Enamorado de ti vivo desde que te levantas,
cuando te presentas ante mi vestida de púrpura y después
te cambias con un gris azulado para infundirme ánimo en el ajetreado día.
Y siempre que puedo paso el tiempo contemplando tu belleza
deleitándome con tus formas y tu luz radiante ,
cuyo máximo esplendor alcanzas la tarde avanzada.
Y contemplo tus curvas, que van cambiando según avanzas
hasta que de nuevo te transformas,
y antes de acostarte exhibes de nuevo tu rojo anaranjado para seducirme,
para que me deleite una vez más,
para que duerma en paz,
aunque me tengas vetado abrazarte.
Me gustas cuando cambias de modelo y todo lo adornas
con ese vestido de algodones hinchados dejando resquicios
para que el aire se cuele y ventile tu cuerpo
que se desplaza sigilosamente cual hada encantadora.
Vestida así, eres aun más misteriosa con tu sayo de noche,
cuando la luna te cubre con sus rayos plateados
y yo te miro, cierro los ojos,
y pido que me lleves contigo en ese viaje nocturno.
Me gustas cuando llegado el verano juegas a sorprenderme
y te vistes de gris oscuro y yo me pregunto que es lo que quieres de mí
cuando hacia mi avanzas, y te cubres con otro atuendo
más lúgubre y amenazante.
Y cuando estás ya dispuesta a envolverme
en tu luctuosa vestimenta,
me refugio para protegerme de tu supuesta ira.
Pero tú avanzas impertérrita y al final,
escondido en mi refugio, veo alejarte,
y comprendo entonces que no eres tan temerosa como yo creía.
Enamorado de ti estoy cuando te vistes con ese velo gris claro,
esperando que me envuelvas bajo tu manto,
hasta que por fin te decides a complacerme.
Entonces preso de tu bellezaza abro la boca
y siento que tus lágrimas se funden en mis labios,
y sigo manteniendo la boca abierta mirando al cielo
e implorando que no cesen tus besos que ahora son más fríos
pero más voluptuosos, que riegan y se funden en mi boca,
y en mi lengua que estiro para recibirte y comulgar contigo,
para saborearte mejor y sentirte dentro de mi,
y purificarme contigo,
mientras tú, silenciosa,
sigues tejiendo el manto que cubre mi cara y mi cuerpo entero.
Lágrimas que siguen revoloteando como millones de diminutas
mariposas blancas que se entrelazan en una danza mágica y silenciosa.
Enamorado de ti porque vas cubriendo todo con tu vestido blanco de novia
y continúas obstinada en tu afán de purificarlo todo,
mientras yo, inmóvil, permanezco mirando al cielo y tú sigues
cerniendo sobre mi cuerpo tu esencia suave de algodón ingrávido
que pretendo abrazar y se esfuma entre mis dedos,
hasta que por fin reposas cuando todo está purificado y el silencio
se ha adueñado del espacio que me rodea hasta donde alcanzan mis ojos.
Me gustas cuando descansas tras haber ocultado todo
bajo tu manto inmaculado, de un resplandor sublime,
que se cuela hasta el hogar donde me he refugiado
para contemplar mejor a través de la cálida ventana,
la esencia de tu metamorfosis.
Disfrutando voy contigo, nube.
Félix.
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5 comentarios:
Amigo, Félix,hay un amor platónico pululando en estos versos- párrafos.
En un principio, y a medida en que iba avanzando en la lectura, buscaba indicios para descubrir la destinataria de tanto amor. Era previsible que fuese la luna, pero las lágrimas de lluvia me hicieron dudar.
Al final rematas descubriendo esa nube que te cautiva y te produce una oda de amor. Muy romántico esta vez. Un abrazo.
Saludos,
-Manolo-
Si es que hasta nuestras nubes son especiales. ¿O es la observación atenta e imaginativa de tu mirada, Félix, la que las hace especiales?... Serán las dos cosas. En nuestros cielos castellanos las nubes forman parte del paisaje y de qué manera. Un cielo sin nubes, azul completamente, también resulta bonito; pero algo le falta y no digamos en fotografía. Todavía me asombran algunos cuando aseguran que no han visto ni imaginado en las nubes ninguna figura: Animalitos, árboles, mapas, … y todo lo que la imaginación quiera. Será que no suelen mirar al cielo…
-Manolo-
Como bien dices, Manolo,las nubes de nuesto pueblo son especiales aunque solo sea por el amplio horizonte que tenemos.A mi las que mas me han impresionado por distintos motivos, son las de tormenta que tanto miedo nos causaban de pequeños y la de nieve,antes durante y despues,por su luminosidad única.Como dices, en la ancha Cstilla se puede disfrutar de ese paisaje.Recuerdo haber visto en una exposicion de un fotografo famoso ,Echagüe o algo asi, de principios del siglo pasado,unos cumulos impresionantes en blanco y negro,claro, por la zona vallisoletana de Mota del Marqués.Una autentica gozada
Félix
Felix,que descripción más bonita, de ha encantado de verdad, al principio pensaba que era el sol, una puesta como yo veo por estas tierras de las que disfruto muchos atardeceres como se va transformando por minutos hasta que se esconde, dejando unas estelas asu alrededor de tonalidades preciosas, pero no llegué a descubrir antes de terminar que eran las nubes, sin necesidad de leer tu último renglón. sigue deleitandonos, por lo menos para mi es una gozada enorme leer cada texto que escribes.Un abrazo.
Rosario Carreto
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