos, alegre ella, que lo mismo se arranca por bulerías que por peteneras, dicharachera y cercana al pueblo, y nos advirtió con respecto a la epidemia:” En España existen mataderos clandestinos, sin inspección, que distribuyen carnes sin controles…por lo que recomiendo que consuman carnes con garantía… Le digo al ama de casa que no eche huesos de vaca cuando haga la comida, aunque ya no se venden, sino de cerdo”. Mayor sinceridad y cercanía al pueblo y al ama de casa es imposible. Esta deferencia yo la aprecio muchisimo.Pero yo creía que los mataderos clandestinos de mi infancia habían desaparecido, por lo que se ve hay gente muy apegada a las tradiciones y no quiere deshacerse de ellas, gobierne quien gobierne. Después dijo referente a la leche:”No me cansaré de decir que hay que huir de las gangas, por lo que para consumir leche de plena garantía hay que comprarla en establecimientos legales “.Y digo lo mismo: ¡Qué atención! Siempre advirtiendo, abriéndonos los ojos para no caer como pardillos. Y repito lo del apego a la tradición, ya que en mi infancia los lecheros le echaban agua a la leche y, los vinateros al vino, porque agua había mucha, pero claro, esta perra con que hay que mantener las tradiciones a toda costa ¡es la leche! y en eso la ministra no tiene culpa. Seamos justos. Porque esas tradiciones vienen de atrás, mucho antes de que ella fuera ministra.


" Soluciones habitacionales",baratitas,y sin vecinos.


Y después llegó Doña María Antonia Trujillo Rincón, ministra de la Vivienda, guapa ella también, con un amplio vestuario y una sonrisa de profiden, y tampoco la comprendimos cuando reformó su despacho en el ministerio para tener 77 metros cuadrados disponibles y mobiliario nuevo. Yo la entiendo, porque necesitaba espacio para recibir a mucha gente, no como yo que para mi y mi gatito las “soluciones habitacionales” que ella proponía a 20 y 30 metros cuadrados está muy bien visto, aunque ella tenga, según dicen, un piso de 300 metros cuadrados en Extremadura. ¡Qué menos! , si en Extremadura sobra terreno. Después se puso a regalar 10.000 zapatillas deportivas”Keli Finder” para que los jóvenes se patearan la ciudad en pos de un pisito de alquiler. Tampoco en eso fue comprendida, porque esto tiene un doble efecto para los jóvenes: encontrar vivienda y hacer deporte, que es cardiosaludable y viene muy bien después de hacer el “botellón” Así que se marchó del ministerio sin ser entendida.
El dinero que no es de nadie
Y llegó Doña María del Carmen Calvo Poyato, ministra de Cultura, guapa ella también, muy locuaz, con una nariz calcada a la mía, por lo que no descarto que cualquier día me nombren ministro de Cultura, y nos regaló una colección de frases fantásticas (no podía esperarse menos de una ministra de Cultura) No quiero extenderme en citar todas porque son muchas, pero me quedo con esta:” Estamos manejando dinero público y el dinero público no es de nadie”.Y muchos se rieron de esta aseveración porque no la entendieron. Por eso los miembros y miembras de este y otros Gobiernos se han servido de los servicios públicos; cogiendo un avión para llegar a tiempo a una corrida de toros. o un helicóptero porque una avispa le picó en el campo a la ministra, y aviones para aquí y para allá porque es rápido y cómodo; fiestas comilonas y más cosas porque el dinero publico no es de nadie y como hay mogollón ,lo normal es servirse. Esto no es nuevo pues a Franco le organizaban buenas monterías y más actos lúdicos con dinero de nadie ¡claro! Lo que hacen estos/as ministros/as es simplemente conservar las tradiciones. Para mi, queda claro. La ministra fue una incomprendida.

Llegó la nieve y paralizó España

Y luego llegó Doña Magdalena Álvarez, “Maleni” para algunos medios, ministra de Fomento, con Zapatero, muy bien maquillada siempre, elegantemente vestida, bien peiná, como diría ella, porque le gusta hablar como en su tierra; aunque a veces me cueste entenderla, le alabo el gusto porque a mi también me gusta hablar como en mi pueblo aunque a ella le cueste entenderme, pero esto es España, un país plural dice Zapatero, y singular digo yo. He aprendido mucho escuchándola, por ejemplo cuando dijo:”Antes partía que doblá”…”dicen que hablo mal, pero claro , cuido tanto hablar el hablar que hablo peor porque si hablara como siempre he hablao…y es que pienso más rápido que estoy hablando y entonces se me va el hilo…”O cuando quiso aclarar sobre la borrasca de nieve: “Si la borrasca cambió de una forma impredecible, no lo pueden predecir, pero si no lo predicen los que lo tienen que predecir, como piensan ustedes que lo vamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción.”
Eso es poner empeño para que los ciudadanos nos enteremos bien de tó.
Y dijo muchas más cosas interesantes como estas en su carrera, pero no voy a extenderme en eso. Hubo una nevada en Madrid y le echaron la culpa del caos, y salió en la tele para explicarse como siempre; y en Barajas también se armó un cacao, y salio a explicarlo, y luego se marchó a Rusia, no para hacer turismo, sino para enterarse bien como gestionan los rusos estos asuntos con nieve y frío. Se le han echado muchas culpas; que si se derrumban túneles en construcción, que si se abre un socavón en las obras de AVE, y muchas más desgracias, pero la culpa es de las constructoras contratadas o de las subcontratas de las subcontratas . ¿O no?
Me acabo de enterar que la han nombrado vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones. Estoy seguro que lo hará bien y algo apañará para casa, para España quiero decir, porque es lo que hacen todos; barrer para casa que eso va en el sueldo; a propósito, dicen que ganará 20.000 euros al mes, y otras dietas, libres de impuestos nacionales, bastante más de lo que yo gano al año, a lo que hay que añadir la paga de ex ministra. Creo que se lo merece porque están en esos cargos para servir al país y no para servirse, y eso es muy sacrificado.


Los brotes verdes en la ciudad

Y luego llegó Doña Elena Salgado Méndez, ministra de Economía y Hacienda, dos años más joven que yo, bien peiná como todas, con un vestuario envidiable, aunque no es guapa, posee sin embargo el mayor patrimonio de los miembros del Gobierno, y eso te cambia la cara. Le gustan los lugares bucólicos y por eso se compró una vivienda en Niza, pero es porque no conoce La Zarza, porque desde la loma del Cotorro se divisan las mejores puestas de sol, y la salida de la luna luego, y se ve la torre y la cigüeña, y Portugal, y cuando florecen los almendros, y la Osa Mayor, y la Vía Lactea,y las lágrimas de san Lorenzo y muchas más cosas. Y dijo en mayo de 2009:”En una semana se verán los brotes verdes de la recuperación económica”.Y también se mofaron de ella. Y tenia razón porque en el huerto de mi padre surgieron brotes verdes y hubo tomates, pimientos, berenjenas melones etc. y hubo frutos para toda la familia, y para ofrecer a la señora María, mi vecina, y a más gente y eso era la recuperación económica a escala nacional a la que aludía nuestra ministra con mucha razón.Y tampoco fue comprendida.

Una de las ideas deslumbrantes para ahorrar energia

Y después llegó Don Miguel Sebastian, ¡por fin un hombre!, ministro de Industria, y de más cosas, y nos encandiló con el regalo de dos bombillas de bajo consumo para el hogar. Además sugiere, para ahorrar energía, circular en bici y comprar coches eléctricos. Yo ya me he pedido un coche eléctrico para los próximos “Reyes Magos”, pues ya tengo bombilla y bici. Y sin embargo también ha sido criticado a pesar de estas medidas brillantes. Así somos los españoles de ingratos.
Sigo manteniendo que hemos tenido y tenemos los /as mejores ministros/as del mundo. Ahí está la ministra de Igualda, y más que se me olvidan.
.
Sinceramente, no veo a ningún ministro europeo ocupándose de los huesos de vaca o de cerdo y de las amas de casa, o dando tantas charlas en la tele para deleitarnos con su prosodia como Doña Magdalena Álvarez, ni informarle a la gente que el dinero público no es de nadie, ni advertir de los brotes verdes en primavera, ni regalar zapatillas ni bombillas a sus ciudadanos. No los hemos comprendido y por eso sospecho que se acabaron los regalos.
Ahora, yo sugiero a los jubilados que son unos 8 millones, que se unan para defender sus intereses, que 8 millones quitan y ponen presidentes a la hora de votar, y pedir, si quieren el voto, que como ya no andan en busca de piso y no necesitan por tanto zapatillas Keli Finder, que a cambio, la ministra de Sanidad conceda la gratuidad de los gastos por gafas de visión y por los gastos dentales (prótesis y resto de cuidados). ! Ah! y dos bombillas más para completar cocina, sala de baño. dormitorio y salón. ¡Qué menos! Pues como son de larga duración aguantarán una legislatura, o sea; cuatro años. Después ya veremos.
Nuestros/as ministros/as son los mejores del mundo y con esta estirpe de políticos podemos dormir tranquilos .Yo no lo dudo .Félix.

