01 noviembre 2011

Recordando a mi primo Adolfo



El tiempo pasa, querido primo, un año, y otro, y otro y así vamos haciendo camino. Ese camino que desde que nos dejaste sigo recorriéndolo contigo, siempre unidos por la esencia y el espíritu que indefectiblemente nos une; por tu presencia perenne en el pensamiento que día tras día reavivo al desandar el camino de un tiempo pasado que, sin embargo, sigue siendo presente.
Este día de Todos los Santos, es un día para recordar (como bien dejaste escrito) la vida, no la muerte. Y así lo contemplo yo también. Porque la vida es también una tarde de verano; aquella que disfrutábamos mientras te acompañaba en el coche de Villarino a La Zarza y me dijiste: ¡mira la espadaña de la iglesia de Pereña! cuyo campanario parecía colgado del cielo, y cuya perspectiva a contraluz, y con el horizonte bajo, le confería un tono entre nácar y pastel, casi irreal, mientras el sol, ya débil, rayaba la línea del horizonte. Ya la miro de reojo, es una maravilla, te dije, mientras conducía. Momentos fugaces y sin embargo eternos. Y poco después cuando llegamos al puente Robledino de nuestro pueblo, ese puente al que le diste vida con tu magistral pluma. El agua corría escasa y mansa por el estío de julio, con el rumor dormido, deslizándose hendida entre piedras milenarias, pulidas, que tantos años acariciaste, y que fue lo que volviste a hacer tras una pausa y un silencio casi de devoción. Y te ofrecí la mano para prevenir una caída al saltar, y nuestras manos se unieron una vez más y asi quedaron para siempre. Por eso y por tantas cosas, claro que hoy es el día de la vida, querido Adolfo.
Por aquí abajo, Adolfo, por este mundo que bien conoces, todo sigue más o menos igual que hace cincuenta años, cuando tú denunciabas la indiferencia y el olvido hacia los más débiles. Aquella miseria moral conserva todo su vigor, aunque la otra tampoco se esconde. Guardo como un tesoro aquel mensaje tuyo que nos dejaste en tu despedida:” Sed y pensad por vosotros mismos”.Personalmente, intento humildemente seguir tu lección.
Y como lección tuya, una de tantas, voy a transcribir uno de aquellos relatos que publicabas en los años sesenta, cuando compartías patria con tu querida Venezuela.:

¿Es solamente problema de niños?

Fredy un día será grande, si llega a sobrevivir. Andará solo por las calles. Asaltará a un banco. Le meterán en la cárcel. Se escapará de nuevo. Saldrá con más rabia. Con más ganas de matar. Fredy, ya de mayor, no sabe que es respetar la vida, porque nunca se la respetaron a él. No ha aprendido a trabajar, ni a vivir. Nadie le ha enseñado que la vida vale más que un disparo. Andará suelto. Y no sabrá distinguir entre inocentes y culpables. Para él todos son culpables: todos somos culpables. Para él existe una gran división en el mundo: él y los demás. Y los demás están en contra de él. Y tendrá que defenderse. Y para defenderse matará; para amar violará; para alimentarse robará.
Además, Fredy tendrá razones casi legales para hacerlo. ¿No aparece todos los días en esos periódicos que él vende, en esos programas de televisión que él escucha, que las grandes personalidades de la nación sobornan, sobornan, sobornan y nunca se aclara quien es el culpable? Fredy no puede sobornar, porque no tiene qué ni con quién, porque no es persona importante, pero sí puede robar; en menor cantidad, es cierto; con menor legalidad, es cierto; con menos picardía, es cierto. Y con más posibilidades de que le metan de nuevo en la cárcel. Porque Fredy pertenece al mundo de los otros.
-¿Y que es eso de corrupción administrativa, doctor?
-Eso es robar legalmente, Fredy.
-¿Cómo se puede robar legalmente, doctor?
-teniendo un cargo importante, Fredy.
-¿Yo podré tener un cargo importante, doctor?
-no podrás, Fredy.
-¿Entonces no podré corromperme?
-No podrás, Fredy, gracias a Dios.
-Corromperse es malo.
-Muy malo, Fredy.
Pero cuando Fredy mate, viole estafe…la ley caerá sobre él. Aparecerá su fotografía en las páginas últimas de los periódicos, una fotografía con cara de malo, despeinado, mirando de frente, con la mirada llena de odio.
-Qué cara de criminal tiene.
-Que cara de criminal le hemos pintado, amigo.

(Adolfo Carreto)

3 comentarios:

Manuel dijo...

Magistral como siempre Adolfo y con los pies en el suelo, pisando calle.
-Manolo-

Anónimo dijo...

Como siempre mi querido primo tratas de emocionarme con tus palabras y con las que siempre seleccionas adecuadamente de Adolfo, que aunque hace que las escribió siguen siendo actuales y presentes, gracias por tu cariño hacia él y por tu aportación personal que siempreme llega dentro y las conservo como una joya, porque me llegan y porque son de mi primo.
Rosario Carreto

Anónimo dijo...

Gracias,Rosario.Sobre Adolfo,todo lo resumo en una frase célebre a la que sustituyo el nombre propio,y que reza:"Siempre nos quedará Adolfo."De modo que en esto me siento afortunado porque siempre me quedarán, Adolfo y Paris.Un beso .Felix