05 septiembre 2010

En un ambiente tropical



Me estuve preguntando si lo que voy a escribir merecía la pena publicarlo en el blog. Después me dije: ¿por qué no? Así que este es el tema; una de esas anécdotas diarias que te surgen y que te dejan un rato pensativo.
Yo vivo en la selva. Bueno, quizás exagere y seria más apropiado decir que vivo en una zona tropical, en Madrid, sí, en la zona de Cuatro Caminos, que es algo así como el Caribe, lo que en sï no es ni bueno ni malo. Es cierto que a veces soy el único blanco de los paseantes en mi calle, y también es cierto que la variedad de las habitantes (porque me fijo más en ellas que en ellos) me resulta, cuando menos atractivo, pues estas chicas mulatas, exhiben con alegría sus tetas y culos, con perdón, tal como la Naturaleza las esculpió, a lo que ellas añadieron una sobredosis de su saber culinario, dando como resultado la exageración de algunas curvas, de lo que no me quejo. Esta variedad casi infinita en los volúmenes y las formas es lo que más me atrae: formas que van desde la modelito de pasarela hasta las damas enormes en todo, tan apreciadas por Federico Fellini, en gran abundancia por aqui. ¿Y por qé no cuidan su línea? Alguien me dijo que en el Caribe, especialmente los dominicanos, son muy sibaritas, y por eso estos resultados. Pero ellas no se acomplejan, y me parece muy bien, porque no hay por qué estar en contra de los michelines, pues lo bonito está en la variedad. Si en invierno los senos, vamos a decir así, desbordaban el cauce (ya le dediqué un relato), ahora con estos calores andan bastante desparramados, ofreciendo su color café con leche, o con más leche o más café, según el mestizaje, y siempre de una belleza sublime. Lo decía, la variedad es casi infinita, y es una suerte no tener que atravesar el Atlántico para disfrutar de estos atributos. Los traseros, vamos a decir así, los hay altos, bajos, respingones, provocantes, mareantes, desquiciantes, con ritmo o insulsos, por citar solo algunas de las variantes que se pasean por estos lares.
Y tras esta introducción voy a presentar la protagonista de este relato.
Acababa de atravesar el paso de peatones que une el mercado de Maravillas, en mi zona, con la acera de enfrente, cuando se presenta ante mí una dama, como tantas otras de tez canela, de entre veinticinco y treinta años. Hola, me dice con su acento caribeño tendiéndome la mano abierta. Yo alcé la vista para mirar su cara y su expresión casi infantil que reflejaba su mirada triste y preocupada. Vestía un pantalón de un tejido fino y ajustado que daba forma a cada pliegue caprichoso de la celulitis. Sus formas monumentales y bien trazadas, pues a pesar de que me sacaba dos palmos y pesaría el doble que yo, o sea unos 140 kilos, su cuerpo destilaba una cierta gracia.
¿Me da algo para comer?, me dijo mirándome con cara de pena. “¡Joder con la tía, me pide algo para comer!” Admito que me rompió los esquemas, me quedé desconcertado. Solté una carcajada por lo cómico de la situación. Sin embargo, mientras avanzaba, me arrepentí de mi reacción. ¿Y por qué no podía verse obligada a pedir para comer aunque su cuerpo almacenara reserva para un mes? Sabemos que hay mucha gente en paro y sin recursos, pero no es menos cierto que su exagerado sobrepeso incitaba a la mofa al pedir comida. Estos son algunos de los inconvenientes al darse a los placeres culinarios acostumbrando al cuerpo a la abundancia en exceso.
Proseguí mi caminar por esta ancha calle de Bravo Murillo. En esta zona, a falta de parques y salas de cine, algunos suplen esta ausencia sentándose en los bancos para ver cómo estas chicas pasean sus cuerpos sin camuflaje, sin trampa, embutidas a menudo en unos pantalones tan finos y ajustados que es lo mismo que si fueran transparentes, exhibiendo igualmente unos generosos escotes, dejando, con estos calores, los botones de la blusa desabrochados quedando a su libre albedrío estos atributos femeninos que nos muestran tan generosamente sus infinitas formas, su textura y color, esencias tropicales de esta juventud. Y para remate viene esta chica sobrada de sesenta kilos y me pide algo para comer. ¡Hay que ver!
De todos modos es un lujo poder disfrutar del ambiente tropical descrito sin moverte de casa. Es la otra cara de Madrid. Félix.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Chapeau, campeón!, te superas, me ha gustado. Imagínate el adjetivo que quieras. Pero no voy a darte jabón, aunque te lo merezcas,
Entro al asunto: veo las escenas, capto la realidad del paro,la espontanea belleza caribeña y el crisol de culturas como deleite para los jubilados en los parques.
El autor, tú, avanza en paralelo al relato, al costado, con apropiadas contradiciones y cierto humor de suspense, porque el narrador deja la duda. De si le dio o no a la caribeña de carnes prietas.
Animo, de verdad, es un placer leerte. Sé que le dedicas tu tiempo. Un abrazo, Salva.

Manuel dijo...

"Es la otra cara de Madrid"
Es que Madrid tiene muchas caras y de muchos colores.
¿Supiste si esa joven dama pedía para comer porque tenía hambre... ¿qué clase de hambre?... Es que algunos de La Zarza semos mu brutos...
Como dice el comentario anterior, es un placer leerte, y nos has acostumbrado a tu relato semanal, que una vez "consumido", quedamos esperando el siguiente y si trae fotos, mucho mejor.
Y no vuevas a dudar ni preguntarte si tal o cual tema procede o no dejarlo en tu blog.
-Manolo-

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario,Salva, porque siempre se extrae algo interesante de lo que dices.Haces una descripción del relato mejor de o que yo me lo habia planteado;o sea,que descubro la arquitectura ,que es tal como lo cuentas,pero;repito,he descubierto algunas facetas que me habian pasado desapercibidas y que tu ,con tu ojo de halcón ,las has sacado a la luz.¡Qué ojo!Como diria el clásico :¡Que Dios te lo conserve!
Y para Manolo,que tienes además de buen ojo tambien,un buen sentido del humor,te diré que si me vuelvo a topar con ella le preguntaré qué tipo de hambre sufre la pobre,y en funcion de eso ,le daré o no la limosna.De todos modos, me da que cualquiera que sea la etiologia, como dicen los galenos, va a resultar harto dificil saciarla.O a lo mejor me equivoco.Félix

Anónimo dijo...

Jo primo, pero que bien esta esto,yo si voy a darte jabón (con permiso de Salva, ja,ja..),primero porque te lo mereces como el muy bien dice y yo reafirmo, segundo ,digo yo que la sangre tira mucho y qué gozo para mí leer tus textos ,chico cada vez lo haces mejor y el que te lo digamos personas que te queremos y sabemos ser cíticos ,nunca te engañaremos, eso te ayuda para seguir superándote y superándote aun más.
Yo llegué a pensar lo mismo que Manolo respecto al tipo de hambre...pero tú que eres un buen observador,intuirias perfectamente a que se refería.
Animo Felix y a seguir deleitándonos con tus relatus con los que yo disfruto tremendamente.
Rosario Carreto.