11 febrero 2009

Maravillas del invierno en La Zarza


El domingo pasado anduve por La Zarza refrescándome con el aire gallego que soplaba fuerte y frío. Sali al campo para captar alguna foto que pudiera alegrarme el dia. Pasé delante de la torre de la iglesia y vi las cigüeñas atareadas colocando gajos entre los pinchos morunos y en la parte opuesta donde Agustín intuía que podían reconstruir su nido, aunque en ese lado el viento le tumbaba algunos palitroques, pero ellas saben que eso son gajes del oficio. Localicé una cabaña que tenia cierto atractivo porque el musgo aun fresco y vivo adornaba parte de su techo. El suelo estaba cubierto de hojarasca y la armonía de los colores resultaba interesante. Encuadré la cabaña y cuando estaba a punto de sacar la foto observé, por casualidad, que en el suelo había un trozo de plástico color naranja junto a un palo seco que se había desprendido de un árbol. ¡Hasta aquí han venido a parar los plásticos! me dije un tanto contrariado. Me acerqué para retirarlo del campo de visión de la foto. Estuve a punto de darle un puntapié de pura rabia pero me contuve a tiempo. Cuando iba a recogerlo para lanzarlo lejos me percaté de que aquello tan vistoso, que desentonaba tanto, que me estorbaba, no era un plástico, era una cosa rara de color naranja adherida al palo, incrustada en su corteza y que temblaba como la gelatina, de modo que levanté el palo con suma delicadeza para que no se resquebrajara. Pasé un rato observando tan extraña figura. Tenía un motivo más para realizar una serie de fotos que, dicho sea de paso, no era fácil conseguir, al menos para mi, por la textura y las ondulaciones que distorsionaban la profundidad de campo, de modo que hice cuanto pude y ahí está el resultado. Pero ¿qué es este extraño objeto? Yo nunca había visto nada parecido. Quizás se trate de una especie de seta, o de hongo; espero que Agustín que conoce bien el campo me lo aclare.
Así que lo que en principio tomaba por un plástico, y por lo tanto me resultaba inoportuno y despreciable en aquel lugar, se tornó en todo lo contrario: una perla en el mar, una rosa del desierto, una luciérnaga en las noches de verano, juguete de la infancia. Fué una grata sorpresa con la que disfruté un largo rato.
Decía mi abuelo que el campo es muy agradecido porque siempre te ofrece algo útil que puedes traer para casa. Es cierto que la naturaleza está siempre dispuesta a ofrecernos maravillas a pesar de las patadas que le damos. Ojalá el camino estuviese siempre sembrado de sorpresas tan agradables como esta. Félix.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues como bien dices Félix, se trata de un hongo ó seta. Y como ya sabía que se cría en la madera muerta, con esos datos he buscado en la red y encontrado esto: http://ichn.iec.cat/bages/alzinar/ctremella.htm
El nombre es "tremella mesentérica".
Parece ser que en algunos sitios se come; yo desde luego no pienso probarlas, ¡puaj!
-Curioso el árbol ese, el avellano, que le salen las flores antes que las hojas, ¡y en pleno invierno!
Se dice que es de los árboles más antiguos, que viene desde la Era Terciaria. Pues ya ha llovido desde entonces.
Agustin

Manuel dijo...

Como ya te lo dice todo Agustín...

Solo intentar dejar al completo la dirección indicada, a ver si sale toda:

NO SALE, al completo.
Después de copiar y pegar... añadir a la palabra final un punto y htm

Así: .../ctremella.htm

-Manolo-