14 septiembre 2010

Recuerdo a José Luis

El sol caminaba hacia el horizonte y alumbraba los jugosos racimos de uvas de las viñas del entorno por donde circulabas con tu moto, tranquilo, como siempre, y de repente surgió la tragedia inexplicable empañando la tarde serena. Y nuestro pueblo una vez más, en este año aciago, se vistió de luto. Cuando me enteré del suceso por boca de Vicente, en su tienda, no pude reprimir un taco de rabia y dolor; porque éramos quintos y por tanto crecimos a la par, y juntos aprendimos los rudimentos de la vida; primero en la escuela de párvulos y después en la “grande" , como decíamos.
Y más tarde os mudasteis de casa y fuimos vecinos para compartirlo todo. Y un día los Reyes Magos te trajeron una armónica, y yo te escuchaba embelesado, y me la dejabas para que sintiera las vibraciones mágicas de la música al soplar. Hasta que un año, los Reyes me trajeron una y tu me enseñabas:” sopla así, después sopla pa rriba, así,” hasta que conseguimos entonar a dúo rancheras y pasodobles que a veces se entremezclaban con las esquilas de las ovejas al cruzar nuestra calle. Y seguimos creciendo y conseguiste el acordeón que tanto soñabas, mientras yo añoraba una guitarra que con los años llegó. Temprano nos unió la pasión por la música.
Y todos los quintos marchamos con nuestra juventud en pos de una vida mejor en la ciudad; tú en Madrid y después en Barcelona, yo en Paris.
Y regresamos al pueblo de vacaciones, y tu disfrutabas con el acordeón y yo escuchándote. Y pasaron los años y coincidimos en la mili en el cuartel de Caballería en Salamanca. Allí pasamos largos ratos recordando nuestro pasado y hablando de nuestras cosas entre chato y chato de vino. Y pasaron muchos años más y regresamos al pueblo; tú, definitivamente; yo, alternado con estancias en la ciudad. Y mira por donde, Jose Luis, el azar quiso que el otro día nos encontráramos inesperadamente en el centro de Salud de Aldeadávila; tu como usuario y yo como profesional sanitario y te atendí lo mejor que pude. ”Quien nos iba a decir, Jose Luis, cuando chavales ,tocando la armónica, que un día te iba a atender como sanitario.” “Anda, pincha y hazlo bien,” me dijiste, y entre broma y broma reímos un rato y volvimos a hablar de nuestras cosas… ¡qué pena…!por última vez. Y hace unos días, mi padre acudió a nuestro Centro de Salud seguido por el gatito fiel que aun está creciendo y tú, como vivías al lado, entraste en casa y le trajiste unas galletas que se comió en tus brazos. Ese eras tú: bonachón, persona de talante pacífico y de paz inquebrantable.
Hoy a pesar del dolor, me queda el consuelo que en esa otra vida que nos espera a todos, ajeno ya a las preocupaciones terrenales, habrás vuelto a entonar las melodías de siempre, y yo seguiré por los caminos que me toque transitar escuchando tu acordeón como lo hacías sentado en el borde le la ventana de tu casa o a la sombra del castaño indio, y sonarán como nunca en mis oídos aquellos pasodobles mágicos que salían de tus dedos como:”Suspiros de España”, y la “Campanera”.
La música que nos unió, nunca nos separará, querido amigo de siempre, querido José Luis del alma. Félix

05 septiembre 2010

En un ambiente tropical



Me estuve preguntando si lo que voy a escribir merecía la pena publicarlo en el blog. Después me dije: ¿por qué no? Así que este es el tema; una de esas anécdotas diarias que te surgen y que te dejan un rato pensativo.
Yo vivo en la selva. Bueno, quizás exagere y seria más apropiado decir que vivo en una zona tropical, en Madrid, sí, en la zona de Cuatro Caminos, que es algo así como el Caribe, lo que en sï no es ni bueno ni malo. Es cierto que a veces soy el único blanco de los paseantes en mi calle, y también es cierto que la variedad de las habitantes (porque me fijo más en ellas que en ellos) me resulta, cuando menos atractivo, pues estas chicas mulatas, exhiben con alegría sus tetas y culos, con perdón, tal como la Naturaleza las esculpió, a lo que ellas añadieron una sobredosis de su saber culinario, dando como resultado la exageración de algunas curvas, de lo que no me quejo. Esta variedad casi infinita en los volúmenes y las formas es lo que más me atrae: formas que van desde la modelito de pasarela hasta las damas enormes en todo, tan apreciadas por Federico Fellini, en gran abundancia por aqui. ¿Y por qé no cuidan su línea? Alguien me dijo que en el Caribe, especialmente los dominicanos, son muy sibaritas, y por eso estos resultados. Pero ellas no se acomplejan, y me parece muy bien, porque no hay por qué estar en contra de los michelines, pues lo bonito está en la variedad. Si en invierno los senos, vamos a decir así, desbordaban el cauce (ya le dediqué un relato), ahora con estos calores andan bastante desparramados, ofreciendo su color café con leche, o con más leche o más café, según el mestizaje, y siempre de una belleza sublime. Lo decía, la variedad es casi infinita, y es una suerte no tener que atravesar el Atlántico para disfrutar de estos atributos. Los traseros, vamos a decir así, los hay altos, bajos, respingones, provocantes, mareantes, desquiciantes, con ritmo o insulsos, por citar solo algunas de las variantes que se pasean por estos lares.
Y tras esta introducción voy a presentar la protagonista de este relato.
Acababa de atravesar el paso de peatones que une el mercado de Maravillas, en mi zona, con la acera de enfrente, cuando se presenta ante mí una dama, como tantas otras de tez canela, de entre veinticinco y treinta años. Hola, me dice con su acento caribeño tendiéndome la mano abierta. Yo alcé la vista para mirar su cara y su expresión casi infantil que reflejaba su mirada triste y preocupada. Vestía un pantalón de un tejido fino y ajustado que daba forma a cada pliegue caprichoso de la celulitis. Sus formas monumentales y bien trazadas, pues a pesar de que me sacaba dos palmos y pesaría el doble que yo, o sea unos 140 kilos, su cuerpo destilaba una cierta gracia.
¿Me da algo para comer?, me dijo mirándome con cara de pena. “¡Joder con la tía, me pide algo para comer!” Admito que me rompió los esquemas, me quedé desconcertado. Solté una carcajada por lo cómico de la situación. Sin embargo, mientras avanzaba, me arrepentí de mi reacción. ¿Y por qué no podía verse obligada a pedir para comer aunque su cuerpo almacenara reserva para un mes? Sabemos que hay mucha gente en paro y sin recursos, pero no es menos cierto que su exagerado sobrepeso incitaba a la mofa al pedir comida. Estos son algunos de los inconvenientes al darse a los placeres culinarios acostumbrando al cuerpo a la abundancia en exceso.
Proseguí mi caminar por esta ancha calle de Bravo Murillo. En esta zona, a falta de parques y salas de cine, algunos suplen esta ausencia sentándose en los bancos para ver cómo estas chicas pasean sus cuerpos sin camuflaje, sin trampa, embutidas a menudo en unos pantalones tan finos y ajustados que es lo mismo que si fueran transparentes, exhibiendo igualmente unos generosos escotes, dejando, con estos calores, los botones de la blusa desabrochados quedando a su libre albedrío estos atributos femeninos que nos muestran tan generosamente sus infinitas formas, su textura y color, esencias tropicales de esta juventud. Y para remate viene esta chica sobrada de sesenta kilos y me pide algo para comer. ¡Hay que ver!
De todos modos es un lujo poder disfrutar del ambiente tropical descrito sin moverte de casa. Es la otra cara de Madrid. Félix.

