23 julio 2009

Pan y circo

Los Emperadores romanos descubrieron muy pronto dos de los componentes básicos de la existencia humana: el alimento y la distracción o el ocio, para tener así al pueblo controlado y evitar grandes revueltas ofreciéndole pan y circo para que el pueblo estuviera entretenido. Esta fórmula mágica sigue totalmente vigente a pesar de los dos los mil años transcurridos. Los gobernantes pueden dormir tranquilos. Cierto es que las formas han cambiado porque ya no existen gladiadores ni anfiteatros para tal uso, pero han sido sustituidos por otros elementos que conforman el espectáculo de masas, siendo el futbol el dios de la era moderna; es el Becerro de Oro. Las masas pues siguen ancladas en el “pan y circo“ sustituido por ”cerveza y futbol”. El tenis es hoy también deporte de masas y en él voy a centrarme en primer lugar para tratar el fenómeno del “pan y circo”.
En 1972 nuestro compatriota Andrés Gimeno ganó el torneo de tenis de Roland Garros en Paris, tras ganar en la final al francés Patrick Proissy.
Recuerdo perfectamente aquel día con un sol espléndido y una temperatura casi veraniega de primeros de junio. Los parisinos aprovecharon el fin de semana para disfrutar en las playa de Normandia, o descansar es sus residencias secundarias en el ámbito rural, o simplemente disfrutar de los frondosos bosques que rodean la capital. A pesar de disputar la final un francés, el estadio registraba poco más de media entrada. Cuando terminó el partido el público francés se marchó rápidamente y yo bajé saltando las gradas hasta el terreno de juego para felicitar a Gimeno. Eso si que era libertad de movimiento algo impensable hoy ya que decenas de policías y escoltas velan por la ”paz“ de todos.
Este año, Rafael Nadal, 37 años después de Gimeno, defendía por quinta vez el titulo en el mismo escenario, pero todo había cambiado: el estadio estaba abarrotado, (las entradas para la final se venden todas de un año para otro) y el público había restaurado el ”pan y circo” Ya el otoño pasado Nadal fue pitado en Paris al retirarse por lesión, sin embargo no pitaron a Federer cuando también abandonó. Jugaba pues Nadal los octavos de final con el sueco Robin Soderling, poco amigo de Nadal por las desavenencias entre ambos. El público o la masa que asistió al partido no fue a ver tenis, fue al circo romano, a jalear, a propiciar el desenlace deseado: la muerte simbólica de Nadal. Nada importaba lo que hiciera: bueno, excelente jugada genial, nada seria aplaudido. Solo un reducido grupo de personas imparciales o españoles le aplaudían. La masa le silbaba, aplaudía sus errores, vociferaba con agresividad, querían que ”mordiera” el terreno de juego, la arena del circo, ese Conquistador de nuevo cuño que se atrevió a ganar cuatro veces consecutivas en una tierra que no era la suya. Nadal tuvo un mal día, con muchos problemas físicos. El sueco, al contrario hizo el partido de su vida. Didificilmente le volverá a salir un partido tan perfecto, siendo llevado en volandas por el público para que acabara con Nadal. Habia que consumar el acto final y así sucedió. Nadal perdió y se despidió caballerosamente. El público no. La masa jaleadora era feliz, había vivido su tarde de “pan y circo”. El jugador sueco jugó la final contra Federer al que no ofreció ni la misma resistencia, ni la misma combatividad, ni tuvo la misma suerte; simplemente le había servido el titulo en bandeja al suizo,y se le veía pletórico, más si cabe que el campeón. Un asunto interesante para los expertos en temas freudianos.
El otro deporte que encarna por antonomasia el “pan y circo“es el fútbol
Los gobernantes, como los Emperadores romanos, siguen entreteniendo las masas a través del futbol. Se han puesto todos los medios para globalizarlo, potenciando e introduciéndolo en Asia, donde se ha celebrado ya un Campeonato del mundo. El mismo planteamiento se lleva a cabo en África con su Campeonato Mundial el año próximo. En Norteamérica sigue en auge y poco a poco llegará a los países que aun se resisten. En España ya nacimos con el “pan y circo”. Durante la dictadura eran los toros y el fútbol; ahora es la ”cerveza y futbol” y se ponen todos los medios para que no decaiga.
El presidente del Barcelona, Laporta, acudió al Congreso de los Diputados, repartió carnets del club y se hizo la foto con los ministros y diputados forofos del Barca. El presidente del Real Madrid tira de talón y compra los mejores jugadores del mundo por cantidades astronómicas, y hay gran euforia entre los miles o millones de seguidores. El portero, Iker Casillas, viaja a África en misión humanitaria (cosa que le honra) y es recibido con entusiasmo por los niños que, ¡oh milagro! conocen todos los nombres de las estrellas del Madrid (Raúl, Casillas) y otros jugadores celebres de otros equipos, el circo les está servido, el pan vendrá después, o no. En el estadio Bernabeu cuarenta mil personas asisten para recibir al nuevo jugador Kaká, más del doble días después para recibir a Ronaldo. Andalucia registra un veinte por ciento de desempleados y en Sevilla salen a la calle entre cuarenta y sesenta mil personas para manifestarse contra el presidente del Betis Club de futbol. El diario más vendido es un diario deportivo, y asi. La liga comenzará, los lunes se hablará de futbol en espacios radiofónicos varias veces al día, se hablará en el trabajo, en el mercado, en el bar, en el quirófano, los jubilados, los ujieres, etc., etc.
Un personaje célebre dijo que la religión era el opio del pueblo. Me da la impresión que el futbol lo ha superado siendo las dos cosas a la vez.
A mi me gusta el futbol y si se tercia veo en la tele un partido de los llamados interesantes, lo mismo que veo tenis o motociclismo.
Lo que realmente me preocupa es que yo sin quererlo, tenga que participar en esta orgia de gasto desmesurado de compra y venta de jugadores porque al final, el dinero saldrá de algún lado. Mucho me temo que será como siempre; del bolsillo de todos. Por eso pido que me borren de este circo.
Félix.

