27 marzo 2011

Sonidos,colores y aromas de mi pueblo






Hoy es el 20 de marzo y se estrena primavera, de modo que salgo al campo zarzeño para celebrarlo a mi manera acompañado de mi cachorro Mona. Al pasar bajo el campanario, las cigüeñas comienzan a crotorar y probablemente por una asociación de cigüeñas, campanario y cuaresma afloraron en mi mente recuerdos de la cuaresma y Semana Santa de antaño con sus aromas, con sus sonidos, con sus silencios y abstinencias. Es tiempo de cuaresma y sin embargo no lo parece. Aquella cuaresma era tiempo de meditar, de recogimiento, de reprimir los impulsos naturales de alegría y gozo… relegados entonces a lo más íntimo: nadie cantaba por las calles, los chavales nos absteníamos también de silbar, el salón de baile cerraba sus puertas, los bares seguían tímidamente ofreciendo sus servicios porque sus dueños tenían que comer. Los monaguillos recorríamos las calles haciendo sonar el cornetín y la carraca para llamar a los fieles a los oficios porque las campanas permanecían mudas en señal de duelo. En el templo, sobre todo durante la Semana Santa, el trasiego perpetuo de los fieles en silencio que se acercaban al confesionario sigilosamente, o seguían los pasos del calvario, o se arrodillaban para orar haciendo crujir las tablas de los bancos, único ruido que rompía el silencio, confería una atmosfera de misticismo, de fe y de esperanza. A este ambiente que lo envolvía todo se unía el olor dulzón del incienso, el aroma de la cera quemada cuando los cirios y velas chisporroteaban hasta derretirse, el aroma de las toquillas mas negras que nunca de las señoras mayores cuyo discreto aroma identificaba su vivienda, porque cada casa tenia su propio aroma según que los frutos colgados del techo fueran manzanas, membrillos o uvas. Todos estos aromas creaban un ambiente de recogimiento y contemplación al que se añadía el fondo malva del telón que cubría el retablo y el resto de vírgenes y santos porque era tiempo de luto hasta la resurrección de Jesús. Y todo culminaba con una explosión de júbilo cuando al finalizar la misa del gallo a media noche, se corría el telón y aparecían vírgenes y santos mientras el repique de campanas se expandía en el viento anunciando la resurrección de Jesús. Al salir, en la calle, el jolgorio de los chavales expresaba el frenesí como preludio al domingo de Pascua tan ansiado ,cuando por la mañana, con el fardel repleto de hornazo y otros manjares, emprendíamos el camino que nos llevaba al convento La Verde, al Salto, más de veinte kilómetros ida y vuelta triscando como cabras entre taludes y matorrales, entre las peñas y el agua del regato porque la edad lo requería. Hoy es cuaresma y sin embargo no lo parece. Pero yo sigo caminando campo adentro para disfrutar de este día de primavera. Me cruzo con un rebaño de ovejas que siguen a su dueña, que no pastora, porque ya nadie pastorea. Llego a un pequeño arroyo que en pleno invierno corre hinchado y amenazante pero ahora es tan pequeño que podría desviar su curso a mi antojo el cual se desliza manso y juguetón sorteando palos y bañando f lores. l REGATO PRIMAVERAL

. Me agacho para observar de cerca las plantas que irrumpen del fondo estirándose mas de un metro con una cola fruncida de terciopelo verde que serpentea hasta emerger a la superficie con su flor blanca que tapiza por trozos el agua y cuyo nombre es Ranúnculos aquatilis, aunque l

