Un año más, me han seleccionanado una serie de cinco fotos en el Certamen de Cultura Popular promovido por el ministerio de Cultura.
Incluyo el texto que acompañaban dichas fotos.
LOS FRONTONES
Los frontones o juegos de pelota son los muros utilizados para la práctica de este deporte.
Según el escritor Miguel Pelay Orozco, lo más probable es que deportes de pelota muy parecidos surgieran más o menos simultáneamente en lugares y civilizaciones muy diferentes. No se sabe realmente dónde fue primero su práctica, si en América con los mayas y aztecas o en Europa, arraigado en el norte de España y suroeste de Francia, es decir, en la región vasca. Fueron por tanto los vascos quienes desarrollaron y propagaron la práctica de este deporte.
Acerca del origen del frontón muchos historiadores afirman que data de hace 4.000 años, cuando los fenicios al parecer jugaban a algo semejante. Parece obvio que primeramente se utilizara la mano como único medio, dando origen así a la modalidad de pelota a mano.
El primer lugar donde se tiene noticia de la implantación del juego de pelota vasca es en Francia, aproximadamente a mediados del siglo XII.
En este documento fotográfico se muestran exclusivamente los frontones de un solo muro o frontis, sobre el cual rebotaba la pelota lanzada a mano.
Con la repoblación de las zonas rurales de León y Castilla en el siglo XII, los colonos procedentes del norte peninsular fueron introduciendo el juego de pelota a mano con sus reglas y variantes. Existen frontones a lo largo y ancho de toda la geografía española, pero llama la atención la proliferación de éstos en una comarca del oeste salmantino, repoblada por leoneses, asturianos, cántabros, gallegos, cuyas aldeas posee cada cual su frontón como elemento indispensable de ocio.
Estas aldeas, que fueron creándose entre los siglos XII-XVIII, poseen todas su iglesia y su frontón. El frontón surgió posteriormente como una necesidad social básica de ocio y esparcimiento.
La pelota forrada con cuero la fabricaban artesanalmente las gentes del lugar y quien poseía una la conservaba como un auténtico tesoro.
Los frontones solían estar siempre cerca de la escuela y eran utilizados por los chavales durante el recreo, después del almuerzo, al concluir la jornada escolar, y luego los domingos y festivos.
La prioridad en la ocupación del espacio de juego la tenían los de mayor edad. Los domingos y fiestas de guardar, después de oír misa y a la hora del aperitivo, los más curtidos en el juego, mozos entre 18 y 25 años, disputaban partidos que atraían mucho público, sobre todo llegado el buen tiempo a partir del mes de mayo y hasta septiembre, entre otros motivos porque al ser el suelo de tierra, como el resto de las calles, permanecía casi inalterado en ausencia de lluvia.
En estos partidos, con tres jugadores por equipo, se promovían apuestas entre los partidarios de unos y otros. Estos jóvenes jugadores, con sus manos curtidas por la piedra, la mancera, el hacha o el azadón, golpeaban alegremente la pelota, haciendo las delicias de los mayores avanzados en años. Con este divertimento, el duro quehacer cotidiano del labrador se hacía así más liviano.
El día de la fiesta del patrón del pueblo las autoridades hacían un esfuerzo económico contratando a pelotaris semiprofesionales que recorrían los pueblos en la época estival. El juego de pelota fue considerado tan necesario e importante que incluso en una aldea, al no disponer ni de piedra ni de ladrillo, ni de otro material suficientemente sólido, construyeron un frontón de barro con la consiguiente y obligada restauración con el paso del tiempo.
En muchos pueblos como en La Zarza de Pumareda (Salamanca) los quintos, o sea, quienes eran llamados a filas para cumplir el servicio militar, organizaban una fiesta junto con las quintas (las mujeres nacidas en el mismo año). Las chicas confeccionaban una bandera española de gran tamaño insertando en ella con elegantes bordados los nombres de todos ellos: quintos y quintas. El 31 de diciembre, al anochecer, se reunía todo el grupo delante del frontón, encendían una gran hoguera para combatir el frío a la espera de que el reloj diera las doce de la noche, momento en que los quintos, ayudados de carros y escaleras, izaban en lo alto y centro del frontón la bandera que sería reemplazada, ya deshilachada, el 31 de diciembre siguiente por los nuevos quintos. Esa noche de San Silvestre transcurría en un ambiente de jolgorio, tomando embutidos, chocolate, dulces, vino...
