12 noviembre 2011

Y España se constipó.


Conocido es que España está malita, muy malita, y ahora buscan el mejor doctor para curarla, o por lo menos para que no se agrave más su estado. Pero los doctores que tratan este mal no nos dicen toda la verdad ¡Tiene narices!, somos nosotros los que pagamos las medicinas y ellos hacen y deshacen sin darnos cuentas del resultado. Lo único que sabemos es que está muy malita. Y claro su estado repercute a la vez en los más débiles, los que de verdad la sostienen y amparan, los otros son mercaderes que andan de un lado para otro, atentos a la que se cae.
Por fin, los que mandan en ella se han puesto de acuerdo para que decidamos los que no mandamos, cual de los dos doctores que nos proponen (Rubalcaba o Rajoy) debe aplicar el tratamiento.
Ocurre que ya conocemos las mañas de los dos, por consiguiente nada nuevo, pero hay que elegir. ¿Y si no se elige, qué pasaría? Simple quimera. Así que siguiendo el reparto, como aquel con el que tanto gozábamos de chavales en el pueblo al repartir las peras del árbol que habíamos asaltado:”esta pa ti, esta pa mi, esta pa ti,” y así. Pues en la política es lo mismo: ahora te toca a ti y después me tocará a mí, y después a ti, y a eso llaman democracia. Treinta años llevamos con esta cantinela, unos se lo llevan crudo y los de abajo a comer crudo. Ajo y agua dicen los más resignados.
Pero ahora hay que tratar a España urgentemente, porque está muy malita y el día 20- N se sabrá, (aunque dicen que ya se sabe) quien será el doctor o más bien cirujano porque ya se oye que si hay que meter la tijera, que si más bien el bisturí…
Parece ser que le tocará a Rajoy ser el cirujano, pues mirándolo bien lo de rajar no se le dará mal. Pero mucho ojo con el pulso, que es fundamental.
Así que ya veo a Rajoy en el quirófano, manos a la obra, sin perder tiempo, decidido y con el pulso templado.
-“Pásame la caja del instrumental, ese juego donde había algún instrumento de plata y alguno bañado en oro, ¿te acuerdas? ¡Sí hombre! , aquella con la que tan buenos resultados obtuvimos la última vez que operamos.”
-Si, lo recuerdo perfectamente. Pero por más vueltas que doy no la encuentro. No está. Solo hay material ordinario, se la habrán llevado, o vendido los anteriores gestores, ¡vete a saber!, seguro que para pagar deudas, dijo su ayudante.
-¡Joder qué tropa! , soltó el cirujano, y todos se echaron a reír.
-Mas vale tomarlo con humor dijo el anestesista, que preguntó si la operación iba a durar mucho.
-Más de lo que yo pensaba porque la cosa está jodida, peor de lo que me habían dicho los doctores salientes.
-El banco de sangre está bajo mínimos para mayor inri, añadió el anestesista.
- Bueno, pues hay que tomar medidas drásticas, avisar a la población para que se ofrezca a donar sangre, porque tengo que seguir operando.
-Ya han donado mucho, dijo el asistente.
-Ya lo sé, pero no hay otro remedio, hay que decir la verdad.
Nadie pudo aclarar cuanto tiempo iba a durar la operación, pero el cirujano dijo: “Con lo que tengo que extirpar quedará bastante disminuida, pero podrá llevar una vida normal, aunque no nos engañemos, nunca volverá a ser la de años atrás, hay tejidos muy dañados y otros simplemente irrecuperables.”
Los que gobernaban mientras se puso malita, todos ellos con buena salud, sin embargo, la miraban con tristeza y pasaban ahora su tiempo, alguno tumbado en una hamaca viendo pasar las nubes; los más debatiendo la forma de volver a gobernar pronto la que fue la dama cubierta de joyas y perlas preciosas que, a fuerza de despojarla, quedó casi desnuda, y claro, se constipó, y empeoró, y desde entonces la pobre no ha levantado cabeza. Así que volverán cuando les toque el turno, a ser posible cuando vaya mejor, porque cuando se le ha cogido el gusto a la mamandurria y al reparto, ya se sabe…”esta pa ti, esta pa mi, esta pa ti, ¡qué ricas que están esta peras!”
Félix.