BAÑO BAUTISMAL

para mi son las margaritas del agua y con eso me basta. Del verdor circundante se evapora un olor fresco a hierba húmeda y pajones y hojarasca fermentando. El agua cantarina a la que se añade el piar de aves que buscan aposento para tejer su nido, transmite sosiego y me paro un rato a disfrutar bajo un sol templado. Continúo mi paseo y me topo con Fernando, que emplea muy bien su tiempo de jubilado. Comenzamos a charlar de cosas de la primavera, la de hoy y la de ayer. Prosigo mi caminar disfrutando de la tarde soleada y de los sonidos que cambian y a veces se repiten según avanzo: el bub- bu - buu de la abubilla, el incomparable cant o del mirlo, el del chocin, el del tordo y el de la paloma turca MARIPOSA SOLITARIA

omnipresente. Veo por primera vez una mariposa, anaranjada, solitaria ella, y el primer carril de hormigas, diminutas, de la especie argentina, que son muy vividoras, que lo mismo se pasean por el campo que entran en las cocinas; un ejemplo a imitar. Por la noche cerca de las once, me doy un garbeo por Vallito Redondo bajo la luz plateada de la luna llena para escuchar la sinfonía que cada noche ofrecen las ranas por estas fechas. Sigo calle abajo hasta el pilar. Ahora la temperatura es fresca, lo que hace que los aromas sean más intensos y puros. El humo de las calefacciones de leña que levita cerca del campanario me recuerda el olor a hollín de las chimeneas de antaño. El último cliente sale del bar las Columnas y apagan las luces. El reloj da las once de la noche. El pueblo duerme, la pasión descansa. Ya solo los chorros del caño y el reloj seguirán rompiendo el silencio de la noche. Hoy es el primer día de primavera y, auque no lo parezca, también tiempo de cuaresma. Félix

8 comentarios:

Anónimo dijo...

PERO YO SIGO CAMINANDO ADENTRO. Hemos quitado "CAMPO" y la frase podía muy bien servir como título a este relato. ¿Porqué digo esto?
Me baso en que tu excursión campestre, siempre va con la antena alerta para buscar el relato que le dé forma al paseo. Y caminas adentro porque escarbas en viejos tiempos que ya son recuerdos y, sin embargo, el campo, la naturaleza con sus arroyos y sus mariposas permanece inmutable en sus ciclos seculares.
Ya ves, el mundo está patas arriba, pero la naturaleza sabia no se inmuta y siguen saliendo flores en las charcas y las ranas croan tu melodía de la añoranza.
En fin, como ya te he dicho otras veces, que afortunado eres al paladear esa placided que transmite el campo a quien tiene la sensibilidad para poder apreciarla. Por cierto, Félix,estaba convencido que la misa del gallo se celebraba en navidad. O yo estoy en un error o tú has tenido un lapsus. Un abrazo, Salva.

Anónimo dijo...

Amigo Salva,siempre estás al quite lo cual da tranquilidad para poder corregir lapsus.En efecto, se trata de la misa de Resurreción y no del Gallo.Corregido queda.En cuanto al titulo "caminando adentro",perfecto.Cuando los dos caminares se conjugan, tambien perfecto,porque el camino no se detiene y se va alargando hasta que la naturaleza decida y ponga fin.Aunque para seguir caminando hasta el final de los tiempos estoy por apuntarme a los que creen en la reencarnación, por si acaso.Un abrazo.Félix,

Manuel dijo...

Y si, por si acaso te apuntas a la reencarnación, ¿en qué y dónde querrías hacerlo?...

