27 febrero 2009

Temas para el entretenimiento

Una de ratones.
Érase una vez dos ratones que se encontraron un buen día para comentar cada cual sus vivencias ya que uno vivía en el campo y el otro era casero.
¿Cómo te va en el campo? ¿De que te alimentas? Preguntó el casero.
Pues ando de un lado para otro en pos de alimento y lo que más como es raíz de hinojo que es lo que más abunda.Me das pena, le dijo el casero; deja el campo y vente conmigo, ya verás qué bien se vive en la casa donde yo me alojo. Alli hay una despensa llena de chorizos, jamones, morcillas, farinato, tocino, y no tendrás que pasar calamidades buscando sustento. El ratón de campo se quedó pensativo, sopesando la posibilidad de aceptar la proposición, sobre todo, por la cantidad de comida que jamás había imaginado tendría a su alcance. De modo que abandonó el campo y ambos se instalaron en la casa. Cuando salieron del escondrijo para asaltar la despensa, el ratón de campo se quedó aterrorizado al ver el gato que acechaba dispuesto a ofrecerse un manjar de ratón. Consciente del peligro que corría, sin pensarlo dos veces, emprendió la huida para volver a su territorio .
Al día siguiente volvieron a encontrarse y fue entonces cuando el ratón de campo le dijo al casero. Yo comeré solo raíz de hinojo pero tu tienes un gato que te vigila, así que prefiero comer raíz de hinojo que ver la paja en el ojo.


Acertijo.
Subí a un árbol que tenía peras. No comí peras ni se le cayeron peras y cuando bajé no tenia peras. ¿Qué ocurrió?
Félix.

21 febrero 2009

El peine de las ovejas


Si Eduardo Chilllida hubiera paseado por los campos de La Zarza, sin duda hubiera encontrado infinidad de figuras que hubiera podido añadir a su extensa obra artística. Precisamente, me llama la atención la imagen de la foto que se asemeja mucho a su famoso peine de los vientos. Este peine de las ovejas, le hubiera gustado y hubiera encontrado la manera de transformarlo en arte. Nuestro campo a lo largo del año es un museo permanente, basta con prestarle un poco de atención por caminos y veredas, aunque muy limitados ahora con la concentración parcelaria que nos veta el placer de antaño de caminar campo a través y toparnos así con tesoros escondidos.
De todos modos el campo siempre es generoso y se esfuerza en repoblar aquello que se destruye auque sea con buenas intenciones. Este peine de las ovejas ya no existe y más cosas maravillosas que pagaron su tributo al progreso. Como siempre, nos quedan las fotos para el recuerdo.
Félix.

18 febrero 2009

Dinosaurio a la vista



Una primavera de tantas me topé en los prados del Pozo del Moro con un bicho que se asemejaba mucho al esqueleto de algún dinosaurio que contemplé en un museo de Ciencias de la Naturaleza. Me acerqué para indagar como había podido llegar hasta alli. Convencido, aunque no del todo, que no representaba peligro alguno, estuve barajando la posibilidad de subirme en lo mas alto para experimentar la sensación de cabalgar a semejante altura. No me atreví porque ya no está uno para saltar al vacío como un trapecista, de modo que me limité a realizar una serie de fotos. A los pocos días había desaparecido.
Lástima que no tengamos un museo que pueda acoger estas obras de arte que la naturaleza nos ofrece de forma espontánea. Félix.