29 agosto 2010

Las victimas del ¿progreso?





Nací esta primavera y junto a mi hermano fui creciendo bien alimentada, pues mi madre nos mimaba con abundante comida que teníamos a discreción en la charca de al lado.
Ya habíamos alcanzado la edad adulta y llegó el momento de alzar el vuelo. Para ello pasamos largos ratos mi hermano y yo haciendo prácticas, dando saltitos y batiendo las alas bajo la supervisión de mi madre. Un día en uno de los saltos se me enredó en una pata una gruesa cuerda que no sé por qué motivo en algún momento mi madre colocó al borde del nido. Quise deshacerme de ella pero cuantos más movimientos hacia para desliarme, más firme quedaba atada. Mi madre solo pudo desenganchar el otro cabo que pendía amarrado a un palitroque del nido. Mi hermano cansado sin duda de esperar a que me decidiera a volar alzó el vuelo y se marchó. A los pocos días decidí lanzarme al vacío con el incordio de la cuerda .Planeé un buen rato y disfruté de la libertad sorteando el viento hasta casi olvidarme de lo que llevaba colgando. Al cabo de un rato me propuse tomar contacto por primera vez con la tierra, posándome en una finca cercana al nido. Mi nula experiencia en el vuelo me llevó a una trampa de la que no pude escapar. Al tomar tierra la cuerda se enganchó en una alambre con púas, que me llevó a caer de bruces sin saber muy bien lo que ocurría. Hice denodados esfuerzos para liberarme dejando incluso un reguero de plumas en la batalla y exhausto, me tumbé en el surco convencido de que no tenía escapatoria. Las horas pasaban, hacia mucho calor y permanecí tumbada intentando recuperarme. Desconcertada por lo que me ocurría intenté de nuevo liberarme pero no me tenia de pie y perdí toda esperanza de salir del atolladero.
La tarde avanzaba bajo un sol abrasador cuando vi acercarse una persona. Tuve miedo y temí por mi vida ya que nunca había tenido a nadie tan cerca, pues mi madre, cuando pasaba alguien cerca del nido nos acurrucaba en el fondo para preservarnos de cualquier agresión. Al ver el hombre a mi lado me quedé casi paralizada de miedo y no me atrevía ni siquiera a mover los ojos. La persona comenzó a hablarme, después pasó suavemente su mano por mi cabeza y el resto del cuerpo y al sentir una sensación agradable comencé a perder el miedo. Me tomó en sus brazos para deshacer los nudos que se habían formado en mi pata y al cabo de un rato me sentí liberada de la tirantez de la cuerda. Me extendió las alas y miró detalladamente todo mi cuerpo para ver si estaba herido. Solo tenía unos rasguños en el pescuezo por el desplume. Me levantó pero no me tenía en pie. Me tomó en sus brazos y me alzo alzó al viento para que emprendiera el vuelo pero caía de nuevo en sus brazos. Convencido de que no tenia fuerzas para moverme me colocó confortablemente sobre unas pajas en el surco, me acarició de nuevo y se marchó. Permanecí todo la tarde sin moverme. La noche refrescó el ambiente y al amanecer me sentía con algo de fuerza. Me levanté pero no pude andar más de veinte metros. Permanecí de pie pero agotada por el esfuerzo y el ayuno prolongado mis patas flaqueaban hasta que caí de nuevo en el surco convencida de que nunca más me levantaría.
La mañana avanzaba, el sol comenzaba a calentar cuando de pronto vi llegar de nuevo a la persona que me desató. Ahora ya no tenía miedo porque sabía que quería ayudarme. Se agachó y comenzó a hablarme y a pasar su mano suave sobre el plumaje. Esto me aliviaba pero sentía que se acercaba el último momento. La persona comprobó sin duda mi situación crítica y al no poder hacer más por mí se marchó. Abrí grade los ojos para verlo alejarse a pesar de mi vista borrosa.
Comencé a recordar los buenos momentos de mi infancia: cuando la lluvia arreciaba y madre nos cobijaba bajo sus alas. Después no llovió más y el sol brillaba cada mañana. Un día mi hermano y yo nos disputamos una culebra que trajo madre, tirando uno de cada extremo hasta que madre, con su pico, la troceó en dos y se acabó la pelea. Fui muy feliz durante mi infancia pero ahora me siento desamparada y derrotada. Ya solo albergo la última esperanza de que vuelva la persona que me hizo descubrir el placer da las caricias, y me gustaría volver a sentir esas sensaciones tan agradables para quedarme al tiempo dormida para siempre. Félix

22 agosto 2010

Tres mundos en un mundo


El chico del cementerio

Vivía yo en los años 70 en las afueras de Paris, en Clamart; un municipio residencial de clase media y media baja donde alternaban chalets antiguos y edificios, algunos modernos de cuatro o seis plantas. Reinaba un ambiente tranquilo y se podía disfrutar del tupido bosque que jalonaba la zona Este en cuya orilla se hallaba el cementerio, pulcramente acondicionado y atendido por un matrimonio que compartía con su hijo una casita dentro del cementerio, entrando a la derecha.
Un día de invierno, aprovechando la excepcional mañana soleada, paseaba junto al cementerio y entré para curiosear y respirar, a la vez, esa paz perenne propia de estos lugares. A unos diez metros de la casa, el chico de unos doce años jugaba entre tumba y tumba con su gato negro con manchas blancas. Mi presencia en absoluto les molestó. Enredaban con toda naturalidad, como si estuvieran en su casa, o en el campo o en cualquier otro lugar. El gato brincaba de tumba en tumba, se agazapaba, saltaba realizando divertidas piruetas y arrancaba después a toda velocidad volando entre sepulcro y sepulcro para aterrizar en las piernas del chico que lo esperaba sentado en un panteón. Lo acariciaba por un momento y el gato salía de nuevo disparado para reanudar el juego.
Permanecí absorto un rato disfrutando de tan improvisada como divertida escena. Proseguí mi caminar y de repente me asediaron infinidad de interrogantes ante lo que acababa de presenciar. ¿El chico habría nacido en la casita? Por aquellos años no era imposible. El chaval acudía a la escuela pues era obligatorio y, entonces: ¿Sus colegas sabían que habitaba en un cementerio? Porque es de suponer que no los invitaría a su casa para celebrar un cumpleaños, por ejemplo; o a lo mejor sí. ¿El hecho de vivir en semejante lugar seria marginado por sus compañeros de clase o al contrario recibiría comprensión y afecto por haber corrido suerte tan insólita?
Transcurrida la adolescencia es de suponer que se emanciparía. ¿Qué efecto habría causado en su equilibrio psicológico sabiendo que el entorno donde pasamos la infancia moldea casi siempre de forma definitiva parte de nuestro sentimientos? Porque en su mente quedaría grabado para siempre los panteones nevados como único horizonte, o los árboles que lucían sus hojas variopintas en otoño antes de caer y transformarse luego en hojarasca entre las tumbas y los paseos, y quizás ayudara a su padre en la tarea de limpieza ¿Y como habría asimilado los repetidos entierros siempre acompañados de tristeza y llanto? ¿Habría conseguido cubrirse de tan sólido caparazón para que esos momentos tristes no le afectaran en absoluto?
¿Y si realmente hubiera nacido en el cementerio? ¿Lo expresaría con toda la naturalidad?
Infinidad de interrogantes que solo él podría dilucidar.

La chica del garaje.

Cerca de mi domicilio, en la céntrica zona de Cuatro Caminos, en Madrid, hay un pequeño garaje donde el jefe, que parece ser el dueño también, realiza lavados de coche, algún cambio de aceite y repara pinchazos, ayudado por un señor que ronda los 65 años. En el interior cuatro columnas metálicas sostienen en la zona central parte de las tres plantas del edificio, lo que dificulta la maniobra de los coches. En el fondo adosado al muro se eleva a poco más de metro y medio del suelo, un cuchitril de unos tres metros de ancho por unos ocho de largo y dos de alto, con dos ventanucos mirando al taller. Supuse que en ese lugar almacenarían los accesorios del taller. Un día cuando me lavaban el coche, vi a una chica de entre diez y doce años, que corría el visillo detrás del ventanuco para echar una ojeada al taller. ¡Caramba, pero si ahí vive gente!, me dije. Inmediatamente surgieron los mismos interrogantes que en el caso anterior ¿Vivirá sola, con su madre, o con ambos padres? Parece que viven como en secreto y no he conseguido ver entrar ni salir a nadie de la extraña vivienda.
¿Sabrán sus amigas que vive en un garaje? ¿Cómo planificará su vida social con sus amistades? ¿Será feliz viviendo en tales condiciones?
Tantos y tantos interrogantes quedarán en el aire sin respuesta.

