07 mayo 2012

El sentido del tacto


Sabemos que se puede vivir sin ver, también sin oír, tampoco la ausencia de olfato nos impide vivir y probablemente sin el sentido del gusto lo mismo, pero ¿y el sentido del tacto?, ¿se podría  vivir sin él? Yo creo que seria imposible, si consideramos que es el centinela y guardián del organismo.
Sea como fuere, sospecho que el sentido del tacto es al menos tan  importante  como los cuatro restantes, y vital  para el equilibrio integral de la salud del cuerpo como un todo. Sentimientos y sensaciones fluyen pues sin cesar a través de las manos como máximo vector de este sentido
Es conocido la imposición de manos en infinidad de culturas y de ritos desde los más remotos tiempos. Quien no recuerda durante su infancia la mano de la madre sobre la frente para calibrar la fiebre, o tras un golpe sufrido para atenuar el dolor, o realizar unas friegas par aliviar, por citar solo tres ejemplos.
Mi experiencia en el ámbito profesional puede corroborar la importancia y  cualidades de este sentido a menudo ignorado o minusvalorado.
Cuando desembarqué en Paris sin conocer una pizca de francés, comencé a trabajar en un quirófano como celador, es decir que conducía los pacientes  en la camilla desde su habitación hasta el quirófano y viceversa. Con el paso del tiempo aprendí francés y subí en el escalafón profesional encargándome ahora de preparar todo lo necesario para cada intervención quirúrgica.
Ante una intervención quirúrgica  a todos, en mayor o menor medida, nos asedia un cierto nerviosismo o ansiedad como humanos que somos. Lo sé por experiencia ya que me tocó pasar por la mesa del quirófano por crisis de apendicitis. En el quirófano siempre me colocaba en la cabecera del paciente intentando animarle con unas palabras mientras el anestesista inyectaba en vena el anestésico. Casi siempre, los pacientes, a pesar de habérsele administrado previamente un tranquilizante, su mirada reflejaba una cierta y lógica inquietud. Pensé que las palabras de ánimo eran insuficientes y opté, desde que el anestesista se disponía a inyectar el anestésico hasta que  el paciente se dormía, tomarle la mano, mientras sus brazos permanecían  estirados sujetos a la mesa mediante muñequeras para que no se movieran durante la intervención. Pero no las tenía todas conmigo, pues mi gesto podía ser malinterpretado, básicamente por algún hombre que podía tomarlo como un gesto de tocamiento. De modo que debía ser cauto y tener mucho tacto para no importunar. Con las mujeres no era lo mismo,  ninguna expresaba el mínimo rechazo, más bien todo lo contrario.
De modo que cuando le tomaba la mano antes de  dormirse, a menudo me devolvían una mirada de agradecimiento, otras veces su propia mano me transmitía este sentimiento apretando la mía. Recuerdo que en más de una ocasión era tanta la tensión acumulada que la paciente me apretaba y apretaba  hasta no poder más. A las que notaba con mayor angustia, sobre todo cuando se sometían a una intervención de mama por algún tumor maligno, le  colocaba la otra mano sobre la frente hasta que se dormía, Pude comprobara que en estos casos era muy importante pues  siempre se despertaban  según el estado de ánimo con que se habían dormido, y no era extraño ver como en algunos casos se despertaban llorando. Yo sabía que mi gesto las reconfortaba y no esperaba nada a cambio. Sin embargo, un buen día,  una señora me llamó a su habitación. Me acerqué a su cama. Me tomó la mano y me dijo:” no puede imaginarse  cuanto me ayudó a superar la angustia al tomar mi mano, vi el cielo abierto, es una sensación difícil de expresar con palabras lo que le agradezco de todo corazón”.Le dije que no tenia que agradecerme nada, que era una actitud normal y que no era ningún mérito. Cuando se marchó me regaló una  caja de chocolates exquisitos. Fueron muchas las anécdotas y manifestaciones de agradecimiento por este gesto. ¿Como se puede permanecer impasible y dejar a una persona sola con su angustia en ese viaje a lo desconocido mientras  mira al techo o a la enorme lámpara encendida, descubriendo a su alrededor una parafernalia de utensilios listos para explorar sus entrañas?
En otra ocasión, pletórico de juventud y de fuerza, cogi en mis brazos a una paciente de unos cincuenta años recién operada, para pasarla de la camilla a su cama. En ese preciso instante abrió los ojos y se despertó. Ayudado por la enfermera la colocamos confortablemente y me marché. Ya casi recuperada pasé por su habitación con la enfermera y bromeando sobre su intervención intestinal ,bastante compleja, aprovechó para decir:”He tenido el despertar más feliz de mi vida viéndome en brazos de un joven con ojos azules que  me atendió y me reconfortó  con su mano sobre mi frente para decirme que todo había salido bien”.Se trataba de una famosa pintora de cuadros con un pasado fantástico, pues en su adolescencia había sido sirvienta .Más tarde con el salario conseguido se inició en la academia de Bellas Artes donde se licenció. Nos invitó a cenar en su casa; un lujoso piso céntrico en Paris. Me pidió que eligiera un regalo. Le comenté que me gustaría que me pintara una rosa amarilla con un fondo oscuro en un cuadro pequeño. Un buen día acudió al centro hospitalario para regalármelo. Lo guardo como una reliquia  fruto de un pasado compartido con personas extraordinarias.
No tuve la misma experiencia en los hospitales de Madrid cuando regresé a España; el ambiente era distinto. Intenté hacer lo mismo en el quirófano pero yo percibía miradas oblicuas cuando estaba junto a la paciente, mientras ella escuchaba sin embargo:”Preparar la aspiración, calentar los sueros, sacar las tijeras largas ¡oye, qué paliza le dimos al Atlético!, risas…” y la paciente sola, en medio del mundo, pero sola. No frecuento los quirófanos desde hace  más de quince años, y espero que todo haya cambiado para mejor.
Tengo claro que el sentido del tacto, objeto de este relato, uno de los sentidos  más extraordinario por la inmensa capacidad  que atesora para procurar el bien, es el único capaz de prescindir de todas las palabras del mundo para conseguir con un simple gesto transmitir lo más profundo del ser humano que es el respeto y el amor hacia el otro.   Félix.