20 julio 2009

El primer tomate.

El fin de semana pasado me acerqué a La Zarza para disfrutar una vez más del ambiente veraniego y sosegado.
Las gentes (jubilados en su mayoría) miman a sus huertos y estos a su vez corresponden con sus frutos.
Observaba a mi padre entre las plantas del huerto cuando se dirigió hacia mi, ufano, con un tomate maduro entre sus manos. Mira, es el primer tomate maduro del año, se exclamó. Pues habrá que celebrarlo, le dije. Comprendí inmediatamente su felicidad, por lo que representaba: era el premio a tres meses de trabajo, de incertidumbres impuestas por la meteorología desfavorable y caprichosa. A sus ochenta y ocho años, mi padre sigue afanando en su huerto que es su vida y sin duda parte de su salud. Voltea la tierra en invierno, más tarde lo abona, y llegada la primavera siembra las hortalizas. Entretanto surgen las heladas inesperadas en abril, la tierra sigue fría en mayo, las tomateras las protege con plásticos de las heladas, se enfada porque las plantas debido al frío no prosperan; llega junio y comienzan, aunque con mucho retraso, a crecer; aparecen los primeros brotes de la flores, motivo de optimismo y, al final, el otro día, el primer tomate maduro brilló como una perla entre sus manos. Seguirán madurando decenas de kilos de tomates y los seguirá regalando como siempre. Otros frutos vendrán después, pero es ese tomate el que abre la cosecha, que se anuncia abundante y por eso su significado especial.
Este asunto puede parecer un tanto fútil. Creo, sin embargo, que ni más ni menos, que la historia del famoso “campanu”.
Como se sabe, el “campanu” es el primer salmón que se pesca en los ríos asturianos cuando se abre la temporada en marzo. Este salmón se subasta y la puja se anima entre hosteleros. El restaurante que se lo adjudicó este año pagó por el ejemplar de diez kilos 8.500 euros. El año pasado pagaron 14.000 euros por uno de la mitad de peso. Después, unos comensales afortunados celebran el banquete.
Como decía, nuestro primer tomate dio para una sabrosa ensalada, y así de simple fue la celebración; nada que ver con el “campanu” al que se le dedican infinidad de páginas y espacios televisivos.
Doy fe que el tomate tenia un sabor especial.
El sabor de la ilusión cumplida…un año más.
Félix.

