Iba yo por los caminos de Guadalajara, que son también los caminos del Cid Campeador y de Don Quijote, cuando me topé con una rotonda donde se erguían dos estatuas que me trasladaron espontáneamente a nuestro campo charro; campo de encinas, de dehesas, de toros y caballos.
Quizás fuera ese el motivo, casi subliminal, que me llevó a parar el coche para contemplar más detenidamente la obra de arte ubicada donde convergían cinco caminos.
Era una mañana espléndida de primeros de junio, con un cielo azul, algo enmarañado por trozos, evitando así que el sol calentara en demasía las plantas que propagaban el aroma que flotaba en la suave atmósfera primaveral. Con mi cámara fotográfica al hombro me acerqué a la rotonda para realizar varias fotos desde ángulos distintos aunque el sol aún bajo me impedía ciertas tomas que hubieran resultado interesantes.
Con las fotos ya reveladas disfruté de nuevo de aquel instante. Fue entonces cuando intenté encontrar una respuesta al motivo que me llevó espontáneamente a pararme porque sin duda algo interesante fluía en aquel lugar. Pero ¿el qué? Estatuas hay por doquier. De modo que me centré de nuevo en la foto y reflexionando surgió una idea que me aportaba una explicación, y sobre la marcha la titulé: ”La foto de España”, ya que en ese círculo reducido a unos cuantos metros cuadrados, con el toro y el caballo como protagonistas, rodeado de flores silvestres, estaba concentrada la España secular. Sí, estaba convencido de que la historia de España resurgía con toda su luz y colorido en aquel lugar. Porque no se entendería España sin el toro y el caballo. El toro y el caballo unidos en su destino son una estampa cotidiana en las dehesas de España incluidas las de nuestra comarca, muy cerca de Vitigudino. Pozos de Hinojo, por ejemplo, donde ensayó sus primeros lances en el arte del toreo nuestro paisano universal Santiago Martín “El Viti”. Yo mismo de chaval en Vitigudino, tuve la ocasión de acompañar al hijo de un ganadero para arrear el ganado bravo. Después, montado en la yegua del ganadero vestida con la elegante silla que era lo más selecto de la guarnicionería del país de los gauchos, experimentaba las sensaciones mezcla de miedo y poderío al sortear el ganado bravo para separarlo del manso. Como tantos chavales soñando con la gloria a los dieciséis años, me atreví a lidiar una becerra para demostrar mi valía. Ante la mirada atenta del ganadero empuñé la manta, le di un capotazo pero al segundo se enredó la manta entre los cuernos, salí corriendo despavorido y sin pensarlo dos veces me metí en el pilón lleno de agua que servia de abrevadero. Alli terminó mi carrera de torero y todas las esperanzas de hacer fortuna en tiempos de posguerra y de penurias.
De modo que toro y caballo, caballo y toro son España.
Porque no se entendería España sin el Cid Campeador y él sin su caballo Babieca con el que cabalgó por los campos de Castilla, y de Aragón, y de Valencia.
Porque no se entendería España sin el Quijote, y éste sin su caballo Rocinante que cabalgaron también por los campos de España enfrentándose a los monstruos, que los había, y alguno sobrevive.
Porque no se entendería Goya sin el toro, y por lo mismo Picasso el cual plasmó en su emblemático cuadro “El Guernica” el toro y el caballo llenos de furia y de dolor resultado trágico de la España fraticida. La España de los extremos, la España de sangre y oro, la España del valor y del sueño, del toro y del caballo. Rojo y oro se tornan las tardes febriles dentro y fuera del coso, aunque yo no participe de las practicas de la tauromaquia, en las tardes soleadas en cualquier rincón de España. Precisamente la primavera adornó las estatuas con flores silvestres cuyo color no podía ser otro que el rojo y gualda, sangre y oro, color de España. Porque el rojo y oro enarbola la bandera española y la de Castilla y León y es la seña de identidad de Aragón, y de Cataluña, y de Valencia, y de las Baleares, y es el color de estandartes, escudos y pendones de innumerables localidades que ondean al viento en sus días festivos. Hasta el sol rozando el horizonte se envuelve de rojo y después amarillo o a la inversa según sea naciente o poniente.
Por eso esta foto de España refleja toda su historia. Así lo quiso una mañana suave de primavera. Félix.
Quizás fuera ese el motivo, casi subliminal, que me llevó a parar el coche para contemplar más detenidamente la obra de arte ubicada donde convergían cinco caminos.
Era una mañana espléndida de primeros de junio, con un cielo azul, algo enmarañado por trozos, evitando así que el sol calentara en demasía las plantas que propagaban el aroma que flotaba en la suave atmósfera primaveral. Con mi cámara fotográfica al hombro me acerqué a la rotonda para realizar varias fotos desde ángulos distintos aunque el sol aún bajo me impedía ciertas tomas que hubieran resultado interesantes.
