Estuve en La Zarza el fin de semana pasado.El sábado, a eso de las seis de la tarde, el ventarrón que ya zumbaba de lo lindo, no había culminado su embestida, pues entre las seis y las siete alcanzó su máximo apogeo. Decidi entonces acercarme al mirador del Fraile (Aldeadávila) para tomar unas fotos al oleaje del embalse junto a la presa. Durante el recorrido podía disfrutar del cielo poblado de nubes entre claros de cielo azul. Cúmulos que se formaban, que se hinchaban como pompas de jabón, a los cuales se adherían otras nubes que buscaban refugio. Unas y otras eran efímeras pues la velocidad del viento las transformaba continuamente ofreciendo la más amplia gama de tonos : infinidad de grises, de morados, marrones y anaranjados, en un torbellino que por momentos parecía apocalíptico ,de suma belleza ,sin embargo.Llegué al mirador, intenté bajar del coche pero la presión que ejercía el viento sobre la puerta me impedía abrirla con cierta seguridad. Por fin salí , pero súbitamente una ráfaga casi me tumba y permanecí resguardado agachado detrás del maletero. Fue entonces cuando el viento huracanado enfilaba la depresión del cañón del Duero a la máxima velocidad, sin duda más cerca de los 200 que de los 100 Km./hora. Imposible dar un paso; los pesados cables de alta tensión se balanceaban por encima de mi cabeza, volaban trozos de escobas y pequeñas ramas, el ruido era estremecedor.Me percaté del peligro real que representaba permanecer allí, y entre dos ráfagas pude colarme en el coche y retornar a casa, no sin antes tomar algunas fotos de las nubes realmente fascinantes.
Después de cenar, a las diez de la noche, salí de casa, al amplio patio que comunica con la calle y el campo abierto que da al Cotorro ,sorprendiéndome la intensa luminosidad de la luna llena. El viento seguía alegre bramando entre las chimeneas y antenas de televisión.
Un aluvión de pequeñas nubes bajas y dispersas, blancas y transparentes, desfilaban bajo la luna a una velocidad vertiginosa. Me planté en medio del patio y permanecí un rato mirando fijamente la luna que, al ser atravesada sin cesar por las nubes transparentes y deshilachadas, reproducían la ilusión que me trasladaba a la infancia, al ver como la luna se desplazaba a una velocidad encantadora como si estuvieras viajando en una nave espacial. Una nube, y otra , y otra, ninguna ocultaba la luna,y como sonido que lo envolvía todo, el ulular incesante del viento. La atmósfera estaba limpia a no poder más.Entre nube y nube se vislumbraba el fondo del universo de un azul profundamente oscuro, pero azul y no negro. Entre los amplios claros que dejaban las nubes , en las capas superiores de la atmosfera, allí donde no soplaba nada, o casi nada el viento, se formaban como telón de fondo ,unas curiosas nubes como un fino velo de nieve en polvo, largas y estrechas, dispuestas en hileras yuxtapuestas como las láminas rectangulares de un xilófono. Al poco rato se difuminaban y surgían otras. Algunas estrellas dispersas ,con nítido brillo, daban fe de la pureza atmosférica. Absorto mientras disfrutaba del espectáculo sentí de repente el calor del lomo de la gatita ,de poco más de un año, entre mis piernas. Como no le hacia caso ,siguió formando ochos frotándose entre mis pantalones. Tanto insistió que me agaché para acariar su mullido pelo blanco ,marrón y negro. Volvi a contemplar el cielo y la gatita insistía para que la atendiera empinándose y clavando suavemente las uñas en el pantalón. Una nube densa y muy extensa ocultó definitivamente la luna por un rato.Abri la puerta de casa y la gatita rauda se coló entre las piernas y se plantó delante de la alacena donde se guarda el chorizo.¡Ay amiga! Ya se lo que quieres. Por eso tanta carantoña, ¿verdad?
Esta claro que las hembras utilizan a la perfección todos los recursos que la naturaleza les ha concedido para conseguir sus fines. Sali al patio, le di unas rodajas de chorizo y se despidió marchándose a pasar la noche a su aire, entre leña, paja y aperos de labranza en los corrales y tenadas circundantes, donde precisamente nació. Asi terminó un día ventoso y a la postre lleno de embrujo. Félix.
Después de cenar, a las diez de la noche, salí de casa, al amplio patio que comunica con la calle y el campo abierto que da al Cotorro ,sorprendiéndome la intensa luminosidad de la luna llena. El viento seguía alegre bramando entre las chimeneas y antenas de televisión.