13 julio 2009

Un dia más

Eran casi las doce de la noche de un domingo más de principios de junio, cuando con toda la parsimonia, ordenaba los libros utilizados, los recortes de periódicos, apagaba el televisor, el ordenador y el transistor, pues a veces funcinan, quizás por rutina, simultáneamente. Satisfecho de haber aprovechado el día entré en mi dormitorio para acostarme. Encendi la lámpara de la mesilla y descubrí en la tenue luminosidad un mosquito que planeaba alegremente en la atmósfera como si de un microscópico helicóptero se tratara. Tenía las alas mucho más grandes que su cuerpo y en eso se asemejaba más bien a una mariposa. Planeaba a un metro del suelo, sobrevolando la cama, el estuche de la cámara fotográfica, a ras del suelo sobre las deportivas y rozando el armario como un kamikaze. En la suave luminosidad que facilitaba seguir sus movimientos, me llamó la atención el cambio de ritmo en su vuelo; a veces ondulado, a veces a trompicones, subiendo y bajando, como si estuviera borracho, o más bien, como si danzara a la vez con ritmo de vals, tango y pasodoble simultaneamente, tan pronto avanzando, girando, acelerando o haciendo una leve pausa. Pensé que este sería el baile del mosquito, al menos el de esta especie y me sentí afortunado por descubrirlo de esta manera. No se trataba de un mosquito de los que al menor descuido te clavan la puya para chupar la sangre. No, era un mosquito juerguista. Quizás para él fuera también domingo y de ahí su ademán festivo y, al contrario de los humanos, el comienzo de la noche para él fuera el comiendo de la jornada pero en la oscuridad y la penumbra nocturnas.
Debo confesar que su visita me alegró y no pude menos de lanzarle un: ¡hombre, qué haces por aquí a estas horas! Él siguió con su danza zigzagueante y alegre como si nada… Me acosté y permanecí un rato con la luz encendida para disfrutar de sus vaivenes. Me sentí acompañado por un ser que, aunque diminuto, disfrutaba de la vida como cualquier otro. Comencé entonces a elucubrar sobre su existencia. ¿Su longevidad sería de días, de meses, quizás de un año o más? Poca cosa comparado con la nuestra que puede superar los cien años, aunque pensándolo bien, lo nuestro también es un soplo, como cantaba Carlos Gardel. ¿Y cuales serían sus horarios para alimentarse? O quizás simplemente no tuviera horarios fijos? ¿Y cuánto tiempo aguantaría sin alimentarse? ¿Y adonde se alojaría pasada la agradable temperatura primaveral? ¿O es que simplemente su vida concluía con el verano y por consiguiente desconocía el frío invernal?
Mientras tanto él seguía tan feliz danzando en la atmósfera de la habitación sin preocuparse del mañana como yo. Pues si no tiene preocupaciones es que lo tiene todo resuelto, pensaba yo, porque es un ser vivo y necesitará sustento ¿Había llegado a mi habitación por simple azar o atraído por algo especial? porque yo lo veía feliz, y seguro que lo era. Sin embargo, su vida pendía de un hilo. Hubiera bastado una simple caza a mano, o con una toalla aprisionarlo irremediablemente y su vida habría terminado. Yo era un depredador potencial y solo dependía de mi voluntad, pero mi voluntad era que siguiera viviendo, disfrutando con su ritmo; quizás él lo presintiera y por eso estaba allí. Comencé entonces a elucubrar y especular sobre la posible existencia de unas vibraciones, imperceptibles para nosotros, a las que posiblemente obedezcamos unos y otros y que guían nuestros impulsos vitales, y así unos y otros vivimos inmersos en esas ondas, o vibraciones cósmicas, o como se quiera llamar, que guían, en particular, a estos diminutos seres en su universo. Observádolo, por un momento me indujo a pensar que todos los seres vivos tenemos un ritmo predeterminado que va marcando el reloj del tiempo, y por eso me acuesto para descansar para poder seguir ese ritmo mañana. Y el insecto que me visitó también seguirá el suyo y así hasta el último ser vivo del último rincón del Planeta.
Gracias al mosquito, concebí entonces la importancia de no alterar ese ritmo. Quizás ahí esté unos de los puntos centrales de la sabiduría: encontrar ese punto exacto del ritmo como el de una sinfonía donde todo tiene que cuadrar perfectamente, al segundo, a la décima de segundo para que cada nota, cada silencio, cada suspiro adquiera el valor exacto para que la obra consiga transmitir el sentimiento deseado por el autor. Ritmo, armonía, tiempo. Cuán pequeño resulta ser el insecto comparado con nuestro entorno, pero qué grande es su existencia, tanto como la nuestra. Supongo que él tendrá su universo como nosotros el nuestro. Lo sigo mirando y deduzco que todo transcurre en un movimiento perpetuo, del cual participamos cada ser vivo probablemente sin haberlo elegido, como él. El insecto seguirá su rumbo, saldrá de mi habitación igual que entró, se colará quizás en otra, volará por la ciudad y también tendrá que descansar. Le deseo suerte en su viaje, le agradezco su visita y apago la luz para dormir porque así lo decido yo… o quizás no.
Félix

06 julio 2009

...Y los senos, sueños son.













