26 noviembre 2015

El verde otoñal de mi pueblo












 

 
 
 
 
 
El verde prado y el verde maraojo  ( maraojo llamamos a los primeros rizos del cereal, cebada o centeno sembrado para pasto de ovejas),son los verdes que tapizan el campo otoñal. El verde maraojo es un verde con varios tonos según esté más o menos crecido . Pero otros verdes lo acompañan, como el verde escoba o retama ,  el verde musgo, el verde pilar, y el verde carrasco que es un verde sombrío y terco, de ahí que su madera sea dura como la piedra con que se enredan las raíces. Los robles van perdiendo sus hojas, ahora verde ambarino, robles que despojados de su follaje y ateridos de frio, se levantarán una mañana de tantas, luciendo una cencellada de inmaculada y reluciente albura, destello efímero de la vida.

Los tres colores básicos  y dominantes del universo de mi pueblo son el ocre del estío, el verde otoñal  y el azul celeste. Los tres conforman y acompañan el discurrir de las almas que transitan con la mirada alta y serena,  o quizás  soñolienta, o nostálgica, que de todo hay en este mundo multicolor nuestro.
Por mi parte, y aun admirando el ocre y el azul celeste, me quedo con el verde otoñal, verde esperanza; asidero último.

 

01 noviembre 2015

El dia de Todos los Santos

Aquel día de Todos los Santos, hace  tantos años ya que me parece que ha pasado  un siglo, mi abuela desgranaba el rosario al pie de la lumbre rodeada de mi madre y hermanos; rezábamos a la memoria de mi tío Casiano que había fallecido recientemente en un accidente a sus 35 años. Las oraciones subían al cielo junto con el humo que se esfumaba por la chimenea que el viento hacia ulular añadiendo más misterio y reconciliación, si cabe, al momento.
Todo ha pasado, como el viento: Se fueron mis abuelos, mis padres, mis tíos y primo Adolfo que nos dejó demasiado joven. Con ellos me levanto y me acuesto, y sigo caminando hasta que el viento me diga:” Hemos llegado, amigo”, y yo le digo;” Espera un poquito”, pero no espera y se va, porque su sino es irse, para volver y  acompañar a los que vienen detrás, sin prisa, pero sin pausa, generaciones como todas, de paso, con los mismos deseos, las mismas inquietudes, las mismas ilusiones, los mismos temores y los mismos  sueños, sabiendo que todo pasa y que todo es efímero

Yo he recorrido los campos de Castilla la Vieja, y el reino de León, y me he detenido un momento ante los camposantos, porque ellos son un remanso de paz de los que fueron. Y he mirado la naturaleza del entorno, moldeada por ellos y entonces sé que esa naturaleza de árboles, plantas diversas y campo de mies, son ellos y entonces respiro hondo y me abrazo a todo ese universo de colores y aromas, porque son ellos, y con ellos prosigo mi transitar, ligero de equipaje, porque para qué cargar, si al final, todo me ha de sobrar.