La niña de la tienda.

Cerca del garaje citado anteriormente, y esta vez en mi calle concretamente, hay una tienda de chinos, de las que surgen como setas de un tiempo a esta parte. Regenta el negocio un matrimonio joven, de origen chino, con dos hijas; la mayor de unos siete años y la pequeña de poco más de uno. El local es rectangular, de unos siete metros de largo por unos tres de ancho. En el centro unos estantes reducen el espacio dejando simplemente un pasillo en forma de U. En la entrada, junto a la caja, hay una cámara frigorífica repleta de productos frescos o congelados.
He observado que la niña de siete años, salvo el horario de escuela, pasa todo su tiempo en la tienda, desde las diez de la mañana hasta el cierre a las once de la noche todos los días de la semana. Es una niña de rasgos finos, de cutis de seda joyante que confiere a su rostro una belleza exótica muy atractiva; con una mirada de esas que en décimas de segundo han escrutado lo esencial y fingen no haber visto nada distrayendo luego la mirada hacia el suelo. Es sobre todo una niña hacendosa,” hecha para el hogar”, dirían los antiguos; porque no cesa de colocar botellas y botes de bebidas por aquí, latas de conserva por allá, recoge las barras de pan y las ordena, siempre atenta a lo que algún cliente ha desordenado y cuando termina se sienta al lado de la cámara frigorífica y vigila como quien no quiere la cosa, con su mirada felina y disuasiva, a los clientes, por si a alguien se le va la mano donde no debe… Luego se ocupa de su hermana, la aupa a duras penas, se sienta al lado del arcón de frío y le comenta cosas en su lengua y ríen; me imagino que algún cuento chino.
Meses más tarde su madre queda embarazada. La niña le ayuda en todas las tareas. La madre en su estado de gestación avanzado descansa a menudo en el único sitio disponible que es junto al arcón. Muchas veces pienso que al pasar largos ratos allí sentada, el feto debió ir asimilando el runrún de la cámara frigorífica como algo relajante. Por fin nace el tercer niño y durante la ausencia de la madre la niña colabora con su padre como una empleada más. Semanas después aparece la madre por la tienda con su niño en el carrito que coloca ¿dónde?, al lado del arcón, donde a buen seguro, duerme con el runrún familiarizado ya desde que estuvo en el vientre. La niña se ocupa de la hermana pequeña mientras su madre lo hace con el bebé. Cuando el niño ha crecido, la niña se ocupa de los dos peques, sin olvidar sus “obligaciones” en la tienda. En ese ambiente exclusivo, la niña mayor va creciendo, supongo muy feliz, a tenor de su semblante, aunque su mundo sean los veintitantos metros cuadrados de la tienda que, imagino, son suficientes para ser plenamente feliz, dato que solo ella podría confirmar.
¿El hecho de desarrollar su infancia alejado de los patrones que rigen la vida social en cualquier urbe, como en los tres casos citados, interferirá en el equilibrio psicológico? O por el contrario, esto no afecta en absoluto al estado emocional ni causa desorden psicológico alguno siempre que vivan con los padres y estos correspondan con la atención y el cariño suficientes.
Pudiera equivocarme, pero creo en lo último. Félix

14 agosto 2010

Al paso de los dias

Finales de julio y primeros de agosto. Muchos ciudadanos, los que pueden, han emprendido el vuelo para disfrutar las vacaciones y comienza el éxodo huyendo del ajetreo agobiante de las grandes urbes. El santoral dice que hoy se celebran los santos: Abdón de Roma, Pedro Crisólogo y Senén. Lo de Senén me resulta raro y familiar a la vez. Inmediatamente aflora el recuerdo de un Senén, el único que he conocido en mi vida; un joven que se afincó en La Zarza con sus padres allá por 1958, cuando la construcción del Salto de Aldeadávila. Yo creía a mis diez años que lo de Senén era un mote o algo así, y hoy descubro la verdad.
Voy al banco y compruebo que en mi nómina me han ingresado quinientos euros más de lo que esperaba. Me llevo una gran alegría. Lo contrario que si me hubieran ingresado quinientos de menos ¿Esto afecta a la salud? Pues claro que si. En el primer caso salgo del banco casi brincando de alegría y en el segundo hubiera salido echando pestes contra la sociedad que nos explota sin piedad. Habría que tener la mente de Dalai Lama para escapar a estas reacciones y permanecer impasible en ambos supuestos. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero eso lo dicen los millonarios o quienes viven sobrados de dinero y muy probablemente su posición no les aporte felicidad alguna, con lo fácil que les seria ser feliz repartiendo dinero; y en contados casos algún millonario se ha atrevido dejando su fortuna para el personal de servicio, pero después de muerto, aunque esto no le resta mérito.
Oigo la radio y cuenta que el paro ha subido en más de treinta mil personas. Mal augurio, precisamente en plena campaña turística.
Paso por delante de una iglesia de las antiguas, con su gran bóveda y tal, porque me gusta visitar esos lugares donde se respira la quietud, la paz, atavismos quizás de la infancia. El párroco está oficiando la misa. Hay poca gente, quizás una treintena de fieles. El calor se ha instalado ya dentro y las mujeres se abanican. En uno de los pasajes de la misa el párroco pide una oración por los parados; por los que atienden a los enfermos; por los que participan en oenegés. Eso está bien, me digo, pero si yo fuera él hubiera continuado pidiendo una oración para que el pueblo elija bien a sus gobernantes y no se deje engañar; para que sus gobernantes se ocupen del pueblo; siempre, no solo cuando les aprietan las clavijas, en caso de que esto haya sucedido. Y una oración para que, cuando no haya gobernantes solventes, el pueblo tome una decisión sabia. Es tiempo de rogar para que la justicia sea justa, y para que a quien menos tiene, se le deje lo poco que tiene. Es tiempo de rogar para que lo que les sobra a unos, no sea la consecuencia de lo que le falta a otros. Es tiempo de rogar.
Antes de salir de la iglesia observo la fe de los allí presentes: unos rezando ante una imagen de la Virgen y a continuación tocando con la mano la peana de madera llevándose después los dedos a los labios como último vinculo espiritual; otros ofrecen una moneda, manifestaciones que cada cual expresa con la convicción de ser atendido por los que rigen nuestro destino más allá de los hombres. Yo también confío en el amor de los de allá y los de acá y, con el cura o si él, ruego para que así sea.
Es tiempo de rogar. Félix