4 comentarios:

Manuel dijo...

¡Chapó!
O Chapeau por la parte que te toca

-Manolo-

Anónimo dijo...

Félix, aunque no haya hecho comentarios leo todas las entradas de los blogueros. Si no escribo es es sólo por falta de tiempo y también porque uno anda embarcado en otras historias que tú bien sabes. A veces, las entradas que hacemos en nuestros blogs se prestan con menor o mayor intensidad para insertar un comentario.
Reconozco el esfuerzo que requiere en algunos casos documentarse para escribir sobre insectos o sobre las buenas prácticas al conducir. Algunos compañeros presentan trabajos exhaustivamente elaborados y, en consecuencia, muy interesantes.
Yo he pasado por esa sensación, la conozco. Preparar algo de manera concienzuda y luego el resultado no es el que esperabas. Estas circunstancias, como tú y yo hemos comentado en más de un café, no han de restar ni ánimo ni ilusión para seguir en la brecha.
En cuanto al tema de "sentido del tacto", coincido completamente. Esa capacidad de trasmitir confianza, tratando de buscar la normalidad y la sencillez cuando estamos ante una situación delicada es una buena medicina.
Pero, sin ninguna duda, lo ideal es que al mismo tiempo que se destensa la situación y cala en el ánimo de la víctima, el autor de ese giro, ya sea con el tacto o con las palabras, logré sentir esa plenitud vocacional de un trabajo, pues, al fin y al cabo es una faceta más del trabajo. Y como habamos de hospitales también los pacientes pueden invertir el rol.
No recuerdo bien quién me envíó un power point de un señor muy optimista. ESte señor siempre buscaba la parte buena, incluso hasta en las desgracias.
Un día sufrió un atraco y lo acribillaron a balazos. Cuando los doctores procedieron a intervenir en una operación a vida o muerte, uno de los cirujanos le preguntó con la rutina habitual: "¿Es usted alérgico a algo?". El optimista herido respondió:"Sí doctor, soy alérgico a las balas".
Me da que pensar que ese buen hombre era un torrente de ánimo para los demás.
Un abrazo Salva

Anónimo dijo...

La imposición de manos que con acierto nos relata Félix y que tan buenos resultados aporta a quien se le aplica, y tantas satisfacciones le produce al que la aplica, es una páractica religiosa que, a lo largo de los tiempos ha formado parte de los rituales de múltiples religiones en los más remotos lugares de la tierra. Parece ser que, el Judaismo fue en su origen la primera confesiópn en aplicar la imposición de manos (aparte de antiquísimas referencias cinas. La figura de Jesús de Nazaret, también es un referente posterior y muy conocido. Otros ilustres personajes, incluidos algunos prestigiosos médicos, también curaban con las manos.
En la actualidad se realizan experimentos con la imposición de manos que y están aportando resultados positivos; pero, lo que sí está claro, es que, la propiedad para la sanación, alivio, ayuda, tranquilidad y relax que le reporta a algunas personas esta páractica, como nos explica Félix, está al alcance de todas las personas, otra cosa es que para la mayoría sea desconocida; sin embargo, está al alcance de cualquiera; de cualquiera que como Félix, se encuentre en el lugar oportuno, en el momento oportuno para poderlo aplicar y tenga fe en que lo que hace es positivo , su experiencia, nos debe servir de orientación para que, llegado el momento, seamos lo generosos que él fué para ayudar tan valiosamente con algo que nos resulta tan barato de adquirir.
Creo, Félix, que a más de uno le servirá de referente esta experiencia tuya , para intentar ayudar a los demás con las armas que tú has empleado con tan buenos resulltados. Muy bien, Félix. ¡Qué poco cuesta ofrecer tanto con tan poco..! Yo no te voy a decir Chapeau. Sólo gracias.
Luis

Anónimo dijo...

Veo Luis, que estas muy documentado en este tema.Lo de la imposicion de mans es vieja omo el mundo.yo mismo me especialicé en quiromasaje y reflexoterapia podal y tuve como clientes en Paris la mujer del primer ministro de Giscard D´Estaing
y una princesa entrada en años pero princesa al fin y al cabo como lo demostraba cuando me pagaba;abria el enorme cajon de una comoda llena de fardos de billetes de los" gordos" mientras mis ojos me hacian chiribitas.Estas terapias alternativas (que son inocuas y no intoxican el organismo como las medicinas convencionales) gozan de mucho exito en Alemania y estan cubiertas en parte por la S.Soscial,en Francia tambien están muy avanzados en este tema,sin embargo el gobierno de Aznar puso trabas en el Parlamento Europeo para equipararnos a estos paises, y el PSOE tampoco ha movido un dedo.Haciendo gala del optimismo de Salva algun dia llegará pero como siempre vamos a remolque de estos paises y quizás dentro de 30 o 40 años sea una realidad.
En cuanto a los coches de época de la entrada anterior,decirte Manolo que para mas detalles, el Hispano Suiza descapotable(orgullo de la tecnologia española de nuestros antepasados), con dos señoras sentadas atras,fue un regalo de Fidel Castro al propietario actual,un señor de negocios y bella persona,que segun ha descubierto recientemente tambien perteneció a Al Capone.¡casi na!
Félix.