17 enero 2009

Juego de manos











Alardeaba yo de mis veinte años en el parisino Mayo 68, lejos, porque no estaba el horno para rosquillas, de las algaradas callejeras, aunque no ajeno a cuanto bullía en la calle, pues debo reconocer que resultaba excitante observar aquel gigantesco movimiento de trabajadores y sobre todo de jóvenes estudiantes decididamente lanzados para forzar un cambio en la sociedad. Acudia diariamente a la academia ”Alliance Francaise” para aprender los rudimentos del francés. Alli hice amistad con otro alumno empleado en la embajada de Irak. Al día siguiente lo vi con el pómulo y el ojo algo morado. ¿Que ha ocurrido? le pregunté. Nada, que iba tranquilo por una calle y de repente surgió un grupo de jóvenes corriendo, la policía arremetiendo detrás, y al verme y sin mediar palabra me endiñaron un mamporro, aun no me explico cómo me vi envuelto en aquel avispero. Era el comienzo, al día siguiente cerraron todos los centros de enseñanza, después ya se sabe como transcurrió el Mayo 68 en París.
El caso es que, había encontrado un trabajo cómodo en un pequeño centro hospitalario donde ejercía de celador (camillero) y mi área de trabajo era el quirófano. El ambiente era excepcional, aun se vivía la época de bonanza, tanto que en mi mente perdura el menú que nos regalaban el día de Navidad y Año Nuevo: marisco, salmón, varios patés, pavo con guarnición variada: judias verdes, fríjoles, patatas..., marrons glacés, trufas, tarta, chocolates, queso, fruta, vino champán café, y no exagero nada, probablemente olvide algo; el banquete duraba toda la tarde, pues casi no quedaban pacientes hospitalizados y la vigilancia se hacia por turnos mientras se seguía festejando Papá Noël. Era una época feliz desde todo punto de vista, al menos para mi que descubría los placeres de la gastronomía francesa y los valores encarnados en la: Liberté, Egalité, Fraternité. En el quirófano trabajaban cuatro enfermeras, una de ellas vietnamita. Su historia es que, en un viaje por Europa, por tierras italianas, su país entró en guerra; el Norte apoyado por la China comunista y el Sur por los estadounidenses, quedando su familia aislada en la parte comunista y por eso se afincó en París y no regresó.
Cuando el grueso del trabajo estaba realizado aprovechábamos el tiempo muerto para distraernos con algún juego. Un día tomó entre sus manos un grueso hilo, lo cortó en dos partes y ató los cabos, después lo pasó entre sus manos realizando unas figuras geométricas añadiendo: ”te voy a enseñar como se juega“ . No, te voy a enseñar yo, le dije. Me miró sorprendida al verme realizar otra figura entre mis dedos. Y ¿cómo sabes jugar? se exclamó. Porque esto lo inventamos en mi pueblo, le dije convencido. En honor a la verdad yo creía que solo se jugaba en La Zarza, o a lo sumo, en los pueblos limítrofes: Barrueco, Aldea, Masueco, y no más allá. Pero si esto lo conocemos nosotros desde hace siglos y como casi todo se ha inventado en Asia, replicó. No me quise dar por vencido y defendiendo la paternidad del juego proseguí con una idea que me vino al instante afirmando: el juego salió de mi pueblo, pasó a los pueblos limítrofes de Portugal y desde allí los marinos y exploradores del siglo XV lo llevaron a las colonias de Goa en la India y Macao en China y así se propagó por toda Asia y en Vietnam. Se hizo un silencio breve, esbozó una sonrisa y añadió: Efectivamente así es, pero justo a la inversa y así desde Vietnam llegó a La Zarza. Pues, puede que tengas razón, Dothiong, - zanjé- asediado por la duda de mi versión.
Así surgió la búsqueda del origen de un juego. Pero no terminó ahí nuestra sorpresa cuando recordando los juegos de nuestra infancia descubrimos que en ambos países, tan lejanos por tanto, jugábamos igualmente a las tabas. Descubrí entonces que el mundo era realmente pequeño, que los niños de cualquier lugar teníamos, sin saberlo, juegos comunes y que, aparte los rasgos de la cara y los ojos achinados, no éramos tan diferentes.
Félix.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé que sucede, pero tal y como escribió Manolo en la web:"todos levamos dentro el niño que fuimos". No sé si esto es suyo o lo copió de alguna cita. Sospecho que es un hombre documentado y sospecho que guarda un arsenal de frases célebres para apuntillar ideas que se vierten aquí. Sea como sea es totalmente cierto y, a medida que se agranda la juventud, es un modo de decirlo para que nadie se sienta mayor, tenemos la cadencia de hurgar en la infancia.
Digo yo que será porque a pesar de tener pantalones cortos no debió ser vulgar, pues aún hoy bebemos influencias de aquellos días. No todo el mundo pensará del mismo modo, seguro. Habrá quien no quiera mirar atrás. En esto cada cual cuenta la feria a su manera. Pero, para muchos, aquellos juegos y la suerte de tener unos padres como los que tuvimos, nos marcó. No sé si era esa su pretensión pero lo consiguieron. Ahí se formó el embrión que germinó en estos textos,¿O no?. Salva