06 agosto 2010

Escuchando la naturaleza


Un atardecer de julio cuando el crepúsculo avanzaba, decidí tomar el fresco en la terraza del huerto que está pegado a la casa de mis padres. La terraza se eleva casi dos metros sobre el nivel del suelo ofreciendo una excelente vista panorámica. De izquierda a derecha, entre las casas esparcidas y la terraza median unos prados que ofrecen su frescor y aroma. A mi izquierda un prado alberga un chopo solitario tan alto como la torre de la iglesia que se yergue ahora frondoso y recuperado tras sufrir el acoso de un rayo hace un tiempo. En el centro, nuestro huerto se prolonga hasta el prado contiguo. A mi derecha, en el huerto dejado de la mano de Dios por su dueño, crecen desordenadamente zarzales y todo tipo de maleza, dando cobijo a toda suerte de bichos. Un día entrada la noche, vi un erizo encaminarse hacia un matojo de lechugas. El año pasado, mientras mis padres descansaban en la terraza, los visitó una culebra bastarda que intentó huir por un agujero en la pared pero mi padre, a sus 88 años, antes de que se colara del todo, la enganchó por la cola y tirando con todas sus fuerzas se hizo con ella para darle su correctivo. Esta primavera otra culebra entró en la cocina sin ser invitada, así que mi padre cuando la vio, con la ayuda de mi hermano Chuchi, la despachó sin contemplaciones. Los japoneses la hubieran cocinado directamente.
Como se ve, esto si que es estar rodeado de la auténtica naturaleza.
Enfrente de mi, a unos cien metros, la silueta del torreón con su reloj se yergue majestuosa por encima de los tejados. La brisa agita las hojas del chopo que en su baile incesante reproducen un frufrú agradable y relajante en medio del silencio casi absoluto. La noche se ha adueñado del entorno. Las luces que enmarcan las ventanas parpadean de vez en cuando dejando adivinar el supuesto trasiego de la cocina al salón. La brisa es cada vez más fresca y en mis brazos aflora la carne de gallina. Los centenares de gorriones que se han refugiado en los zarzales del huerto abandonado han cesado su algarabía y duermen ya. El silencio va ganando terreno; solo me llega el eco lejano y entrecortado de unos chavales que juegan en el entorno del ayuntamiento. La brisa me trae bocanadas de fragancias refrescadas entre las parras y otros frutos del huerto. Una veintena de ovejas se han tumbado bajo el chopo, apretujadas, formando un circulo compacto para pasar la noche .Una tose de vez en cuando. Había olvidado ya que las ovejas también tosen. Después vuelve el silencio. Del laurel que tengo a diez pasos, dos ramas casi juntas despuntan en el centro por encima del resto ,cual dos brazos alzados con las manos abiertas que quisieran atrapar en su cuenco el lucero que brilla intensamente en el fondo. La luna que luce su escueto cuarto menguante se desliza lentamente hacia el horizonte entre el chopo y el laurel. Los chavales han callado. Contemplo por encima de mi cabeza la Osa Mayor, y más lejos la estrella Polar que cuando niño mi tío Indalecio me enseño a localizar. Las dos últimas ventanas que lucian se apagan .La gente duerme, los pardales también, y las ovejas, y la paloma que anida en el chopo; todo parece seguir el ritmo impuesto por la naturaleza como una sinfonía perfecta. La brisa no cede y solo el frufrú suave de las hojas acuna mi espíritu que sueña envuelto en la quietud de la noche. Hace media hora que el reloj dio las once; y dos que contemplo sentado en la terraza, mecido por la brisa y respirando las fragancias, la transición del crepúsculo a la noche cerrada, y creo que es hora de retirarme a mis aposentos como el resto. Pienso que si tuviera la cama al lado me dormiría al segundo. Recojo la silla y al mover una planta cercana me percato de que no todos los seres de mi entorno duermen, puesto que una luciérnaga ha encendido su lamparilla de noche de un blanco verdoso y parece feliz en su morada. La contemplo durante unos segundos para ver de donde saca esa luz tan intensa. Pero no descubro el misterio. Le deseo una feliz noche. Hincho los pulmones con el aroma fresco y me retiro para seguir el ritmo de la naturaleza y recordar por un instante que así lo hacían mis abuelos. Escucha la naturaleza, me decía mi abuelo, y es lo que he hecho durante estas dos horas en la terraza en esta noche fresca del mes de julio. La noche continúa cumpliendo con su función purificadora. Cuando despierte el alba todo será más puro y comenzará paulatinamente el trasiego de las gentes, el aire se contaminará de nuevo, pero siempre acudirá la noche con su tamiz purificador. Por eso siempre que puedo, en esta época veraniega, al caer la noche, procuro instalarme en la terraza para asistir a ese espectáculo lleno de penumbras, de aromas, de sonidos, y después de silencios cuando la noche lo ha cubierto todo con su manto y ya todo duerme en paz.
Camino de mi habitación canturreo mentalmente aquella melodía del incomparable Carlos Gardel:Silencio en la noche/ya todo está en calma/el músculo duerme /la pasión descansa. Descanse también en paz el gran Carlos.

Félix.

29 julio 2010

La hora del Ángelus


El crepúsculo invitaba a la oración y era entonces cuando las campanas entonaban el sonido que se expandía por las calles, por los prados, y hasta donde el campo lo acogía invitando al recogimiento a quienes estiraban la jornada laboral .Era el toque del Ángelus. En mi llevo el son de las campanas anunciando el ángelus porque su tañido, hoy mudo, son otras tantas escenas cotidianas que sellaron en mi mente el ajetreo, el trasiego, la alegría o la tristeza, el lamento, la esperanza, la resignación, la ilusión, la lucha por la supervivencia, la amistad, la solidaridad, la satisfacción del deber cumplido de las gentes que compartíamos el universo que nos identificaba como habitantes de un mismo lugar.

Y un atardecer de tantos, al sonar las campanas, mi tío Indalecio paraba la yegua jabonera y se santiguaba, porque mi tío fue un santo y como tal murió; después volvía a lanzarla al galope hasta entrar en el pueblo, mientras yo dando botes a la grupa, agarrado con todas mis fuerzas a su cintura, disfrutaba de la velocidad cortando el viento en un atardecer de verano.
Bueno, Andrea, me marcho porque ya suena el ángelus y tengo que preparar la cena, se exclamaba la señora María que se había detenido un momento en la calle para chismorrear los aconteceres del día.
Vamos a cerrar la panadería que ya toca el ángelus, me decía mi abuelo Ángel, que no por eso era más creyente porque él tenía sus propias creencias.
Con el toque del ángelus regresaban al pueblo los labradores tras una jornada agotadora, con su hoz aun caliente empuñada o en las alforjas, con el sombrero en la mano para ventilar el pelo sudoroso y soñando con un buen chapuzón de agua fresca.
El rebaño de cabras regresaba del campo y cada cual se apresuraba a ordeñar la suya procurando no derramar ni una gota porque era nuestro oro. La piara de cerdos también regresaba del campo y cada cual volvía a su cuadra.
Otra señora María, porque Marías eran casi todas, como descubrí el día que bautizaron a una de
mis hermanas cuando el cura dijo: yo te bautizo con el nombre de Teresa, es decir María Teresa, y mis padres aceptaron su sugerencia, y así fue durante su mandato. Decía que la señora María, vecina de mi tía Casiana, porque conviene decir que,Mría a secas ,solo habia dos o tres,se detuvo para santiguarse al son del ángelus y proseguir su camino hacia la tienda . Aunque la vi de espaldas ,sabia que era ella porque desde bien pequeños habíamos desarrollado la capacidad de identificar las personas en la penumbra de la noche, por su silueta, sus andares, la cadencia de la marcha, características inconfundibles de cada persona.
El ángelus era la hora en que el tío Arcadio cumplía con su ritual liberando al burro de su albarda, y al mulo de su collera, y se despedía con una palmadita en el lomo
:a descansar amigos que mañana nos espera otra vez el campo.
Era la hora en que las gallinas se acomodaban en el palo del gallinero y me sorprendía verlas dormir de pie sin caerse, apoyadas sobre el palo, algunas en equilibrio sobre en una sola pata.
Era la hora en que se encendían en la calle las luces mortecinas que alumbraban no más que la luna Llena.
Era la hora en que los adolescentes esperábamos cruzarnos con la chica deseada porque entre dos luces la timidez se diluía.
Era la hora de todos: de los presentes y de los ausentes, de la meditación, de la plegaria, del recuerdo, y a menudo el cielo se unía con su explosión cromática ofreciendo con el último fulgor las pinceladas de nubes densas o deshilachadas, desvaneciéndose en una estela rosa anaranjada, o malva, o violeta, o púrpura, o color ceniza o color berenjena, hasta fundirse el la oscuridad cuando
ya las campanas descansaban también.
Por eso en cualquier lugar que me encuentre, cuando el crepúsculo me regala esa sinfonía de colores que son otros tantos estados de ánimo por los que uno puede pasar, oigo las campanas de mi pueblo y todas sus gentes que fueron haciendo camino al son del ángelus.
El Ángelus era sobre todo mi abuela Pepa, devota a cual más, y buena como el pan, cuando siempre al primer toque, en el umbral de la puerta, se santiguaba, me invitaba a imitarla, abría su libro de rezos, recitaba una antífona, me tomaba de la mano y comenzaba la oración que repetía con ella:

El Ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve María

Después de terminar me decía: conviene siempre estar en paz con Dios y limpio de pecado, hijo, porque no sabemos cuando nos llegará la hora final.
Tenia más fe en sus consejos que en los del cura. Quizás tuviera algo que ver, cuando en invierno, cada mañana llamaba a su puerta y salía casi a hurtadillas con el regalito bajo el delantal como quien protege un tesoro: Toma ,hijo ,el pucherito de leche para que desayunéis. Y Quizás por eso, la hora del Ángelus me evoca siempre el alma de mi abuela Pepa, que en gloria esté. Félix.



