Hace unos días, en el telediario, pudimos ver una vez más, una de esas secuencias truculentas que te dejan patidifuso. Se trata del atropello de un crío de unos dos años por una furgoneta que circulaba por la calle de un mercado al aire libre, en una ciudad China. Las imágenes nos muestran como circulan motocicletas y transeúntes sin que nadie se pare a socorrer a la niña que yace ensangrentada en el suelo. Hasta que aparece una mujer de avanzada edad, de aspecto frágil y de corta estatura, probablemente no pese más de cuarenta kilos, socorre a la niña y se lo entrega a su madre. Al parecer las autoridades públicas la han premiado por dicho ejemplo con una cantidad importante de dinero que la mujer se apresuró a entregar a la madre, la cual, se puede ver junto a la cama de su hija en el hospital implorando y volcando todas sus energías a través de su voz, para intentar despertarla del coma profundo en que se encuentra.
Aquí caben miles de interrogantes: ¿Qué hace que la sociedad china (en este caso concreto) pueda actuar con tanta indiferencia? ¿Por miedo a represalias en el contexto social? ¿Cómo es posible llegar a tal deshumanización? Lo más extraordinario es que la mujer que lo recogió se sorprende, con razón, que le pregunten que por qué la socorrió. Se puede deducir que esta buena señora se ha dejado llevar simplemente por uno de los aspectos más elementales del ser humano, sin pensar en las consecuencias, como es el deber de auxilio. Lo terrible es que esto pueda tener consecuencias negativas. No nos engañemos. No hace falta mirar a la China. Miremos en casa. Si, aquí ocurre algo parecido cuando se han dado casos, y no pocos, de automovilistas que se dan a la fuga tras atropellar a una o a varias personas. Y aquí caben exactamente los mismos interrogantes que en el caso chino. Sabido es que el ser “humano” puede llegar a ser más cruel que cualquier animal. Y que personas en un alto porcentaje vergonzoso, son capaces de causar daño y dolor a otra si se lo pide una autoridad. En este caso chino quedan reflejadas perfectamente las dos caras del ser humano: La indiferencia ante una persona en peligro de muerte, y la generosidad y el amor en su estado más puro. Es también la parte positiva de la televisión que con estas imágenes nos quita la modorra y nos incita a reflexionar, la cual, como en el caso chino, nos ofrece también sus dos caras; la segunda es la manipulación y el atontamiento. Llamemos a esto progreso, regresión o como queramos. Es lo que hay.
A ver si los indignados arreglan este desaguisado. Félix.
Aquí caben miles de interrogantes: ¿Qué hace que la sociedad china (en este caso concreto) pueda actuar con tanta indiferencia? ¿Por miedo a represalias en el contexto social? ¿Cómo es posible llegar a tal deshumanización? Lo más extraordinario es que la mujer que lo recogió se sorprende, con razón, que le pregunten que por qué la socorrió. Se puede deducir que esta buena señora se ha dejado llevar simplemente por uno de los aspectos más elementales del ser humano, sin pensar en las consecuencias, como es el deber de auxilio. Lo terrible es que esto pueda tener consecuencias negativas. No nos engañemos. No hace falta mirar a la China. Miremos en casa. Si, aquí ocurre algo parecido cuando se han dado casos, y no pocos, de automovilistas que se dan a la fuga tras atropellar a una o a varias personas. Y aquí caben exactamente los mismos interrogantes que en el caso chino. Sabido es que el ser “humano” puede llegar a ser más cruel que cualquier animal. Y que personas en un alto porcentaje vergonzoso, son capaces de causar daño y dolor a otra si se lo pide una autoridad. En este caso chino quedan reflejadas perfectamente las dos caras del ser humano: La indiferencia ante una persona en peligro de muerte, y la generosidad y el amor en su estado más puro. Es también la parte positiva de la televisión que con estas imágenes nos quita la modorra y nos incita a reflexionar, la cual, como en el caso chino, nos ofrece también sus dos caras; la segunda es la manipulación y el atontamiento. Llamemos a esto progreso, regresión o como queramos. Es lo que hay.
A ver si los indignados arreglan este desaguisado. Félix.