Llegan los calores y comenzamos a despojarnos de las capas que nos protegen de los fríos del invierno. Poco a poco, los cuerpos van tomando contacto con el sol y la brisa. Es verano. La primavera se despide, pero no del todo, porque ahora es cuando brotan por doquier los más bellos atributos femeninos, que eso sí que es primavera de verdad, y nunca falla por San Juan o San Antón, diga lo que diga ”el hombre del tiempo”.
Bienvenidos los senos señoriales,
que despuntan en plazas y mercados,
que florecen en calles y terrazas,
margaritas de parques y de prados.
Bienvenidos los senos liberados,
que se doran en playas y piscinas,
que se yerguen melosos y mimados,
con el baño de la brisa marina.
Senos recatados, o bamboleados, o aprisionados,o engalanados con perlas, o cubiertos de oro, senos resbaladizos, huidizos de primavera, en la pradera, senos de bombón, senos que cumplen con su función, que por eso, senos son.
Y ¿hay algo más hermoso en la vida que los senos que al niño dan: alimento, cariño y paz? Yo creo que no.
Así lo entendieron perfectamente, sobre todo, los pintores flamencos del siglo XVI, dedicando innumerables trípticos a la Virgen de la Leche. Todos mostrando el seno de la Virgen amamantando al Niño. También el pintor español de la misma época, Luis de Morales nos regaló con su obra maestra llena de belleza y ternura, a su Virgen de la Leche donde se aprecia al Niño en pos del seno materno, metiendo su mano por la abertura vertical de la blusa por donde se supone afloraría el seno para amamantar. No creo que haya una imagen más bella y natural.
Pero además, los senos han sido refugio de otros tesoros y cumplieron con otra función, no menos primordial, en un tiempo pasado, que conocieron bien nuestras abuelas. Era la “caja fuerte” más fiable para tener a buen recaudo los billetes más valiosos, ya que la faltriquera era menos segura y se destinaba más a la calderilla. Hace poco pude observar a una joven de etnia gitana conservando esa tradición, lo que me sorprendió mucho. Pero pensándolo bién, es de lejos el lugar más seguro, pues los atracadores que no descansan, sobre todo en las grandes ciudades, siempre te sustraen el bolso o la cartera. Y qué decir de los carteristas, sobre todo en el metro; estoy convencido de que ninguno se atrevería a meter la mano en tan sagrado lugar. O sea.
Siguiendo con las pinturas ”atrevidas” sobre la Virgen, siempre han suscitado controversias como la ”Vigen del bikini”a la que nuestro querido y recordado Adolfo le dedicó un hermoso artículo difundido por A.V.M Radio.
Y volviendo a la Virgen de la Leche, mira por dónde, llegó el abuelo Paco, y muy mal asesorado decidió que su imagen era improcedente y la puso en cuarentena, ¡qué digo! casi cuarenta años de dictadura la censuraron. Menos mal que las madres de España hicieron caso omiso a tanto desatino y siguieron amamantando como siempre.
No hace mucho los estadounidenses promulgaron una ley para poder sancionar por acoso sexual a quien fije su mirada a una mujer, no recuerdo exactamente si durante ocho o diez segundos. Ignoro cómo se puede controlar eso. A pocas que uno sea miope y te entretengas diez segundos, estás perdido.
Recuerdo a Jacques Chancel, mito de la radio francesa y excelente persona, entrevistando a un prelado, en su espacio en el que dedicaba una hora diaria a un personaje de relevancia social. Monseñor, le preguntó; usted que ha viajado mucho por África, dígame, ¿qué siente cuando ha asistido a una de esas fiestas de recibimiento donde un grupo de jóvenes danzan ataviadas con atuendos locales, descubiertas de cintura para arriba, mostrando con toda naturalidad sus senos? ”Señor Chancel, yo soy un hombre como usted, y por consiguiente sujeto a las mismas emociones, así que cuando veo esas imágenes siento más o menos lo que usted.” ¿Y que hace? ¿mira para otro lado, Monseñor? “Por supuesto que no, lo que hago es rezar una oración y ofrecérsela al Señor.”
O sea, lo que hace quien escribe, esperado tiempos mejores.
Bienvenidos los senos que refulgen,
en la noche de San Juan,
plateados de luna llena,
entre flores de azahar.
Y después de haber tratado
este asunto con pasión,
llego a la conclusión,
que los senos,
sueños son.

Félix.