23 julio 2010

La niña de tez canela

El último domingo de junio el cielo madrileño amaneció encapotado y al calentar menos, aproveché para fundirme en la muchedumbre abigarrada y cosmopolita que deambula en torno a la glorieta de Cuatro Caminos. De pronto me crucé con un grupúsculo de niños y niñas custodiados por dos adultos jóvenes. Me percaté de que una de las niñas de unos diez años era mi vecina, que hasta hace unos días vivía con sus padres en casa de su abuela, debajo de la señora María; más atrás cerraba el grupo otra hermana de unos siete años la cual, al verme, y antes de que yo me enterase de su presencia, me dio con su mano un toquecito cariñoso en mi brazo. ¡Hola!, ¡no te había visto! , le dije sonriendo. No me contestó pero en el brillo de sus ojos se leía su respuesta:”No te digo nada, no es porque no quiera, es que algo en mi interior no me deja expresar mis sentimientos desde aquella noche en que mis padres se disputaron y rompieron la loza y unas sillas y entonces a la una de la noche, mi madre nos cogió de la mano y marchamos a dormir en la calle de al lado, en casa de unos amigos, y aunque no te diga nada me alegro de verte”. Su hermana mayor, de unos once años, arrastra en su comportamiento introvertido y huidizo el trauma ocasionado por las continuas trifulcas de sus padres y la ausencia periódica de su padre por motivos poco “católicos”…
Son inmigrantes del otro lado del charco, y vecinos desde que vivo aquí. Unos tres metros separan su ventana de la mía en el hueco del patio. He pasado infinidad de momentos charlando con las niñas de ventana a ventana, divirtiéndome tanto como ellas, pero sobre todo con la pequeña, de tez canela, que es más juguetona. La familia sigue creciendo y tienen otra hermana para seguir jugando.
¿Por qué los niños tienen que ser las victimas inocentes de la falta de sensibilidad de los adultos y de padres irresponsables? ¿Cuales son las causas de tanto desvarío? ¿Por qué las sociedades consideradas ricas y avanzadas, como la nuestra, no protegen más la fragilidad de los niños ante situaciones indeseables? Los interrogantes serian interminables al respecto. Y ocurre que en el siglo XXI y en sociedades llamadas civilizadas, no se le da una respuesta adecuada a estos problemas sociales, invirtiendo sin embargo, cantidades ingentes de dinero en temas de ocio y despilfarro, por qué no decirlo, para seguir creyendo que vivimos en un mundo maravilloso.
Vivimos en el primer mundo, otros viven en el llamado segundo o tercero o tercermundista. Da lo mismo las etiquetas. En todos hay niños que sufren, y en ninguno ellos son culpables de lo que les ocurre. En el Tercer mundo los niños pasan hambre y muchos mueren acosados por la hambruna, la explotación y las enfermedades. A la mayoría no les falta el cariño de los padres pero es insuficiente.
En el Primer mundo, el nuestro, los niños están más gorditos, a veces demasiado y, sin embargo, esta necesidad básica tampoco es suficiente ya que a muchos les falta la otra: el cariño y el equilibrio psicológico. Hambre allí, pena y trastorno aquí.
Me he alegrado esta mañana cuando me crucé con mi ex vecina, la niña de tez canela que me dio disimuladamente un golpecito cariñoso en el brazo, mientras en sus ojos brillaba una luz de esperanza.
Hay lenguajes más claros, más profundos, más expresivos, que transmiten más emociones que la mismísima palabra.

Este relato hubiera acabado aquí si no me hubiese encontrado de nuevo con la protagonista días después.
Uno de los días que prestaba mis servicios en el botiquín de una piscina municipal, próxima al domicilio, me encontré con un grupo que acudía a bañarse y me llevé una grata sorpresa cuando la niña de tez canela, acompañada de su hermana me saludó ufana. Me senté en el banco a su lado. El otro día te hablé cuando ibas con tu grupo y no me dijiste nada –le dije, para iniciar la conversación. Se quedó mirando al suelo, pensativa. Después de un largo silencio, poco a poco se fue desinhibiendo y comenzó a contarme las actividades del grupo así como otros proyectos con salidas al campo. Después de haber charlado un rato distendidamente la dejé que siguiera con sus compañeras/os disfrutando de su particular universo, y me despedí. Me dio un beso, lo que interpreté como un gesto de total confianza y cariño. Pocos días después, cerca de mi domicilio, al doblar una esquina me encontré de sopetón con ella. Alzó los brazos al cielo, y sin que me diera tiempo a reaccionar, con una rapidez felina, se lanzó a mi cuello para agasajarme con un abrazo entusiasta ante la mirada de su madre, su abuela y su hermana mayor. Reconozco que me ruboricé un tanto por tan efusivo como inesperado saludo .Acto seguido, su madre me comentaba que le había dicho que me había visto en la piscina vestido de blanco.
Si, mamá, era Félix.
¿Qué Félix?
El vecino, mamá, insistía mi hija. Y en ese plan estuvimos un momento parloteando. Nos despedimos habiendo reforzado un poco más nuestra amistad. Nos hemos vuelto e encontrar en la calle y siempre me ofrece un cariñoso abrazo.
Me alegro de que deje fluir sus sentimientos y relegue a lo más profundo de su mente esos momentos que le robaron de felicidad, aunque en realidad, haya secuelas difíciles de borrar.
Queda claro que el cariño es la medicina que todo lo cura, o mitiga al menos el sufrimiento.
Y pensar que remedio tan barato se prodiga tan poco. Es lo que creo.
Félix.

22 julio 2010

Hay que seguir celebrandola







Me acerqué a la Puerta del Sol de Madrid para posar junto a la copa del mundo ganada por nuestros campeonísimos.Tras sufrir la espera en una cola que parecia interminable,por fin ,me fotografié junta a la copa bien custodiada en su urna.Durante la espera,en la cola ,hice amistad con una chica argentina que estaba de paso y una señora de Costa Rica afincada en Valencia.Tuvimos tiempo de repasar la historia de España y a traves de la conversacion todos conicimos un poco mejor el pais de cada cual.La foto no fue muy conseguida ya que te despachaban volando y no se podia repetir ninguna toma,pero lo fundamental es el testimonio,que unos y otros ibamos plasmando despues en el libro visitas.¡Que siga la fiesta!
Félix.


17 julio 2010

Por fin se hizo justicia




Por si alguien lo dudara, tras este campeonato del mundo de futbol, queda confirmado, al menos para mí, lo del pan y circo. A lo emperadores romanos, autores del invento, les duró el juego de su circo muchos decenios hasta que el Imperio se derrumbó hace ya casi 2000 años. Quien diría que ese modelo serviría para el nuevo Imperio: el de la globalización del futbol. Aunque el pan no llega a todos lugares el futbol si, o al menos en eso andan los FIFOS y las FIFAS. Los niños desnutridos podrán al menos disfrutar del Dios futbol. Sé que este imperio también se derrumbará, pero ¿en cien años, en quinientos? Becerro de oro, balón de oro. La adoración está asegurada. Pan y circo, pan y futbol .En España tenemos todo: el pan, el circo y el futbol. A propósito, el nuevo presidente del Barcelona dice que la salud del club anda muy tocada, (económicamente, se entiende) y añade para que no cunda el pánico:”otros grandes clubes andan igual de malitos.” Ya lo sabíamos. Lo que también sabemos es que no hay dinero, al menos el necesario, para ayudas sociales, ver Ley de Dependencia etc.
Pero hablemos de futbol que es lo que toca ahora.
Los presidentes de los gobiernos se manifiestan y hablan de futbol como si fura un asunto de Estado, pues en algunos casos si lo ha sido: La presidenta de Chile salió a la primera plana para felicitar al equipo de chile que ha llevado algo de alegría a un país que ha sufrido la tragedia de un terremoto. En Méjico saltaron chispas y fue un asunto nacional porque Argentina metió un gol en fuera de juego. En Francia tras su desastrosa participación, el presidente Sarkozy llama al orden a todos los responsables. Nosotros estuvimos a punto de la catástrofe porque el árbitro dejó a los suizos darnos leña para todo el invierno y gracias a eso y la suerte nos ganaron, y en la final, ese mismo árbitro, o lo que sea, ya no dejó a los holandeses dar leña sino coces como una mula resabiá. Todo esto ha dado la vuelta al mundo cada minuto, porque así está diseñado por los nuevos emperadores de la FIFA y otros ayudantes.
Lo bueno y lo único diría yo, es que ganó merecidamente España. Si España. Todavía andan los nacionalistas de esas pretendidas nacioncitas sacándole punta para ver si se puede decir:”Campeona del mundo de fútbol…Esp…no, no; el Estado Español. Porque en esas andamos, o andan ellos, discutiendo si son galgos o podencos y mientras tanto la casa sin barrer. Y mira por donde apareció el pueblo callado, el de verdad, no quienes nos gobiernan y dicen representarnos,no, el pueblo auténtico, al que ellos temen y no se atreven a pedir un referendo para reclamar la independencia porque saben que lo perderían. Y el pueblo salió a la calle, invadió plazas y balcones con banderas de España, y se oyó el grito de:”Yo soy español, español.” Y nos abrazamos unos y otros orgullosos de ser españoles. Me he alegrado lo indecible y he participado de la fiesta porque el fútbol ha conseguido en España lo que no han conseguido nuestros gobernantes que es remar todos en el mismo sentido. Por una vez y sin que sirva de precedente ¡bendito futbol! Yo lo celebré en La Zarza y en Aldeadávila, y cuando he regresado a Madrid por todas las poblaciones he visto ondear la bandera españolas en infinidad de lugares. Yo digo lo mismo que nuestro Rafa Nadal:”esto hay que seguir celebrándolo durante un año.”Pero la política va a emponzoñarlo todo pasadas las vacaciones. Visto lo visto, estoy por apuntarme a un equipo para seguir el futbol. Félix