De ahí que pueda verse aún escrito en los frontones: ¡Vivan los quintos (del año tal)!
Con el éxodo rural a partir de los años sesenta, también los frontones entraron en decadencia y lo que antaño fue un espacio de ocio donde la muchedumbre se agolpaba los días festivos se quedó desierto y abandonado. Los más sólidos todavía resistirán el paso del tiempo. Los más frágiles acabarán probablemente en ruinas si las autoridades no los cuidan, aunque recientemente, se atisba la decidida voluntad de conservar dicho patrimonio.
Hoy, ya a menudo sobre una superficie de cemento, algún que otro veraneante solitario lanza su pelota de tenis con la raqueta, ignorando tal vez el origen y la historia de ese muro abandonado.
Sería de esperar, para una población envejecida, con recuerdos aún vivos de la flor de su juventud, que estos lugares emblemáticos fueran conservados y protegidos como patrimonio socio-cultural de una época. Félix
Según el escritor Miguel Pelay Orozco, lo más probable es que deportes de pelota muy parecidos surgieran más o menos simultáneamente en lugares y civilizaciones muy diferentes. No se sabe realmente dónde fue primero su práctica, si en América con los mayas y aztecas o en Europa, arraigado en el norte de España y suroeste de Francia, es decir, en la región vasca. Fueron por tanto los vascos quienes desarrollaron y propagaron la práctica de este deporte.
Acerca del origen del frontón muchos historiadores afirman que data de hace 4.000 años, cuando los fenicios al parecer jugaban a algo semejante. Parece obvio que primeramente se utilizara la mano como único medio, dando origen así a la modalidad de pelota a mano.
El primer lugar donde se tiene noticia de la implantación del juego de pelota vasca es en Francia, aproximadamente a mediados del siglo XII.
En este documento fotográfico se muestran exclusivamente los frontones de un solo muro o frontis, sobre el cual rebotaba la pelota lanzada a mano.
Con la repoblación de las zonas rurales de León y Castilla en el siglo XII, los colonos procedentes del norte peninsular fueron introduciendo el juego de pelota a mano con sus reglas y variantes. Existen frontones a lo largo y ancho de toda la geografía española, pero llama la atención la proliferación de éstos en una comarca del oeste salmantino, repoblada por leoneses, asturianos, cántabros, gallegos, cuyas aldeas posee cada cual su frontón como elemento indispensable de ocio.
Estas aldeas, que fueron creándose entre los siglos XII-XVIII, poseen todas su iglesia y su frontón. El frontón surgió posteriormente como una necesidad social básica de ocio y esparcimiento.
La pelota forrada con cuero la fabricaban artesanalmente las gentes del lugar y quien poseía una la conservaba como un auténtico tesoro.
Los frontones solían estar siempre cerca de la escuela y eran utilizados por los chavales durante el recreo, después del almuerzo, al concluir la jornada escolar, y luego los domingos y festivos.
La prioridad en la ocupación del espacio de juego la tenían los de mayor edad. Los domingos y fiestas de guardar, después de oír misa y a la hora del aperitivo, los más curtidos en el juego, mozos entre 18 y 25 años, disputaban partidos que atraían mucho público, sobre todo llegado el buen tiempo a partir del mes de mayo y hasta septiembre, entre otros motivos porque al ser el suelo de tierra, como el resto de las calles, permanecía casi inalterado en ausencia de lluvia.
En estos partidos, con tres jugadores por equipo, se promovían apuestas entre los partidarios de unos y otros. Estos jóvenes jugadores, con sus manos curtidas por la piedra, la mancera, el hacha o el azadón, golpeaban alegremente la pelota, haciendo las delicias de los mayores avanzados en años. Con este divertimento, el duro quehacer cotidiano del labrador se hacía así más liviano.
El día de la fiesta del patrón del pueblo las autoridades hacían un esfuerzo económico contratando a pelotaris semiprofesionales que recorrían los pueblos en la época estival. El juego de pelota fue considerado tan necesario e importante que incluso en una aldea, al no disponer ni de piedra ni de ladrillo, ni de otro material suficientemente sólido, construyeron un frontón de barro con la consiguiente y obligada restauración con el paso del tiempo.