Con las fotos ya reveladas disfruté de nuevo de aquel instante. Fue entonces cuando intenté encontrar una respuesta al motivo que me llevó espontáneamente a pararme porque sin duda algo interesante fluía en aquel lugar. Pero ¿el qué? Estatuas hay por doquier. De modo que me centré de nuevo en la foto y reflexionando surgió una idea que me aportaba una explicación, y sobre la marcha la titulé: ”La foto de España”, ya que en ese círculo reducido a unos cuantos metros cuadrados, con el toro y el caballo como protagonistas, rodeado de flores silvestres, estaba concentrada la España secular. Sí, estaba convencido de que la historia de España resurgía con toda su luz y colorido en aquel lugar. Porque no se entendería España sin el toro y el caballo. El toro y el caballo unidos en su destino son una estampa cotidiana en las dehesas de España incluidas las de nuestra comarca, muy cerca de Vitigudino. Pozos de Hinojo, por ejemplo, donde ensayó sus primeros lances en el arte del toreo nuestro paisano universal Santiago Martín “El Viti”. Yo mismo de chaval en Vitigudino, tuve la ocasión de acompañar al hijo de un ganadero para arrear el ganado bravo. Después, montado en la yegua del ganadero vestida con la elegante silla que era lo más selecto de la guarnicionería del país de los gauchos, experimentaba las sensaciones mezcla de miedo y poderío al sortear el ganado bravo para separarlo del manso. Como tantos chavales soñando con la gloria a los dieciséis años, me atreví a lidiar una becerra para demostrar mi valía. Ante la mirada atenta del ganadero empuñé la manta, le di un capotazo pero al segundo se enredó la manta entre los cuernos, salí corriendo despavorido y sin pensarlo dos veces me metí en el pilón lleno de agua que servia de abrevadero. Alli terminó mi carrera de torero y todas las esperanzas de hacer fortuna en tiempos de posguerra y de penurias.
De modo que toro y caballo, caballo y toro son España.
Porque no se entendería España sin el Cid Campeador y él sin su caballo Babieca con el que cabalgó por los campos de Castilla, y de Aragón, y de Valencia.
Porque no se entendería España sin el Quijote, y éste sin su caballo Rocinante que cabalgaron también por los campos de España enfrentándose a los monstruos, que los había, y alguno sobrevive.
Porque no se entendería Goya sin el toro, y por lo mismo Picasso el cual plasmó en su emblemático cuadro “El Guernica” el toro y el caballo llenos de furia y de dolor resultado trágico de la España fraticida. La España de los extremos, la España de sangre y oro, la España del valor y del sueño, del toro y del caballo. Rojo y oro se tornan las tardes febriles dentro y fuera del coso, aunque yo no participe de las practicas de la tauromaquia, en las tardes soleadas en cualquier rincón de España. Precisamente la primavera adornó las estatuas con flores silvestres cuyo color no podía ser otro que el rojo y gualda, sangre y oro, color de España. Porque el rojo y oro enarbola la bandera española y la de Castilla y León y es la seña de identidad de Aragón, y de Cataluña, y de Valencia, y de las Baleares, y es el color de estandartes, escudos y pendones de innumerables localidades que ondean al viento en sus días festivos. Hasta el sol rozando el horizonte se envuelve de rojo y después amarillo o a la inversa según sea naciente o poniente.
Por eso esta foto de España refleja toda su historia. Así lo quiso una mañana suave de primavera. Félix.
3 comentarios:
Buen relato, Félix. Ese juego yuxtapuesto de colores con personajes históricos. Leerlo es placentero.
El toro es para mi un icono en todo, en nobleza, bravura, paciencia y fuerza. Su silueta altiva y vigilante desprende gran belleza.
Tampoco me gusta que sufran, es más, pienso que a la fiesta le falta evolución. Por otra parte, si la fiesta no exitiera sería harto dificil mantener toda la cabaña brava.
Con este comentario no está en mi ánimo provocar una polémica sobre este asunto.
Por tanto, Félix, ánimo. Te superas en cada relato. Salva
Qué bonita foto, Félix, que ya conocía su existencia y estaba yo ya pensando en reclamartela...
cuando la veo aparecer en tu blog, magestuosa; que lo es. Magnífica estampa en todos los sentidos. Es un conjunto-artístico-monumental que por sí sola es ya una obra de arte; que luego, por si fuera poco, la agrandas con tu excelente texto.
Observo que desde Andorra y concretamente de La Massana hay entradas a la página y supongo que muchas de ellas, o todas, deben ser de los Carretos que por allí moran, que entrarán para disfrutar de las "cosas" que nos deja por aquí su hermano. Si no fuera así, avisales para que no se lo pierdan.
-Manolo-
Totalmente de acuerdo contigo,Salva, sobre el toro.Hablar de corridas si, corridas no,sería un debate interminable.El argumento principal de los que están a favor es que sin la lidia el toro habría desaparecido.Yo creo que no ,bastaría con protejerlo como a otras especies protejidas.Campo hay.En Extremadura y en otros lugares se dedican cientos de hectáreas para cacerias y pasarlo bien donde acuden también extranjeros.¿Dinero ? Se dedican cantidades ingentes de dinero público para sostener la fiesta.
Soluciones háilas.Es cuestion de voluntad.Por cierto ,estos dias se han celebrado los sesenta años,creo,del éxito de Doñana donde una persona o dos disuadieron al mismísimo Franco para que no escuchara a especuladores ,etc,etc y Doñana se libró del desastre.Me queda la esperanza de que el toro también sobreviva a las corridas. Félix
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