Como eres tan riguroso y tan exacto con las fechas, recuerdos, etc. en tus relatos y como puede ser que estos textos vayan a engrosar ese libro o libros que cuando seas mayor tienes la obligación de escribir, para dejar testimonio de una época que, pocos como tú recuerdan y describen con tanto detalle, iba comunicarte del pequeño lapsus (“misa del gallo”)… pero veo que ya Salva te ha avisado y tú has recibido. Ya ves, no puede uno resbalar lo más mínimo. Pues anda que no hay gazapos y lapsus, por toda la página. Cuando me encuentro con alguno rectifico y ya está; pero tú aquí, a aguantar, pues si editas y rectificas, dejarías sin sentido estos comentarios.
Como bien recuerdas, ese día en la misa del Domingo de Pascua, concretamente en el Gloria, todo estaba preparado para el gran momento: Las luces se encendían, a la vez repicaban las campanas con más alegría que nunca, después de haber estado enmudecidas, esquilas, cántico del Gloria (en latín: Gloria in excelsis Deo) y la apertura solemne de las dos grandes telas moradas que durante la cuaresma habían enlutado y entristecido el altar mayor del templo. De tirar de las cuerdas de cada lado para su apertura se encargaban dos autoridades del ayuntamiento.
Todo desbordaba alegría, júbilo y contento, especialmente en los más pequeños que nos sorprendía y emocionaba tal puesta en escena, pues por aquél entonces, no habíamos visto nada igual.
Y continuación el colofón final. Acabada la misa se iniciaba la procesión del Encuentro. Los varones con el Sagrado Corazón de Jesús (Cristo resucitado) salían hacia el pilar y enfilando carretera arriba al encuentro de La Virgen (su madre). Las mujeres con la Virgen aún enlutada con su manto negro sujetado por con un corazón de plata atravesado por flechas también de plata a manera de broche, salían del templo calle arriba al encuentro con su hijo. Justo en medio de la carretera donde coinciden carretera y calle, junto a nuestra casa, se producía el encuentro. El cura que había acompañado al Resucitado, con capa de fiesta, de alegría (aleluya), no de luto, se acercaba a la Virgen y la desprendía de su manto y corona de luto, quedando con su mejor vestido y la mejor corona, que era y es, creo, aquella de las doce estrellas. Cohetes, olor a pólvora y a hornazo y ahora sí todos juntos al templo y luego cada cual, según sus planes y edad al campo a cumplir con la tradición del hornazo.
Sigue así, Félix, recordando nuestro pasado, que de esta manera nos lo haces revivir a los demás. Los jóvenes que no vivieron estas cosas, las encontrarán curiosas, pues es posible que a algunos nadie se las haya contado.
-Manolo-

Anónimo dijo...

Puestos a legir para reencarnarse me gustaria el águila perdicera y en la Zarza,por supuesto,asi disfrutaria de las mejores imágenes jamás fotografiadas.Claro que los comentarios tienen su razon de ser y añaden al relato jugosos detalles como el recorrido que haces de la misa del Domingo de Pascua.Yo no me acuerdo de tanto detalle probablemente porque era más pequeño que tu y aunque solo fueran dos o tres años,lo que ahora no es nada,era mucho cuando tenias ocho o diez.Conozco parte de lo que relatas pero solo de oidas.La Cuaresma de los años cincuenta la llevo muy dentro por todo aquel ambiente que me hacia soñar en un mundo donde todos los actos de nuestra vida y sobre todo en Cuaresma estaban vigilados por el Supermo y habia que llevarse muy bien con Él a traves de sus ministros en esta Tierra.Asi lo veia yo. Es una historia que da para mucho.Y el que mejor podria documentarnos seria sin duda Don Cesar que a buen seguro nos sigue desde Paraguay. Una historia más de nuestro pueblo rica en vivencias y emociones que van relegandose al olvido.Hoy hemos resucitado algo de nuestro pasado sobre todo con el recorrido que has descrito que como bien dices algunos jovenes habran descubierto en tu comentario. Félix

Anónimo dijo...

FELIX Y MANOLO: ENTRE LOS DOS HABEIS HECHO UNA PERFECTA DESCRIPCION DE COMO ERA LA SEMANA SANTA, YO LA RECUERDO ASÍ, IVA CON MI TIA TINA A TODOS LOS ACTOS,HE VUELTO A REVIVIR MI NIÑEZ ¡UN PLACER LEEROS!
ROSA.

Anónimo dijo...

