“¿Ya estamos todos? El que no
esté colocado, que se coloque…” Algo así dijo el alcalde de Madrid, un tal
Tierno Galván, al asistir a un concierto, supongo roquero en aquellos años de
los ochenta de la “movida madrileña”, de droga , chute y viva la Pepa, de gente
envenenada por el aceite de colza, y otra parte enviada al otro barrio por la maldita heroína. Eran
los ochenta.
Bueno, pues lo mismo me he
preguntado yo esta mañana de 8 de abril, pero no aludiendo a colocarse con
ningún tipo de estupefaciente o del
alcohol de la “marcha libertina”, no, yo me refiero a la borrachera de
placeres que la madre naturaleza comienza a brindarnos cada año por estas
fechas, finalizando, más o menos, con la marcha del cuco tramposo, por San Pedro, o sea cuando cierra junio.
Esta mañana me he dado una placentera
caminata por los caminos de mi pueblo, viendo un tractor arando por aquí
(acosado por milanos en pos de alimento, lombrices, ratones o lo que salga), vacas
sesteando, la panza llena (les he cantado mientras me miraban embobadas), apenas
agua en los regatos, el campo verde hierba y maraojo, un cielo ventoso y gris y escobas con flor blanca bailando al son del
viento y, cómo no, el canto del cuco que ya llegó. Cu- cú, le digo. Cu- cú, me
responde. Ya somos dos, le digo. Más adelante me saluda otro, y más lejos,
otro.
Echo cuentas y me digo que la
cigüeña llegó por san Blas, el 3 de febrero. También he visto con inmensa
alegría, esta mañana, sobrevolar por encima de mi cabeza golondrinas, las que
le quitaron las espinas a la corona del Cristo en la cruz, decía mi abuela, que algo
sabía de espinas y quebrantos. Ahora el cuco, el que pone el huevo en casa
ajena y se larga como si hubiera hecho una gracia. El ruiseñor, solo han
llegado tres o cuatro, porque conozco sus asentamientos. Los otros están en
camino, tal vez algo remisos por este tiempo hosco de bombas que retumban en la
noche de los tiempos, pero no tardarán, porque la naturaleza funciona como un
reloj, marcando unos tiempos muy precisos que no conviene alterar.
Ya están aquí estas aves que emigraron hacia
el sur, hacia el África espoliada por la usura del primer mundo, para huir del
invierno, otras van llegando sin prisa, porque las prisas son malas consejeras.
Las flores van cumpliendo con su ciclo, haga el tiempo que haga, como nosotros,
sin darnos cuenta; los robles, los chopos y fresnos comienzan a teñirse de un
tímido verde encendido. Todo apunta hacia el cielo; las hojas primerizas en las
ramas, la hierba, las flores, todo mira hacia
el universo que nos cobija, porque la vida es alzar el vuelo, lo más alto
posible para huir de los depredadores rastreros, porque nuestro universo
terráqueo se compone de aves que lanzan su trino al viento para seguir con
esperanza renovada, y de buitres carroñeros insaciables; estos no emigran,
fieles a su condición.
Así que ya estamos todos, o casi
todos; los que anidan sus sueños en nidos acolchados para perpetuar la especie,
los que escuchamos su hermoso canto esperando que la primavera sea eterna, también los que deambulan sin enterarse que todo es efímero y que el
paraíso está aquí, a nuestro alcance, y no en extraños lugares de neones
arrabaleros o de playas untuosas de espejismos candentes.
¡Ha llegado el cuco! Nos aguarda
en la arboleda, Santiago. Cu-cú, cu-cú.
“Esperaaaaa, que ya llego”.
3 comentarios:
A ver si en unos días, pocos, puedo dar esos paseos y oír, ver y oler todo eso que nos relatas. Si andas por el pueblo, me guías en tus rutas, que tú conoces muy bien. Gracias, Félix
-Manolo-
Da gusto escucharte Felix .muchas gracias por tu relato .Trasmites aires frescos ,serenidad y paz, que aunque muchos no lo digan todos lo necesitamos y deseamos es la sed de eternidad y felicidad .
Oigamos al CUCO, que para eso tenemos en la página el apartado Avifauna, con gran aportación de tu hermano Chuchi.
-Manolo-
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