14 septiembre 2010

Recuerdo a José Luis

El sol caminaba hacia el horizonte y alumbraba los jugosos racimos de uvas de las viñas del entorno por donde circulabas con tu moto, tranquilo, como siempre, y de repente surgió la tragedia inexplicable empañando la tarde serena. Y nuestro pueblo una vez más, en este año aciago, se vistió de luto. Cuando me enteré del suceso por boca de Vicente, en su tienda, no pude reprimir un taco de rabia y dolor; porque éramos quintos y por tanto crecimos a la par, y juntos aprendimos los rudimentos de la vida; primero en la escuela de párvulos y después en la “grande" , como decíamos.
Y más tarde os mudasteis de casa y fuimos vecinos para compartirlo todo. Y un día los Reyes Magos te trajeron una armónica, y yo te escuchaba embelesado, y me la dejabas para que sintiera las vibraciones mágicas de la música al soplar. Hasta que un año, los Reyes me trajeron una y tu me enseñabas:” sopla así, después sopla pa rriba, así,” hasta que conseguimos entonar a dúo rancheras y pasodobles que a veces se entremezclaban con las esquilas de las ovejas al cruzar nuestra calle. Y seguimos creciendo y conseguiste el acordeón que tanto soñabas, mientras yo añoraba una guitarra que con los años llegó. Temprano nos unió la pasión por la música.
Y todos los quintos marchamos con nuestra juventud en pos de una vida mejor en la ciudad; tú en Madrid y después en Barcelona, yo en Paris.
Y regresamos al pueblo de vacaciones, y tu disfrutabas con el acordeón y yo escuchándote. Y pasaron los años y coincidimos en la mili en el cuartel de Caballería en Salamanca. Allí pasamos largos ratos recordando nuestro pasado y hablando de nuestras cosas entre chato y chato de vino. Y pasaron muchos años más y regresamos al pueblo; tú, definitivamente; yo, alternado con estancias en la ciudad. Y mira por donde, Jose Luis, el azar quiso que el otro día nos encontráramos inesperadamente en el centro de Salud de Aldeadávila; tu como usuario y yo como profesional sanitario y te atendí lo mejor que pude. ”Quien nos iba a decir, Jose Luis, cuando chavales ,tocando la armónica, que un día te iba a atender como sanitario.” “Anda, pincha y hazlo bien,” me dijiste, y entre broma y broma reímos un rato y volvimos a hablar de nuestras cosas… ¡qué pena…!por última vez. Y hace unos días, mi padre acudió a nuestro Centro de Salud seguido por el gatito fiel que aun está creciendo y tú, como vivías al lado, entraste en casa y le trajiste unas galletas que se comió en tus brazos. Ese eras tú: bonachón, persona de talante pacífico y de paz inquebrantable.
Hoy a pesar del dolor, me queda el consuelo que en esa otra vida que nos espera a todos, ajeno ya a las preocupaciones terrenales, habrás vuelto a entonar las melodías de siempre, y yo seguiré por los caminos que me toque transitar escuchando tu acordeón como lo hacías sentado en el borde le la ventana de tu casa o a la sombra del castaño indio, y sonarán como nunca en mis oídos aquellos pasodobles mágicos que salían de tus dedos como:”Suspiros de España”, y la “Campanera”.
La música que nos unió, nunca nos separará, querido amigo de siempre, querido José Luis del alma. Félix

4 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas gracias. Me encantaría que algún día me pudieses contar más pequeñas historias como estas. Seguro que mi padre te llevaba en el corazón. Un abrazo.

Marga

Anónimo dijo...

Muchas gracias Félix por este recuerdo de mi hermano.
El camino que ya ha recorrido José Luis, (y que todos tendremos que hacer) si se produce de manera repentina es muy traumático, y si es consecuencia de enfermedad incurable, no por menos esperado resultaría menos doloroso llegado ese momento.
(Paco)

Félix dijo...

Hola Marga.Me hubiera gustado conocerte para haberte dado un abrazo el dia que estuviste en La Zarza;espero que un dia tenga la ocasion de hablar contigo.
Te voy a contar una historia de tu padre que me viene a la mente:
Tendriamos unos 16 años cuando andabamos cada cual intentando forjar nuestro futuro,de modo que yo me encontraba cuidando un rebaño de ovejas en Vitigudino,a unos 40 kilómetros de La Zarza.Hacia las 11 de la mañana de un domigo soleado veo acercarse por la carretera a dos jóvenes en bicicleta.¡Pero si son José Luis y mi primo Angel! (un año más grande que nosotros)
¡Pero adonde irán estos tios pa qui! me dije sorprendido.Alcé el brazo y les vocee para que me vieran.Llegué hasta la carretera.
¡Qué haces tú pa qui con las ovejas! dijo tu padre
¡Y vosotros adonde vais perdidos! Los tres estabamos sorprendidos de encontrarnos tan lejos de La Zarza.
Pues vamos a torear,dijo tu padre entusiasmado.¿A torear?.A torear qué,le dije .
Nos han dicho que por aquí hay unas dehesas con ganado bravo y vamos a ver si encontramos alguna vaquilla aunque tu primo dice que se atreve con un novillo.
Anda,volveros para casa que no sabeis donde os meteis.Yu padre se echó a reir y dijo:"¿Tu crees que hemos hecho tantos kilómetros para volvernos para cas ahora que estamos casi llegando a la dehesa?"Además tengo que estar al quite por si Angel se enreda con la capa.Los dos estaban muy convencidos del éxito.
No pude convencerlos para que desistieran.Se subieron en las bicis rudimentarias.¡Hasta luego Félix! Yo no sabia si responderle porque ese "hasta luego" me hacia pensar en lo peor.Como por aquel entonces yo era muy creyente al perderlos de vista recé para que tuvieran suerte y los volviera a ver.Permaneci un largo rato esperando que volvieran pero mi rebaño se fue alejando de la carretera y no pude verlos al regreso y vivir su experiencia taurina.Qué ilusión y que derroche de energia,y qué juventud más plena y aventurera.Esa era una faceta más de tu padre;la de un amigo siempre dispuesto a ayudar y compartir aunque fuera el peligro como esa mañana soleada de un domingo a los dieciseis años.
Nunca me acordé de preguntarle a ambos como acabó la lidia furtiva.
Pero de las cualidades de tu padre la que más he admirado ha sido su condición de persona pacífica.Nunca lo vi entrar en refriegas propias de nuestra adolescencia, y esa paz que irradiaba queria compartirla en un futuro próximo en el pueblo pero el destino lo ha querido asi.Cierto es ,Marga, que tu padre me apreciaba,lo mismo que yo a él y por eso ,por los lazos de vecindad y la buena relación entre sus padres y los mios nos unia una amistad casi familiar. Un abrazo . Félix

Manuel dijo...

Qué bonitos estos recuerdos de José Luis y los comentarios.
De esa vencidad de las dos familias que comenta Félix, hay una foto en "el Baúl 12" de la primera comunión de Victoria y Casiano.
Un abrazo a toda la familia de José Luis y especial para sus hijas y hermanos.
-Manolo-