No es por nada, pero cuando veo unos senos semidescubiertos en pleno invierno, así como si na, me entra un escalofrío que pa qué. Digo esto porque yo llevo casi siempre jersey de cuello alto y bufanda y aun así, algún catarro que otro pillo. Esto debe tener algún misterio porque truco se ve que no hay, cuando lo que se ve son unos senos que apenas necesitan protección, y ahí radica mi intriga. Me doy cuenta que cuanto mas exuberantes son, más protección parecen tener contra los catarros y esas cosas, porque hay que ver como los resaltan algunas, cosa que no me desagrada en absoluto, a pesar de la tiritona que me producen al contemplarlos. Esto debe surtir un efecto barrera, algo así como los Pirineos a los valles que protege y da vida.
Recuerdo los días gélidos cuando atravesaba el bosque de Boulogne, en Paris, me sorprendía ver algunas meretrices con sus abrigos de pieles y debajo en cueros, y ellas tan tranquilas con sus senos a la intemperie. Esto tiene algún misterio que no alcanzo a entender. Y yo con mi jersey de cuello alto y bufanda. Creo que es la más flagrante superioridad de las féminas sobre el varón. Ahí es donde debían de investigar los científicos barajando la posibilidad de encontrar el elixir que pudiera hacernos un poco más iguales en estos días invernales.
No es por nada, pero esas son las ventajas de vivir en una ciudad donde abunda de todo; descubrir que algunas no reparan en combatir el frío con sus armas, y a su aire, bien aireadas, demostrando que la riqueza no es solo tener mucha pasta, es sobre todo: no tener que gastar en jerseys de cuello alto, ni bufandas, como yo. De modo que cuando me cruzo con una mujer así, desafiando al frío y al viento así, me digo: que suerte tiene, y no lo sabe, o sí, y por eso lo hace ver.
Bueno ya llegará el verano, me digo para consolarme, sabiendo que entonces seremos por fin iguales. Pero de pronto me percato, por extraño que parezca, que seguirán con los senos igual de semicubiertos, ni más, ni menos, y es eso lo que me desconcierta.
Y yo sudando la gota gorda. Esto me convence de que realmente no somos iguales, lo que en si no es ni bueno ni malo, ni mejor ni peor, simplemente la Naturaleza lo ha dispuesto así, y ya está.
No es por nada, pero no sé cuanto daría yo por liberarme en invierno de mi jersey de cuello alto y mi bufanda, mientras sigo caminando maravillado por esos escotes gallardos que neutralizan los efectos del frío invernal. ¡Cuánto misterio por descubrir! Félix.
Recuerdo los días gélidos cuando atravesaba el bosque de Boulogne, en Paris, me sorprendía ver algunas meretrices con sus abrigos de pieles y debajo en cueros, y ellas tan tranquilas con sus senos a la intemperie. Esto tiene algún misterio que no alcanzo a entender. Y yo con mi jersey de cuello alto y bufanda. Creo que es la más flagrante superioridad de las féminas sobre el varón. Ahí es donde debían de investigar los científicos barajando la posibilidad de encontrar el elixir que pudiera hacernos un poco más iguales en estos días invernales.
No es por nada, pero esas son las ventajas de vivir en una ciudad donde abunda de todo; descubrir que algunas no reparan en combatir el frío con sus armas, y a su aire, bien aireadas, demostrando que la riqueza no es solo tener mucha pasta, es sobre todo: no tener que gastar en jerseys de cuello alto, ni bufandas, como yo. De modo que cuando me cruzo con una mujer así, desafiando al frío y al viento así, me digo: que suerte tiene, y no lo sabe, o sí, y por eso lo hace ver.
Bueno ya llegará el verano, me digo para consolarme, sabiendo que entonces seremos por fin iguales. Pero de pronto me percato, por extraño que parezca, que seguirán con los senos igual de semicubiertos, ni más, ni menos, y es eso lo que me desconcierta.
Y yo sudando la gota gorda. Esto me convence de que realmente no somos iguales, lo que en si no es ni bueno ni malo, ni mejor ni peor, simplemente la Naturaleza lo ha dispuesto así, y ya está.
No es por nada, pero no sé cuanto daría yo por liberarme en invierno de mi jersey de cuello alto y mi bufanda, mientras sigo caminando maravillado por esos escotes gallardos que neutralizan los efectos del frío invernal. ¡Cuánto misterio por descubrir! Félix.
2 comentarios:
Cuando descubras, Félix, los misterios de los senos,... Avisa, comenta, con nueva entrada.
Ah!, y también ya nos contarás algún día tus andanzas por el “bua de buloñe” en el París de la France. Sí , si, por el bois de Boulogne, qué es lo que hacías tú por allí.
-Manolo-
Cuando descubras, Félix, los misterios de los senos,... Avisa, comenta, con nueva entrada.
Ah!, y también ya nos contarás algún día tus andanzas por el “bua de buloñe” en el París de la France. Sí , si, por el bois de Boulogne, qué es lo que hacías tú por allí.
-Manolo-
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