22 junio 2010

Recordando a mi primo Adolfo.

Hoy hace, querido primo, dos años que nos dejaste, pero para quienes compartimos tantos momentos inolvidables contigo, sigues con nosotros, de modo que vamos caminando juntos porque los recuerdos permanecen más vivos que nunca.Y seguiré hablando contigo de esa otra manera como prometido.
Hoy quiero estar contigo y vivir juntos uno de los días que le dedicaste, pues no dejaste de hacerlo, a las gentes más humildes, a los desahuciados, a los despreciados, a los olvidados por una sociedad avarienta que persigue el lujo y la opulencia pero solo para unos, para los que mandan que son los que más tienen, y cuyo lujo, como tu bien dices, es la causa de la pobreza y la miseria de los demás. Afincado en Caracas (Venezuela), tu nueva patria, ese día de 22 de noviembre de1975, con la ilusión y la juventud de tus treinta años, viajaste hasta Tacagua con tu equipo de periodista en ristre (cámara de fotos, grabadora etc.) para seguir fiel a tus principios en la defensa de la dignidad y los valores humanos y recoger el testimonio de un grupo de personas desalojadas de una zona que debía ser urbaniza y no precisamente para los pobres. Ellos, los pobres, fueron ubicados en un lugar de alto riesgo de deslizamientos por las lluvias, en unas barracas exiguas, con techos de latón, sin agua corriente, agua no potable que surtía con gusanos un camión cisterna,y no a diario, y que para beberla debían de hervirla mientras, para colmo, del cielo caía torrencialmente el agua que corría delante de las viviendas que acababa colándose en ellas encharcando el piso y formando mas abajo charcas inmundas donde proliferaban toda suerte de bichos que propiciaban un entorno nauseabundo .Ese era el nuevo barrio que les brindaron los gobernantes a cambio de su desalojo. Y tú llegaste allí para comprobar lo que se rumoreaba y para denunciar posteriormente tanto oprobio.
Al recibirte, los habitantes irritados y escaldados por tanto engaño, manifestaba con vehemencia su desconfianza en los periodistas:”los periodistas solo venís aquí para hacer un buen reportaje para beneficio propio y después nos olvidáis”, clamó uno de ellos. Tuviste que emplear mucho tacto y paciencia para persuadirlos de lo contrario. Y así quedó grabada tu entrevista en la cinta que luego transcribiste en este maravilloso libro que tengo entre mis manos y que titulaste:

"El pecado de ser pobres"
:”(…)…Una ciudad con letras de abecedario. Cada barrio es un barrio es una terraza con su letra: A, B, C
Por favor, señora. Buscamos la” Q” y la “P
-¡Huy, señor! Ahora es que le falta. Siga no más bajandito, y cuando no pueda bajar más…allí es.
Allí era. Cuando ya no se puede bajar más. Cuando más abajo queda una torrentera que se hincha con las lluvias y se agrieta con el calor. Cuando los muchachos se adentran donde la tierra tiene boca, espinas y malaria. Y serpientes…
-Le picó una a un muchachito y se murió.
-¿Se murió?
-Se murió. No es un embuste, señor. Algunos han dicho que las serpientes llegan a la terraza. No es verdá, señor. No llegan. Solo llegó una y le sacamos una fotografía. La tiene el Paco.
-¿Una fotografía? ¿Ustedes tienen máquina de fotografía?
-Solo una. La tiene el Paco. No sé quien se la regaló.
El Paco tiene una máquina de fotografía. Tampoco yo sé quien se la regaló.
-Claro que no es tan bonita como la de usté. La de usté es de fotógrafo. La del Paco es de la baratas. Pero saca fotos bonitas… ¡Pacoooo! ¡Enséñale al señor la máquina!
-¡Qué máquina!
-¡La de fotos! Y tráete la foto de la serpiente.
-¡Ya va!
El Paco se metió allá, en su casita. El Paco vino de allá, de la ciudad.
-Vivíamos por cerca de la Cota Mil. Nos dijeron que aquello había que desalojarlo. Yo no sé pa qué seria. Pero a nosotros sí que nos desalojaron. Nos dijeron:
-Allá vivirán mejor. El gobierno democrático ha construido viviendas buenas para ustedes. Viviendas individuales, con baño y todo.
-Y nos vinimos pa´ca.Pero ya vé qué nos encontramos. Esto es diferente a lo que nos habían plantiado. Son barracas de zinc y de cartón. ¡Es una gran ciudad, señor! Ya verá, le enumeraré.
Y me enumeró:
1.”Barracas que tienen cuatro veinte por cinco treinta”
2”Hay un médico que trabaja de 8 a 12.Las personas tienen que enfermarse de 8 a 12, porque si no, bueno, nos tendremos que morir”.
3 “Tenemos un dispensario sin una curita. Un dispensario para atender a esta población de 20.000 habitantes. Un solo médico. Trabaja de 8 a 12. ¿Le parece bonito?
Me parece inhumano, Paco, pero déjame ahora que te diga los datos fríos. A la gente de la ciudad le gustan los datos fríos: dicen que es más científico.
-¿Usted lo publicará?
-Te lo juro que lo publicaré, Paco.
-¿Las fotografías que sacó también?
-También, Paco.
-No nos engañe, ¿oyó? No tenemos quien nos defienda. Usted tiene que hacer que la gente conozca esto, nos conozca. Nosotros seguiremos en la lucha. Y si la gente sabe que estamos así… bueno…bueno si algún día tenemos que bajar a la ciudad no se extrañarán.
-No les voy a engañar, Paco. ¡Te lo juro! Voy a publicar todo. Si me dejan, claro. Tú sabes que no nos dejan publicar todo.
-Pero ¿no dicen que hay libertad?
-Eso dicen…
-Claro, a ustedes les pasará como a nosotros. Si hay dinero hay libertad No no…te…
(…) Paco, escúchame… Yo cumpliré con mi periódico. Pero te juro que haré más. Te juro que diré todo, que alguien me ayudará para decir todo. Lo que yo no pueda decir en un periódico lo diré en un libro. Habrá gente que me ayudará. Hay gente buena también en la ciudad. (…) Siglos y siglos sigue el pobre sufriendo la explotación…Es posible que Paco sea el símbolo de la llegada a tope del aguante .Es posible que Paco se llame “Explosión”.Más adelante me diría una frase terriblemente trágica:
“Diga todo esto para que la gente lo sepa, para que cuando nos decidamos a echar el “resto”, la gente lo sepa”.
¡Decidirse a echar el resto! ¿Sabes lo que dices, Paco? ¿O a caso no lo sé yo?..”Echar el resto”.Toda aquella gente defendiéndose de lo poco que le quedaba: la desesperanza. Jugándose la vida a la última carta. Dios me perdone si me equivoco pero creo que tenéis razón, Paco.
El relato es largo y apasionante, en otro párrafo otro protagonista como Paco te dice:” Me gusta estudiar, pero no cualquier cosa; estudio la Constitución, los documentos del Presidente, los Decretos… no estudio en la Universidad porque no puedo. Pero sí quiero que esta gente, nosotros, podamos defendernos también con documentos.
Uno no sabe por qué, pero los que se gradúan terminan traicionando. Y si la gente estudia para olvidarse de los que sufren”.
Y concluyes a propósito de esta última frase:”Es la lección mas grande y más humana que he recibido en la vida. No creo que olvide jamás esto. Ahora, cuando redacto esta crónica, recuerdo la dedicatoria de la tesis de un compañero de graduación:”
Para los campesinos, que me enseñaron más
y me cobraron menos que la Universidad”.
Creo que en este extracto de algunos pasajes de tu crónica queda reflejado el afán irrenunciable por ayudar a los olvidados, de ser la voz de los que no la tienen, de los que sufren .Por eso y por más cosas estoy orgulloso de nuestra familia porque tú has sido el estandarte y el ejemplo de la humildad y de la lucha pacifica a través de la palabra para reivindicar el derecho a vivir dignamente de las gentes oprimidas allí donde fuere. Por eso he querido acompañar este relato con una foto que coincide con aquel momento de tu juventud, junto con Sarito, tu querida hermana, y mis hermanos pequeños en uno de los días más felices de la infancia: el día de la Primera Comunión.
Hoy hace dos años que nos dejaste, pero no estoy triste, tampoco alegre, simplemente estoy sereno, en paz, porque seguimos caminando juntos, querido primo, querido Adolfo del alma. Félix.