01 noviembre 2011

Recordando a mi primo Adolfo



El tiempo pasa, querido primo, un año, y otro, y otro y así vamos haciendo camino. Ese camino que desde que nos dejaste sigo recorriéndolo contigo, siempre unidos por la esencia y el espíritu que indefectiblemente nos une; por tu presencia perenne en el pensamiento que día tras día reavivo al desandar el camino de un tiempo pasado que, sin embargo, sigue siendo presente.
Este día de Todos los Santos, es un día para recordar (como bien dejaste escrito) la vida, no la muerte. Y así lo contemplo yo también. Porque la vida es también una tarde de verano; aquella que disfrutábamos mientras te acompañaba en el coche de Villarino a La Zarza y me dijiste: ¡mira la espadaña de la iglesia de Pereña! cuyo campanario parecía colgado del cielo, y cuya perspectiva a contraluz, y con el horizonte bajo, le confería un tono entre nácar y pastel, casi irreal, mientras el sol, ya débil, rayaba la línea del horizonte. Ya la miro de reojo, es una maravilla, te dije, mientras conducía. Momentos fugaces y sin embargo eternos. Y poco después cuando llegamos al puente Robledino de nuestro pueblo, ese puente al que le diste vida con tu magistral pluma. El agua corría escasa y mansa por el estío de julio, con el rumor dormido, deslizándose hendida entre piedras milenarias, pulidas, que tantos años acariciaste, y que fue lo que volviste a hacer tras una pausa y un silencio casi de devoción. Y te ofrecí la mano para prevenir una caída al saltar, y nuestras manos se unieron una vez más y asi quedaron para siempre. Por eso y por tantas cosas, claro que hoy es el día de la vida, querido Adolfo.
Por aquí abajo, Adolfo, por este mundo que bien conoces, todo sigue más o menos igual que hace cincuenta años, cuando tú denunciabas la indiferencia y el olvido hacia los más débiles. Aquella miseria moral conserva todo su vigor, aunque la otra tampoco se esconde. Guardo como un tesoro aquel mensaje tuyo que nos dejaste en tu despedida:” Sed y pensad por vosotros mismos”.Personalmente, intento humildemente seguir tu lección.
Y como lección tuya, una de tantas, voy a transcribir uno de aquellos relatos que publicabas en los años sesenta, cuando compartías patria con tu querida Venezuela.:

¿Es solamente problema de niños?

Fredy un día será grande, si llega a sobrevivir. Andará solo por las calles. Asaltará a un banco. Le meterán en la cárcel. Se escapará de nuevo. Saldrá con más rabia. Con más ganas de matar. Fredy, ya de mayor, no sabe que es respetar la vida, porque nunca se la respetaron a él. No ha aprendido a trabajar, ni a vivir. Nadie le ha enseñado que la vida vale más que un disparo. Andará suelto. Y no sabrá distinguir entre inocentes y culpables. Para él todos son culpables: todos somos culpables. Para él existe una gran división en el mundo: él y los demás. Y los demás están en contra de él. Y tendrá que defenderse. Y para defenderse matará; para amar violará; para alimentarse robará.
Además, Fredy tendrá razones casi legales para hacerlo. ¿No aparece todos los días en esos periódicos que él vende, en esos programas de televisión que él escucha, que las grandes personalidades de la nación sobornan, sobornan, sobornan y nunca se aclara quien es el culpable? Fredy no puede sobornar, porque no tiene qué ni con quién, porque no es persona importante, pero sí puede robar; en menor cantidad, es cierto; con menor legalidad, es cierto; con menos picardía, es cierto. Y con más posibilidades de que le metan de nuevo en la cárcel. Porque Fredy pertenece al mundo de los otros.
-¿Y que es eso de corrupción administrativa, doctor?
-Eso es robar legalmente, Fredy.
-¿Cómo se puede robar legalmente, doctor?
-teniendo un cargo importante, Fredy.
-¿Yo podré tener un cargo importante, doctor?
-no podrás, Fredy.
-¿Entonces no podré corromperme?
-No podrás, Fredy, gracias a Dios.
-Corromperse es malo.
-Muy malo, Fredy.
Pero cuando Fredy mate, viole estafe…la ley caerá sobre él. Aparecerá su fotografía en las páginas últimas de los periódicos, una fotografía con cara de malo, despeinado, mirando de frente, con la mirada llena de odio.
-Qué cara de criminal tiene.
-Que cara de criminal le hemos pintado, amigo.

(Adolfo Carreto)