14 febrero 2009

El poder de las palabras

De un tiempo a esta parte, los gobernantes nos vienen demostrando sus dotes, tanto, que con una docena de palabras son capaces de gobernar España. Hace un tiempo leí en un articulo que en una aldea sus habitantes no usaban más de unas doscientas palabras para comunicarse y que esto no les impedía vivir en armonía y llegar a viejos como en cualquier lugar.
Realmente me parecían pocas palabras comparadas con las docenas de miles que nos ofrece el diccionario de nuestra lengua. Pero mira por donde los políticos han superado esta marca y la han reducido a una docena, registro muy difícil de batir. Digo que son una docena porque son las que repiten los políticos y sus colaboradores una y otra vez en mítines,
entrevistas y tertulias porque saben que esas palabras son la clave de su discurso, y son las que enganchan al ciudadano, y las que, aderezadas con una buena dosis de simpatía, quedan servidas para el consumo rápido y digesto. Llegados a esta conclusión, solo cabe felicitar a los descubridores por esta magistral lección.
Estas palabras son: talante, diálogo, tolerancia y últimamente llegada la crisis se han añadido: reajuste, desaceleración, optimismo, confianza y por último la frase: ”de esta crisis vamos a salir”.
Cabe decir que quien comulgue con estas palabras, que son algo así como las Tablas de la Ley de Moisés, será bien acogido y si no, se le recriminará con los antónimos. He hojeado en el diccionario para comprender mejor el poder mágico de estas palabras, pero llevado al contexto político no aportan nada de especial, de modo que he tenido que recurrir al diccionario popular, al lenguaje de la calle, que es el que mejor encaja, el más exacto y el más sabio, cuya conclusión es la siguiente:
Talante: No aporta nada de especial; sirve igual para un roto que para un descosido, ese es su mérito.
Diálogo: Hay varios tipos pero el más utilizado últimamente es el diálogo de sordos.
Reajuste: Esta palabra llevada al campo de la economía y de la crisis, significa apretarse el cinturón. Algunos han tenido que apretárselo tanto que se le ha quedado cintura de avispa.
Desaceleración: Esta palabra sé muy bien lo que quiere decir porque fui en una época mecánico y en asuntos de aceleradores y carburadores sé bastante y está claro que significa: ir de culo y cuesta abajo.
Confianza: Esta es algo parecida a la definición de la fe: creer en lo que no vimos. Pero la que más me convence es, una vez más, la que procede del pueblo,y que es el caso de dos chavales que corrían huyendo de un toro y uno le dice al otro: mira, ya no corro más, me esconderé detrás de esa encina, y como soy muy creyente, no me pasará nada. El otro sigue corriendo y le grita: ¡pues fíate de la virgen y no corras!
Optimismo: Aquí se puede aplicar lo de: Dios aprieta pero no ahoga, o nunca ha llovido que no haya escampado, pero también esta vez me gusta mas la de una persona que regresaba, avanzada la noche, de una fiesta con unas copitas de más; sube a un taxi y le dice al taxista: No desco confie señor que tengo dinero pa pa pagarle, y tengo una novia muy gu guapa, y una finca con cacaballos, y no me falta de naaaa….El taxista muy serio le responde: amanecerá y veremos.
De esta crisis vamos a salir: Esta frase tan cacareada últimamente es la más exacta puesto tengo la certeza de que vamos a salir. Si uno lo puede contar, y, espero que seamos todos, es que hemos salido de ella.
Lo que no tengo nada claro es si vamos a salir con plumas o desplumados.
O sea. Félix.

11 febrero 2009

Maravillas del invierno en La Zarza


El domingo pasado anduve por La Zarza refrescándome con el aire gallego que soplaba fuerte y frío. Sali al campo para captar alguna foto que pudiera alegrarme el dia. Pasé delante de la torre de la iglesia y vi las cigüeñas atareadas colocando gajos entre los pinchos morunos y en la parte opuesta donde Agustín intuía que podían reconstruir su nido, aunque en ese lado el viento le tumbaba algunos palitroques, pero ellas saben que eso son gajes del oficio. Localicé una cabaña que tenia cierto atractivo porque el musgo aun fresco y vivo adornaba parte de su techo. El suelo estaba cubierto de hojarasca y la armonía de los colores resultaba interesante. Encuadré la cabaña y cuando estaba a punto de sacar la foto observé, por casualidad, que en el suelo había un trozo de plástico color naranja junto a un palo seco que se había desprendido de un árbol. ¡Hasta aquí han venido a parar los plásticos! me dije un tanto contrariado. Me acerqué para retirarlo del campo de visión de la foto. Estuve a punto de darle un puntapié de pura rabia pero me contuve a tiempo. Cuando iba a recogerlo para lanzarlo lejos me percaté de que aquello tan vistoso, que desentonaba tanto, que me estorbaba, no era un plástico, era una cosa rara de color naranja adherida al palo, incrustada en su corteza y que temblaba como la gelatina, de modo que levanté el palo con suma delicadeza para que no se resquebrajara. Pasé un rato observando tan extraña figura. Tenía un motivo más para realizar una serie de fotos que, dicho sea de paso, no era fácil conseguir, al menos para mi, por la textura y las ondulaciones que distorsionaban la profundidad de campo, de modo que hice cuanto pude y ahí está el resultado. Pero ¿qué es este extraño objeto? Yo nunca había visto nada parecido. Quizás se trate de una especie de seta, o de hongo; espero que Agustín que conoce bien el campo me lo aclare.
Así que lo que en principio tomaba por un plástico, y por lo tanto me resultaba inoportuno y despreciable en aquel lugar, se tornó en todo lo contrario: una perla en el mar, una rosa del desierto, una luciérnaga en las noches de verano, juguete de la infancia. Fué una grata sorpresa con la que disfruté un largo rato.
Decía mi abuelo que el campo es muy agradecido porque siempre te ofrece algo útil que puedes traer para casa. Es cierto que la naturaleza está siempre dispuesta a ofrecernos maravillas a pesar de las patadas que le damos. Ojalá el camino estuviese siempre sembrado de sorpresas tan agradables como esta. Félix.

