28 julio 2015


                                           A FRANCISCO MOYA “EL CHUPALIGAS”

Nuestro amigo escritor, Salva Vicente Carretero, escribió en su blog “Mi rincón literario”, una entrañable historia sobre Francisco Moya “El Chupaligas”, que recomiendo leer. Tanto Salva como yo queríamos tener noticias de Francisco pero su teléfono no respondía, de modo que me acerqué a su pueblo, Cabeza del Caballo, a unos ocho kilómetros del mío por el camino vecinal, pero a unos veintidós por carretera. Nada más aparcar el coche sale un vecino:”¿Busca a Francisco?”.

    —Sí, señor.

    —Pues no está, se cayó de la moto, hace más de un mes, regresando del rio por el camino y se dañó una rodilla y el tobillo, le han escayolado y está con un hijo.

    —¡Vaya por Dios! ¿Y es grave?

    —No parece que lo sea, es cuestión de tiempo, en diez días le quitan la escayola —me tranquiliza—.De todos modos le doy su teléfono si quiere contactarlo.

    —Sí, por favor, me gustaría hablar con él. Muchas gracias —le digo al despedirnos.

   —Francisco Moya, de nombre artístico “El Chupaligas, es una persona íntegra, afable, no sabe lo que es el malhumor, entre otras cosas porque nació para hacer felices a los demás. Es un hombre elegante, de físico consistente, con un tórax amplio, diseñado para almacenar aire y llevar el sonido de la trompeta a sus límites .Adorna su rostro terso un bigote a lo  Django Reinhardt o  a lo Clark Gable, según se prefiera, en todo caso bigote impoluto de artista porque Francisco lo es por los cuatro costados. No le importa que lo llamen “Chupaligas”.”Desde los diez años me han llamado así cariñosamente y es lo mismo que si me dices Paco o Francisco”, me asegura. Yo prefiero llamarlo Francisco.

 La puta, con perdón, Guerra Civil, lo dejo huérfano ya que mientras sus padres alegraban a las gentes con su circo ambulante, una bomba  del bando franquista cayó en el circo matando a todos los artistas mientras ensayaban, sus padres entre ellos. De modo que a los diez años se hizo hombre para sobrevivir sin padres y enseguida comprendió que la trompeta que le habían regalado seria el instrumento imprescindible e inseparable para su supervivencia. Le arrancó los sonidos más conmovedores y en sesenta kilómetros a la redonda todos los pueblos bailaron, yo también, al son de la trompeta del “Chupaligas,” acompañado de su mujer al bombo o redoblante. Fueron un matrimonio inseparable, amantes de la música como nadie, que es lo mismo que decir amantes sin reservas del prójimo. Lo demostraron el día de su boda, en tiempos de posguerra, a finales de los cuarenta.

 Tras la ceremonia y posterior comida en familia, cogieron los bártulos; trompeta  redoblante y  bombo y emprendieron el camino para amenizar la fiesta en Saucelle, localidad distante de unos veinticinco kilómetros del suyo, andando llegaron para alegrar a aquella gente que los esperaba con los brazos abiertos. La boda no era motivo para privar a sus seguidores de los sonidos incomparables de sus pasodobles como el, “En er Mundo” en el que se regodeaba, apuntando al cielo con la trompeta, los mofletes hinchados, haciendo florituras con las primeras ocho notas y llenando de besos el aire que contagiaba a un público entusiasta. Después a   dormir donde podían, a menudo al cielo raso de agosto. Al día siguiente amenizar el pasacalles y por la tarde el baile y, al tercer día, regreso a casa, 25 kilómetros andando. Con lo ahorrado se compraron una bicicleta y con ella fue el matrimonio más feliz del mundo, años después una moto acortó las distancias, y así fueron pasando la vida, al compás de  ”Suspiros de España”, ”En er Mundo”, “ La Campanera…”y otras melodías que bailaron varias generaciones. De modo que Francisco “El Chupaligas” es en si el “Himno a la Alegria”. Su mujer dejó este mundo hace dos años, él sufrió lo suyo, pero se aferra a la vida con la magia de su trompeta y a sus ochenta y nueve años sigue haciéndonos felices con su “En er Mundo”o “La isla Canarias”, entre otros muchos. Grande donde los haya Francisco, amante de la música y de las flores (basta con ver la fachada de su casa), que es lo mismo que decir amante del mundo y de las personas de buena voluntad. Ánimo y pronta recuperación, Francisco; te queremos y te necesitamos, te esperamos para escuchar tu música, si no es este año, el próximo para celebrar los noventa. ¡Tú puedes, Francisco!





2 comentarios:

Manuel dijo...

Esperamos y deseamos que Francisco Moya “EL CHUPALIGAS” esté recuperado de sus lesiones y podamos verlo y disfrutar de su música junto con la Peña El Lagarto en los pasacalles mañaneros de las fiestas. Curioso personaje, con no menos curiosa biografía.
Pero D. Francisco, ¿no cree usted que es hora de abandonar la moto?, pienso yo. Ya hace dos años por San Lorenzo llegó a La Zarza, paró su moto, se desprendió del casco y dirigiéndose a mí me preguntó dónde estaba la Peña El Lagarto. Tardé un rato en contestar mientras me preguntaba quién era esta persona que me era conocida y quería recordar. Al momento le espeté: ¿Es usted el Chupaligas?, - Sí, sí yo soy- ¿Y todavía a su edad va en moto?...
De aquello han pasado dos años.
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Es una gran alegría, Félix, asomarse a tu blog y ver que hay novedades, pues salvo la entrada dedicada a tu padre, hacía casi dos años que no disfrutábamos de tus escritos.
Que no pasen otros dos años; que la vida es breve. ¡Qué corta es la vida! que decía tu padre al final de la suya, nada corta.
No dejes para mañana o para dentro de dos años lo que puedas contarnos hoy. Te esperamos por aquí más a menudo.

-Manolo-

Anónimo dijo...

Este peculiar personaje, al que tuve la suerte de conocer y hablar varias veces con él siendo yo niño, por la relación que mantenía con mi padre, lo ha descrito acertadamente, Félix,como también lo hizo en su momento Salva, describiendo a Don Francisco Moya, "El Chupaligas" como un ejemplar único, y posiblemente, irrepetible en la actualidad. Esperemos que se recupere de su dolencia y pueda continuar alegrándose la vida y alegrándonosla a los demás. Ese es mi deseo.

Para mi, lo mejor de tu última entrada, amigo félix, es que, por fin vuelves a gratificarnos con tu pluma desde esa tu ventana en el blog de la web zarceña, y que yo espero y confío en que sea la punta del iceberg de una nueva etapa en la que nos sigas honrando con tu original estilo literario. Así que, ¡Aleluya!
Y, como quiera que la fe y la esperanza es lo último que se pierde; pues, yo como tengo ambas por compañeras, y tengo el presentimiento de acertar, ya estoy deseando poder leer tu próximo escrito. ¿Estoy en lo cierto?
Ánimo, y adelante sin parar. Estaremos esperando...

Saludos. Luis