Un aluvión de pequeñas nubes bajas y dispersas, blancas y transparentes, desfilaban bajo la luna a una velocidad vertiginosa. Me planté en medio del patio y permanecí un rato mirando fijamente la luna que, al ser atravesada sin cesar por las nubes transparentes y deshilachadas, reproducían la ilusión que me trasladaba a la infancia, al ver como la luna se desplazaba a una velocidad encantadora como si estuvieras viajando en una nave espacial. Una nube, y otra , y otra, ninguna ocultaba la luna,y como sonido que lo envolvía todo, el ulular incesante del viento. La atmósfera estaba limpia a no poder más.Entre nube y nube se vislumbraba el fondo del universo de un azul profundamente oscuro, pero azul y no negro. Entre los amplios claros que dejaban las nubes , en las capas superiores de la atmosfera, allí donde no soplaba nada, o casi nada el viento, se formaban como telón de fondo ,unas curiosas nubes como un fino velo de nieve en polvo, largas y estrechas, dispuestas en hileras yuxtapuestas como las láminas rectangulares de un xilófono. Al poco rato se difuminaban y surgían otras. Algunas estrellas dispersas ,con nítido brillo, daban fe de la pureza atmosférica. Absorto mientras disfrutaba del espectáculo sentí de repente el calor del lomo de la gatita ,de poco más de un año, entre mis piernas. Como no le hacia caso ,siguió formando ochos frotándose entre mis pantalones. Tanto insistió que me agaché para acariar su mullido pelo blanco ,marrón y negro. Volvi a contemplar el cielo y la gatita insistía para que la atendiera empinándose y clavando suavemente las uñas en el pantalón. Una nube densa y muy extensa ocultó definitivamente la luna por un rato.Abri la puerta de casa y la gatita rauda se coló entre las piernas y se plantó delante de la alacena donde se guarda el chorizo.¡Ay amiga! Ya se lo que quieres. Por eso tanta carantoña, ¿verdad?
Esta claro que las hembras utilizan a la perfección todos los recursos que la naturaleza les ha concedido para conseguir sus fines. Sali al patio, le di unas rodajas de chorizo y se despidió marchándose a pasar la noche a su aire, entre leña, paja y aperos de labranza en los corrales y tenadas circundantes, donde precisamente nació. Asi terminó un día ventoso y a la postre lleno de embrujo. Félix.
6 comentarios:
Bien Félix por tu “Crónica de un huracán anunciado”
(Ciclogénesis explosiva o bomba meteorológica) como repetían una y otra vez.
Y gracias a que la fuerza del viento "te echó patrás" y no llegaste a asomarte al mirador del Fraile. ¡Imprudente, más que imprudente! ... Y si te desestabiliza el viento en las cercanías del mirador y te lanza al vacío... Y si se desprende un cable de alta, altísima tensión de los muchos que sobrevuelan la zona.... ¡Imprudente!
-Manolo-
Más que "Sensaciones de un día huracanado" parece "Imprudencia temeraria". Asustas a los lectores tentando la suerte en un paraje tan solitario donde un trallazo del viento te pudo empotrar contra alguna peña, o lo que hubiese sido peor, arrancarte del suelo y llevarte a su merced sabe Dios hasta dónde.
Bromas aparte, imagino la escena y te envidio porque esos cambios del cielo no se aprecían cualquier día y tú pudiste disfrutarlos en soledad, recopilando sensaciones para compartir con nosotros.
El mensaje subliminal del final es muy certero, las gatas ronean (no sé si es la palabra adecuada) porque saben que es el modo de conseguir aquello que esperan. Ya sabes el dicho aquel: "El que no llora no mama". Tu amiga gatita sabe muy bien al árbol que se arrima.
Un abrazo, Salva
Ciertamente,teneis razón,porque visto a toro pasado ,como se suele decir,fue una imprudencia,pero como era la primera vez que me encontraba en una situacion parecida,no sabes muy bien donde está el límite;aun asi, el instinto de conservación me dijo"lárgate de este lugar",y me fui.La pasion por algo ,en este caso la fotografia, te lleva a tomar ciertos riesgos.Una experiencia que sirve para no repetirla.Lo que más me sorprendió fue el autentico peligro al entrar o salir del coche,con el viento huracanado que podia arrancar la puerta de cuajo o golpearte violentamente.En fin,una aventura con final feliz.Félix.
Las experiencias únicas son de los valientes como tú, pero no la repitas, un poco de imprudencia como todos los comentaristas afirman, fué, tambien es verdad que ahora gozamos de compartir tus vivencias que sin duda disfrutarias junton con el miedo de no saber lo que pudiera acontecer.Ese dia lo pase en el hospital con mi hermana y prohibimos a los que querian ponerse en carretera para venir a visitarnos, y mira por donde mi primo haciendo de las suyas...todo fué fruto del amor a poder plasmar en la cámara esos paisajes azotados por el viento.Un hombre con coraje.Rosario Carreto
Parece increíble como se sujetaba la cigüeña a esa altura, en el nido, con el aire tan fuerte que hizo ese día. El pobre animalito no tenía una solana ni un sitio donde agarrarse para protegerse del huracán.
Seguramente tampoco lo necesitaba. Su protección consistía en adoptar una posición aerodinámica, colocándose con el pico frente al viento con lo que hacía efecto de veleta, para no ofrecer resistencia al aire.
De la misma manera que el temporal marino no mata al pescado contra las rocas, el viento tampoco hecha a tierra a los pájaros.
(Paco)
Buena observación ,Paco.Ya has ofrecido en otros comentarios tus conocimientos en esos temas de la aerodinámica,siempre interesantes.Ahora mirando a la cigüeña,y puesto que la espadaña está orientada al poniente,se aprecia perfectamente la direccion del viento que era del suroeste.Me queda una duda,y es por qué permanece de pie y no acurrucada en el nido para sufrir menos la fuerza del viento.Deduzco que será porque esa postura es la más idónea.Félix
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