06 febrero 2009

La foto de España



Iba yo por los caminos de Guadalajara, que son también los caminos del Cid Campeador y de Don Quijote, cuando me topé con una rotonda donde se erguían dos estatuas que me trasladaron espontáneamente a nuestro campo charro; campo de encinas, de dehesas, de toros y caballos.
Quizás fuera ese el motivo, casi subliminal, que me llevó a parar el coche para contemplar más detenidamente la obra de arte ubicada donde convergían cinco caminos.
Era una mañana espléndida de primeros de junio, con un cielo azul, algo enmarañado por trozos, evitando así que el sol calentara en demasía las plantas que propagaban el aroma que flotaba en la suave atmósfera primaveral. Con mi cámara fotográfica al hombro me acerqué a la rotonda para realizar varias fotos desde ángulos distintos aunque el sol aún bajo me impedía ciertas tomas que hubieran resultado interesantes.
Con las fotos ya reveladas disfruté de nuevo de aquel instante. Fue entonces cuando intenté encontrar una respuesta al motivo que me llevó espontáneamente a pararme porque sin duda algo interesante fluía en aquel lugar. Pero ¿el qué? Estatuas hay por doquier. De modo que me centré de nuevo en la foto y reflexionando surgió una idea que me aportaba una explicación, y sobre la marcha la titulé: ”La foto de España”, ya que en ese círculo reducido a unos cuantos metros cuadrados, con el toro y el caballo como protagonistas, rodeado de flores silvestres, estaba concentrada la España secular. Sí, estaba convencido de que la historia de España resurgía con toda su luz y colorido en aquel lugar. Porque no se entendería España sin el toro y el caballo. El toro y el caballo unidos en su destino son una estampa cotidiana en las dehesas de España incluidas las de nuestra comarca, muy cerca de Vitigudino. Pozos de Hinojo, por ejemplo, donde ensayó sus primeros lances en el arte del toreo nuestro paisano universal Santiago Martín “El Viti”. Yo mismo de chaval en Vitigudino, tuve la ocasión de acompañar al hijo de un ganadero para arrear el ganado bravo. Después, montado en la yegua del ganadero vestida con la elegante silla que era lo más selecto de la guarnicionería del país de los gauchos, experimentaba las sensaciones mezcla de miedo y poderío al sortear el ganado bravo para separarlo del manso. Como tantos chavales soñando con la gloria a los dieciséis años, me atreví a lidiar una becerra para demostrar mi valía. Ante la mirada atenta del ganadero empuñé la manta, le di un capotazo pero al segundo se enredó la manta entre los cuernos, salí corriendo despavorido y sin pensarlo dos veces me metí en el pilón lleno de agua que servia de abrevadero. Alli terminó mi carrera de torero y todas las esperanzas de hacer fortuna en tiempos de posguerra y de penurias.
De modo que toro y caballo, caballo y toro son España.
Porque no se entendería España sin el Cid Campeador y él sin su caballo Babieca con el que cabalgó por los campos de Castilla, y de Aragón, y de Valencia.
Porque no se entendería España sin el Quijote, y éste sin su caballo Rocinante que cabalgaron también por los campos de España enfrentándose a los monstruos, que los había, y alguno sobrevive.
Porque no se entendería Goya sin el toro, y por lo mismo Picasso el cual plasmó en su emblemático cuadro “El Guernica” el toro y el caballo llenos de furia y de dolor resultado trágico de la España fraticida. La España de los extremos, la España de sangre y oro, la España del valor y del sueño, del toro y del caballo. Rojo y oro se tornan las tardes febriles dentro y fuera del coso, aunque yo no participe de las practicas de la tauromaquia, en las tardes soleadas en cualquier rincón de España. Precisamente la primavera adornó las estatuas con flores silvestres cuyo color no podía ser otro que el rojo y gualda, sangre y oro, color de España. Porque el rojo y oro enarbola la bandera española y la de Castilla y León y es la seña de identidad de Aragón, y de Cataluña, y de Valencia, y de las Baleares, y es el color de estandartes, escudos y pendones de innumerables localidades que ondean al viento en sus días festivos. Hasta el sol rozando el horizonte se envuelve de rojo y después amarillo o a la inversa según sea naciente o poniente.
Por eso esta foto de España refleja toda su historia. Así lo quiso una mañana suave de primavera. Félix.