En muchos pueblos como en La Zarza de Pumareda (Salamanca) los quintos, o sea, quienes eran llamados a filas para cumplir el servicio militar, organizaban una fiesta junto con las quintas (las mujeres nacidas en el mismo año). Las chicas confeccionaban una bandera española de gran tamaño insertando en ella con elegantes bordados los nombres de todos ellos: quintos y quintas. El 31 de diciembre, al anochecer, se reunía todo el grupo delante del frontón, encendían una gran hoguera para combatir el frío a la espera de que el reloj diera las doce de la noche, momento en que los quintos, ayudados de carros y escaleras, izaban en lo alto y centro del frontón la bandera que sería reemplazada, ya deshilachada, el 31 de diciembre siguiente por los nuevos quintos. Esa noche de San Silvestre transcurría en un ambiente de jolgorio, tomando embutidos, chocolate, dulces, vino...
De ahí que pueda verse aún escrito en los frontones: ¡Vivan los quintos (del año tal)!
Con el éxodo rural a partir de los años sesenta, también los frontones entraron en decadencia y lo que antaño fue un espacio de ocio donde la muchedumbre se agolpaba los días festivos se quedó desierto y abandonado. Los más sólidos todavía resistirán el paso del tiempo. Los más frágiles acabarán probablemente en ruinas si las autoridades no los cuidan, aunque recientemente, se atisba la decidida voluntad de conservar dicho patrimonio.
Hoy, ya a menudo sobre una superficie de cemento, algún que otro veraneante solitario lanza su pelota de tenis con la raqueta, ignorando tal vez el origen y la historia de ese muro abandonado.
Sería de esperar, para una población envejecida, con recuerdos aún vivos de la flor de su juventud, que estos lugares emblemáticos fueran conservados y protegidos como patrimonio socio-cultural de una época. Félix
5 comentarios:
Enhorabuena por la selección de las fotografías
(Paco)
En esta ocasión, Félix, para superar la nota del 9,5 y llegar al 10 tendrías que decirnos a qué lugares pertenecen los frontones que muestras. Me parece reconocer el de Cerezal...y los otros?.. Barrueco?...
Anda, majo, un comentario con la ubicación de cada uno.
-Manolo-
Pues no creo que me lleve el 10aunque me conformo con el 9,9:Por orden de arriba abajo:
1º-Saludes de Castroponce (Leon)
2º-San Juan de la Encinilla(Ávila)
3º-Ya lo has dicho :Cerezal de Peñahorcada,nuestros vecinos(Salamanca)
4º-Otro vecino:Encinasola de los Comendadores(Salamanca)
5º-Creo que es Cabezas de Alambre cerca de Fontiveros(Ávila)
Al escribir esto me doy cuenta de lo curioso de los topónimos todos compuestos...Félix
No entiendo mucho de fotografía pero... si tuviese que elegir una instantánea, me inclinaría por la cuarta que es donde está la esencia de lo que constituye el frontón. Un deporte con sabor rural, con los espectadores y sus boinas, el delantero azul cruzando la pelota para romper la cintura al contrario. El zaguero azul con el gesto impulsando y esperanzado en el desenlace. Y los espectadores siguiendo la trayectoría y realizando comentarios sobre la técnica y hasta me parece oirlos rememorar jugadas similares en la que éllos, ya hace mucho tiempo, tal vez en el mismo frontón, ejecutaron con acierto.
Embadurnarlos con pintadas me parece cuando menos desacertado. Y solos, sin jugadores, evocan nostalgia de tiempos mejores.
En definitiva, opto por la cuarta, porque acumula lo arriba expuesto. Un abrazo, Salva.
Mi felicitación primo por esa selección de las fotografías de los frontones, estos muy familiares a quienes tenemos la dicha de haber nacido en esas tierras castellanas, yo creo que en la mayoria de los pueblos salmantinos hay frontones ¿no? tu que eres más experto y conoces sin duda más pueblos salmantinos que yo.
Buena descripción de su uso y costumbres, yo si recordaba de pequeña lo de los quintos, pero el volver sobre ello me entusiasma.Tu nota es excelente.BESOS.ROSARIO cARRETO
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