Amigos de los blogs: He leìdo por dos veces la evocaciòn que Felix hace de la cuaresma y semana santa de nuestra niñez.Los comentarios los he leìdo solo esta tarde. Por cierto me gustan mucho los mensajes de Felix por lo bien escritos que estàn y el sentimiento que manifiesta. Luego Manolo ha completado el dato de la procesiòn del encuentro y algo màs. Como Felix se refiere a mì, yo quiero evocar ademàs lo que llamaban la "carrera" que exactamente no sè si era el viacrucis que se hacia saliendo del pueblo hacia el cementerio con las cruces de piedra que habìa en ese recorido Esto era, claro està, el viernes santo.La celebraciòn de la resurrecciòn se hacìa en la mañana del sàbado, por lo que se llamaba y aun hoy hay gente de lo llama "sàbado de gloria". Fuè el Papa Pìo XII quien por los años 50 restaurò la semana santa con los horarios actuales, incluyendo el de media noche del sàbado al domingo que se llama Vigilia Pascual. En España no ha calado tanto, pues celebran mucho màs el viernes santo. pero aquì la gente en las iglesias lo vive intensamente. Un abrazo a todos

Anónimo dijo...

Leyendo el relato de Félix, en lo referente a la primavera, uno se identifica con su descripción. Pues mediante su lectura se perciben los sonidos del campo: el ruido del agua del regato, el canto los pájaros, el eco de la abubilla, los olores a tierra húmeda, los “coros” nocturnos de las ranas en Vallito Redondo,…

En lo referente a los recuerdos de la Semana Santa, está lleno de nostalgia muy cercana a pesar del tiempo transcurrido. (Siempre ocurre que cuando miramos hacia atrás parece que fue ayer).
Algunos comentarios a este relato matizan detalles de esta Semana que no tienen desperdicio, sobre todo para los que ya superamos holgadamente los 60.
Emocionantísimo el momento de apertura del telón morado que cubría el retablo, con toda la parafernalia que rodeaba ese acto, volteo de campanas, cánticos, encendido de toda la iluminación eléctrica,…
Emocionante la procesión del Domingo de Resurrección, sobre todo el momento del Encuentro que se producía en las curvas de la carretera,…
Era mi intención referirme a otro acto que acaba de “pisarme” el comentario anterior. Es la ceremonia del entierro: La Carrera, que se celebraba el Viernes Santo y transcurría por el itinerario descrito en el anterior comentario.
Si quiero añadir mi experiencia de monaguillo que, ataviados con los hábitos de monaguillos (sotanas blancas y roquetes creo que azules), abríamos la comitiva portando sendos ciriales,(mástiles metálicos con capitel y vela encendida en el extremo superior).
Tras nosotros el resto de insignias, El Pendón de color morado, la Pendonina, por supuesto la Cruz y creo que también algún estandarte se mezclaba entre la comitiva.
Los ciriales no eran excesivamente pesados, pero en manos de chicos de 8 ó 10 años, y después de un largo recorrido terminábamos agotados sobre todo si además era un día caluroso. Algunas veces al doblar las curvas de la carretera, y mientras no nos veía el resto de la comitiva, echábamos al hombro el cirial para relajar nuestros insensibles brazos, hasta que una vez enfilada carretera abajo volvíamos a adoptar postura y comportamiento correcto.
Ah: aprovechando la oportunidad, y por si el eco de todo esto llegara a nuestro párroco y los dirigentes de la parroquia, podía tomarse en consideración la posibilidad de recuperar para el Domingo de Pascua, la Procesión del Encuentro, de la misma manera que el pasado año se celebró la Procesión del Corpus a la antigua usanza. Pues es un sentir que también se nota en los comentarios anteriores.
(Paco)

Anónimo dijo...

Vaya memoria por parte de todos los comentaristas. Idénticas sensaciones descritas.
Félix, no pensaste el vano, hiciste recordar momentos bien anclados.
Por tanto, ánimo, y que tu memoria nos siga proporcionando tan agradables ratos. Un abrazo. Salva