20 junio 2010

Colores y amores de mi tierra


El otro día estuve e La Zarza y aproveché para disfrutar y despedirme de la primavera que se nos va dejando los últimos colores y aromas de nuestra tierra. Lentamente se desvanece ese manto primaveral y la alfombra de flores de la foto son las últimas de la primavera para dar paso a las flores ,ya escasas, propias del verano, que también las hay. La cabaña de la foto es un símbolo de la supervivencia porque cuando abrieron los nuevos caminos de la parcelaria, vi las maquinas tan cerca de ella que creí que se la llevarían por delante sin piedad como lo hicieron con las paredes y otras obras de arte cuyas piedras que con tanta ilusión colocaron nuestros antepasados para levantar las cercas, o cabañas, o arrimaderos ,o puertas de entrada a las fincas, han quedado sepultadas para siembre bajo los caminos; otras el antiguo dueño se las llevó para su nueva propiedad, o las amontonó en su parcela, y en algunos casos han sido vendidas y han viajado para morir cuando le llegue el momento en otro lugar. Es de justicia resaltar que algunas obras de arte, aunque contadas, se han salvado y sus nuevos propietarios las han rehabilitado. Y como cada año, llegó la primavera, y los montones de piedra los va transformando en montículos cubiertos de flores, y la desfiguración del paisaje ocasionado con la parcelaria, la primavera se cubre de flores, y las heridas quedan camufladas ,y con el paso de los años poco a poco el campo vuelve a ser el de antaño porque la naturaleza paulatinamente impone su terca ley rubricando con la primavera su empeño por restaurar los daños causados. Estuve a punto de tumbarme sobre el manto florido delante de la cabaña, pero desistí para no alterar tanta belleza. Me quedé un rato divagando sobre la supervivencia de la cabaña, pequeñita ella, probablemente hecha a la medida de quien la construyó, con el espacio suficiente para resguardarse del frío y del calor, y de la lluvia, quizás para reconciliarse consigo mismo, aislado del mundo externo como el feto en su útero. Pues como diría mi primo Adolfo, en esas cabañas hubo vida y quizás amores incipientes, y sueños que se diluyeron haciendo camino porque su sino es auxiliar al caminante y prestar el refugio para cada ocasión. La cabañas siguen estando ahí tambien para adornar el paisaje que moldearon nuestros antepasados .Se nos va la primavera, pero siempre volverá. Félix

14 junio 2010

Conversando con la señora María

El otro día subí al tercer piso, que es el último, para charlar como suelo hacer a menudo con mi vecina, la señora María.
Como ya dije en otra entrada en este blog, la señora María es una persona entrañable, que ronda los setenta, viuda y sin familia, viste de negro como antaño en nuestro pueblo las señoras mayores, y conserva un acento mezcla de onubense y madrileño. Apenas pudo instruirse de pequeña pero posee una gran sabiduría de la que aprendo siempre algo.
Buenas tardes, señora María.
Buenas tardes, señor Félix. ¿Que me trae usted?
El buen tiempo como ve, señora María.
El tiempo de los pobres, señor Felix. Como vio que me quedé pensativo añadió:”sí, el buen tiempo, el calor”Al instante caí en la cuenta que efectivamente con el calor ya no gastamos en calefacción, y se gasta menos agua caliente, y menos gas y electricidad, y menos ropa, o sea:”el tiempo de los pobres.”
Señor Félix, ¿Qué le parece eso que dicen que nos van a bajar las pensiones?
No creo que se atrevan, porque lo que usted cobra es una miseria y por otra parte están sujetas al Pacto de Toledo, y le explico lo que es. Además tendrían mucha cara si lo hacen, mientras que ellos, los políticos, con ocho años de parlamentarios les basta para cobrar integra su pensión ,cuando los curritos tenemos que bregar al menos treinta y cinco. No, no creo que se atrevan. Lo que tienen que hacer es conceder unas pensiones dignas y no repartir miseria como el caso de las pensiones mínimas, que hay dos o tres y cada cual es la minima de la otra, o sea, la última para acudir a los comedores de Cáritas.
¿Y no le parece, señor Félix, que esto no debía ser así? Que para eso han estudiado muchos años esos señores y saben más que usted y que yo. Están para eso, para arreglar España,¿o no?
Pues dudo, señora María, que todo su saber lo canalicen para el bien del país. Ellos lo que si hacen muy bien es arreglar sus asuntos personales, y los de sus familiares y amigos. La casta política vive su época de gran esplendor mientras España anda malita. Mire lo que pasa en nuestra comunidad de vecinos, somos una docena y a cada cual solo le interesa lo suyo. El administrador se limita a cobrar, y mientras tanto, el edificio por antiguo, se deteriora a marchas forzadas, y nadie hace nada. Yo tuve que remover Roma con Santiago para que cambiaran unas tejas que provocaron unas goteras en el cuarto de baño. Después apareció otra gotera en el comedor. Si lo que hay que hacer es cambiar el tejado que amenaza ruina.
Pues yo también tengo tres goteras y miedo me da que esto se derrumbe un día. Lo que habría que hacer es echar al administrador. ¿No le parece?
Si, eso, señora María, ya lo propuse y antes de la reunión, de los seis que acudimos siempre, tres estaban conmigo pero durante la reunión se dejaron embaucar por la labia del administrador y me quedé solo votando en contra de su continuidad. Ya ve, no hay espíritu colectivo, ni hábito de la protección del bien común, cada cual se aferra a su rinconcito, y como el resto no tiene goteras, pues eso. Y como llevamos años así, al final habrá que rehabilitarlo de arriba abajo, nos costará una fortuna y estaremos empeñados durante años. España es más o menos igual, con pésimos administradores que cobran bien y ni se van, ni los echan, y ¡viva España que tol mundo es bueno!
Tranquilícese señor Felix. Tómese unos mantecados con el café, ya verá que ricos. Lo que hace falta es que no nos bajen las pensiones.
Pues las bajarán, señora María. No descaradamente, pero a la chita callando. Mire, el próximo mes suben el I V A, que es el impuesto que más penaliza a los pobres, y todo nos costará más caro aunque no lo parezca: la luz, el fontanero, todo. Y a usted le llegará la misma pensión, ni un céntimo más pero le que dará menos dinero que antes, si es que le quedaba algo. Y dirán que no le han bajado la pensión.
Pues si que ha estudiado usted también, señor Felix, para darse cuenta de eso.
Ahora comprendo para que han estudiao esos señores que saben más que usté y que yo. Como antiguamente los feriantes de ganado en mi pueblo que te vendían la burra ciega y no te enterabas.
Así es, señora María .Usted lo ha dicho, buenos feriantes. Bueno, mañana marcho al pueblo para cambiar de aires.
Pues déle recuerdos a sus padres.
Gracias, ya le traeré alguna lechuga del huerto de esas que saben a pueblo.
Y, a ver si dura mucho el “tiempo de los pobres”, señora María.
Y con una carcajada nos despedimos. Félix